(Pienso, hablando legalmente, que hay una razón muy sólida para enjuiciar a todo presidente norteamericano desde la segunda guerra mundial. Todos han sido francos criminales o han estado involucrados en serios crímenes de guerra.) Chomsky

Saturday, September 05, 2015

Nancy Hollander #Guantánamo







Tras los atentados del 11/S de 2001, el presidente estadounidense George W. Bush dio la orden de establecer una prisión fuera del territorio nacional para recluir a “combatientes enemigos” capturados en la recién declarada “guerra contra el terror”.

Desde entonces Guantánamo, con sus capuchas y monos de color naranja, jaulas y cercas de alambre de espino, se ha convertido en un símbolo de detenciones arbitrarias, entregas extraordinarias, tortura y otros abusos, y absoluta falta de respeto de los derechos humanos de los detenidos por parte de las autoridades estadounidenses.

El sucesor de Bush, Barack Obama, prometió cerrar Guantánamo en enero de 2010 como muy tarde. Sin embargo, Guantánamo continúa abierto, y hay aún 116 hombres allí, casi la tercera parte de ellos a pesar de haberse dictado órdenes judiciales de dejarlos en libertad.

Guantánamo, en terrenos de una base de la Marina estadounidense en la punta sureste de Cuba, se eligió en parte para eludir la legislación estadounidense sobre el hábeas corpus. Su aislamiento hacia posible su funcionamiento sin ningún escrutinio. Estaba restringido el acceso de los abogados, no se permitían las visitas de familiares y no había prácticamente ningún contacto con el mundo exterior. Los hombres llevados allí estaban realmente solos.

Lo que ocurría en Guantánamo no era por accidente. Altos mandos militares lo llamaron “el laboratorio de batalla de Estados Unidos”, reconociendo así un entorno “conducente a obtener información aprovechando las vulnerabilidades de los detenidos”. Los tratos y condiciones inhumanos y degradantes eran habituales y el centro estaba conectado a sistemas más amplios de detención secreta y tortura. Los responsables no tenían nada que temer, pues Estados Unidos utilizaba el secreto para ocultar las violaciones de derechos humanos y apenas hacía nada para pedir cuentas a sus autores.

A los hombres recluidos en Guantánamo se les negó durante años el derecho a una vista judicial para impugnar la legalidad de su detención. Los pocos que eran sometidos a juicio, no lo hacían ante tribunales de justicia ordinarios, sino ante comisiones militares especiales, con reglamentos que incumplían las normas internacionales sobre juicios justos. Los tribunales militares desempeñan todavía una función primaria y su uso parece cada vez mas arraigado.

El presidente Obama se ha parapetado de su promesa en el obstruccionismo del Congreso, las presiones internas y el clima de temor de Estados Unidos, pero esto no es una excusa válida. Estados Unidos no admite a otros países razones de este tipo, y el resto del mundo no debe admitírselas a él.

El gobierno estadounidense debe cerrar de Guantánamo de inmediato
 y poner fin a la política de falta de respeto por los derechos humanos que ha llegado a simbolizar este centro de detención. Debe renegar de su doctrina de la guerra global e incorporar las normas internacionales de derechos humanos. Además tiene que hacer rendir cuentas a los responsables de detenciones secretas, tortura, entregas extraordinarias y demás abusos cometidos durante estos años.

Quince años después de su creación, Guantánamo continúa abierto, violando todavía los derechos humanos. Se ha convertido en símbolo de agresión de Estados Unidos a los principios más fundamentales de los derechos humanos.

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