(Pienso, hablando legalmente, que hay una razón muy sólida para enjuiciar a todo presidente norteamericano desde la segunda guerra mundial. Todos han sido francos criminales o han estado involucrados en serios crímenes de guerra.) Chomsky

Wednesday, November 30, 2016

¿Para qué ha servido Guantánamo?

¿Para qué ha servido Guantánamo? - Esglobal - Esglobal - Política, economía e ideas sobre el mundo en español

Las prácticas en esta prisión, así como en otros lugares de detención ilegal, han contribuido a un aumento de la radicalización y a alimentar la propaganda yihadista.
Un grupo de detenidos en la prisión de Guantánamo reza. John Moore/Getty Images
Un grupo de detenidos en la prisión de Guantánamo reza. John Moore/Getty Images
En enero de 2002, meses después de los atentados del  11-S, llegaron a la base naval estadounidense de Guantánamo, en Cuba, los primeros sospechosos por delitos de terrorismo de un total de 760 detenidos que han pasado por alguno de sus célebres campos de detención. La historia de Guantánamo ha estado marcada por continuas críticas por su ilegalidad y por el trato inhumano dado a los reclusos. El resumen del informe de la Comisión de Inteligencia de Estados Unidos sobre el programa de detención e interrogatorios de la CIA, desclasificado en diciembre de 2014, confirmó que en el marco del mismo algunos de los detenidos fueron sometidos a torturas y a tratos inhumanos y degradantes. El programa se puso en práctica no únicamente en Guantánamo sino también en otros lugares de detención clandestinos como Abu Ghraib en Irak y en la conocida como Salt Pik al norte de Kabul (Afganistán).
El presidente Barack Obama finalizará próximamente su mandato sin cumplir una de las promesas electorales de 2008, el cierre de la prisión. A pesar del esfuerzo destinado a su clausura se ha encontrado con una fuerte resistencia del Congreso que le ha alejado de su objetivo. No obstante, durante su mandato el número de reclusos se ha reducido de 242 a 61, siendo la mayoría de los que aún permanecen de Afganistán, Pakistán y Yemen. En un punto de no retorno respecto a este episodio oscuro de la reciente historia estadounidense cabe preguntarse, ¿para qué ha servido Guantánamo?
El presidente Obama responde claramente a esta cuestión el 23 de febrero de 2016 señalando “durante muchos años ha quedado claro que el centro de detención de Guantánamo no mejora nuestra seguridad nacional, sino que la socaba. Es contraproducente para nuestra lucha contra los terroristas que lo utilizan como propaganda para el reclutamiento”. Tras estas palabras añade que es también la opinión de los expertos. En la rueda de prensa tras la cumbre Asean en Laos, en septiembre de 2016, insistió en que la prisión era una herramienta de reclutamiento de las organizaciones terroristas, reiterando que no renunciaba a su cierre.
Es del todo imposible calcular cuántos terroristas han podido verse influidos en su proceso de radicalización por lo que sucedió en el centro de detención de Guantánamo. Lo que sí es posible saber con datos fiables es que un número no menor de los presos de Guantánamo han retornado a actividades terroristas o insurgentes. Según datos recientes de la Oficina del Director de Inteligencia Nacional de EE UU un 17,6% de los detenidos transferidos desde la prisión han reincidido en actividades terroristas, un total de 122. Respecto a otros 86 ex detenidos, el 12,4%, existen sospechas de su participación en acciones terroristas en lugares de conflicto. El Departamento de Defensa estadounidense tiene información concreta de muchos de ellos, algunos fallecidos en Irak, Afganistán o Siria. Entre los muertos en Siria se encuentra Ibrahim Bin Shakaran (conocido como Abu Ahmad al Maghrebi). Es un caso que revela la dificultad de reinserción de los combatientes, puesto que tras ser liberado en Marruecos murió en Siria liderando el grupo terrorista Harakat Sham al Islam. Fue detenido en Pakistán en 2001, siendo recluido primero en las prisiones de Bagram y Kandajar, en Afganistán, y posteriormente en Guantánamo durante dos años. Entregado a Marruecos en 2004 fue liberado en 2005, siendo condenado en 2007 y encarcelado en Marruecos por actividades de reclutamiento. Tras ser puesto en libertad se marchó a Siria donde murió en un enfrentamiento contra las fuerzas de Bachar al Assad. Otro ex prisionero como el sudanés Ibrahim al Qosi, recluido en Guantánamo 10 años, es actualmente uno de los líderes de Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA).
Estados Unidos continúa con el proceso de transferencia de detenidos de Guantánamo a otros países, se han enviado recientemente 15 prisioneros a Emiratos Árabes Unidos. En el marco de un acuerdo firmado entre los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero y Barack Obama, España acogió en 2010 a tres detenidos (un palestino, un yemení y un afgano), que carecían de antecedentes penales y a los que si bien se les concedió un permiso de trabajo y residencia no se les autorizó a abandonar el país. La adaptación de los mismos no ha sido un proceso fácil, como señalan fuentes abiertas, pues las secuelas psicológicas han dificultado su arraigo. Según dichas fuentes, la suerte de los ex detenidos ha sido desigual puesto que mientras uno de ellos hace una vida normal, otro no puede valerse por sí mismo y continúa dependiendo de los servicios sociales. El rumbo del tercero es desconocido, ya que el secretismo con que se ha tratado este tema, garantizando la privacidad de los ex prisioneros, no permite más que hacer conjeturas.
Caso distinto es del marroquí asentado en España, Lahcen Ikassrien, condenado por la Audiencia Nacional en septiembre de 2016 a 10 años de prisión por integración en organización terrorista en grado de dirigente. Se le considera líder del grupo autodenominado Brigada Al Ándalus, que realizaba labores de captación, radicalización y adoctrinamiento de yihadistas para su posterior envío a Siria. Era considerado el referente ideológico del grupo por el respeto que les merecía a los otros miembros de la célula, que alababan sus experiencias vividas en el pasado, incluido su paso por Guantánamo. Lahcen Ikassien es un viejo conocido de la justicia española, pues fue entregado por las autoridades estadounidenses a la justicia española en virtud de la solicitud de extradición del Juzgado nº 5 de la Audiencia Nacional por un delito de integración en organización terrorista. Lachen Ikassrien se encontraba preso en Guantánamo bajo otro nombre y un cotejo dactilar permitió determinar que era la persona sobre la que existía una orden de detención y entrega por pertenencia a organización terrorista en el sumario de la “Operación Dátil” de noviembre de 2001. Se le relacionaba con una célula de Al Qaeda en España y de haber mantenido conversaciones con el líder de la misma, Eddin Barakat Yarkas, alias “Abú Dahdah”. En 2006 Ikassrien fue entregado a las autoridades españolas, siendo absuelto posteriormente al considerarse nulas las pruebas realizadas en Guantánamo, siguiendo la jurisprudencia que absolvió al ceutí Hamed Abderraman Ahmed. Esa sentencia es considerada un importante precedente, puesto que señala que la prisión de Guantánamo “es un verdadero limbo en la Comunidad Jurídica”.
La reciente condena de Lahcen Ikassrien, y la de los otros ex reclusos, pone de relieve que la prisión de Guantánamo y las otras cárceles secretas además de ilegales únicamente han contribuido a una mayor radicalización. Ejemplo de ello es que los monos naranjas que utilizan los rehenes del autodenominado Estado Islámico son similares a los que utilizaban los presos de Guantánamo. Otro dato lo podemos encontrar en uno de los vídeos encontrados en una memoria USB del domicilio de uno de los detenidos de la Brigada Al Ándalus, en el que varias mujeres desde la cárcel de Abu Ghraib cuentan las violaciones y abusos a las que son sometidas por los soldados que las custodian. Este tipo de vídeos y audios habitualmente recuperados en las casas y ordenadores de detenidos por terrorismo buscan la movilización de yihadistas evocando estas situaciones como justificación y argumento para el uso de la violencia.
Las imágenes de las torturas sufridas en Guantánamo han sido uno de los motivos explotados en la propaganda yihadista, lo que unido al nivel de respeto y admiración que los radicales islamistas tienen a los que allí han estado, demuestran que la prisión ha servido para lo contrario de para lo que se creó. La pregunta que cabe hacernos ahora es, ¿quién ha respondido por ello? La respuesta es cuanto menos desalentadora, ya que no ha habido ninguna responsabilidad política ni penal por la prisión de Guantánamo, a pesar de que Barack Obama ha reconocido que hubo torturas. Por ello, respecto a uno de los temas estrella de su campaña electoral como fue el cierre de Guantánamo, Obama tuvo voluntad pero no fortaleza ni decisión. El legado que deja al flamante presidente electo, Donald Trump, es una prisión con medio centenar de reclusos pero cargada de simbolismo para el yihadismo. La llegada de Trump a la presidencia ha evaporado rápidamente los planes de cierre al haber anunciado que la mantendrá abierta. Una vuelta de tuerca para perpetuar un penoso capítulo de la historia reciente de EE UU. Guantánamo ha perdido las elecciones y se auguran malos tiempos para la defensa de los derechos humanos en la lucha contra el terrorismo.

Tuesday, November 22, 2016

Pornografia, erotismo, obscenidad

Pornografia, erotismo, obscenidad





La tortura como pornografía

Por Joana Bourke*

La autora sostiene que las imágenes pornográficas de las torturas a prisioneros iraquíes "han desnudado por completo la pequeña fuerza que hubiera quedado en la retórica humanitaria sobre la guerra", además de mostrar que la "mujer también puede usar el sexo como poder, para humillar y torturar"

La violencia sexual es un crímen de guerra

Una mujer ata un nudo alrededor del cuello de un hombre desnudo y lo obliga a arrastrarse por el piso. Personas de uniforme desnudan a un grupo de hombres encapuchados y entonces, laboriosamente, los hacen formar una pirámide. Los hombres son forzados a masturbarse y a simular felación. En los días anteriores todos participamos en la contemplación de pornografía. La imagen de hombres y mujeres jóvenes, admirativos y sonrientes, posando frente a sus cautivos desnudos y degradados, ha causado un impacto profundo. Esas instantáneas tal vez nos dicen más de lo que deseamos saber sobre el corazón de las tinieblas de nuestra sociedad.

Este festival de la violencia es altamente pornográfico. Las víctimas han sido reducidas a objetos de exhibicionismo o "carne" anónima. O portan capuchas o el encuadre les ha cortado la cabeza. Personas exultantes toman fotografías de los genitales de sus víctimas. Aquí no hay confusión moral: los fotógrafos ni siquiera parecen estar al tanto de que están registrando un crimen de guerra. Nada sugiere que estén documentando una moralidad particularmente torcida. Para la persona detrás de la cámara, la estética de la pornografía protege de la culpa.

De hecho, hay una atmósfera carnavalesca en las fotografías. Los que perpetraron esta violencia sexual se están divirtiendo evidentemente. El cliché, "la guerra es el infierno", cobra un nuevo y helado vigor en estas imágenes. Después de todo, estas fotografías no son "sobre" los horrores de la guerra. Muchas, si no la mayoría, son parte de una glorificación de la violencia. No hay duda de que muchas de estas imágenes fueron tomadas por personas que les agradaba lo que veían. O lo que habían hecho. Son trofeos; conmemoran acciones agradables.

Es difícil evitar la conclusión de que para algunos de estos estadunidenses crear un espectáculo de sufrimiento era parte de un ritual que los unía. Se está soldando la identidad de un grupo victorioso en un Irak cada vez más brutalizado: esta es una representación de camaradería entre hombres y mujeres que se apartan de la sociedad civilizada de su país por medio de actos de violencia. Sus ritos crueles, y a menudo carnavalescos, constituyen lo que Mijail Bajtín llamaba "transgresión autorizada".

Después de todo, hay una evidencia de que autoridades militares superiores sabían lo que pasaba en la prisión pero voltearon hacia otra parte, aceptando el abuso como necesario para recabar información de inteligencia o para dar una válvula de escape a individuos en pánico que viven en un país que se torna cada vez más hostil.

Más aún, la pornografía del dolor que muestran estas imágenes es de naturaleza fundamentalmente voyeurista. Se representa el abuso para la cámara. Es público, teatral, y cuidadosamente escenificado. Estas imágenes obscenas tienen su contraparte en la peor pornografía sadomasoquista no consentida. Está erotizado el infligir dolor.

Es importante, sin embargo, no ver las imágenes como insólitas. Después de todo, la tortura y la violencia sexual son endémicas en tiempos de guerra. En el pasado, como ahora, el personal militar tiende simplemente a aceptar que se cometan atrocidades, incluidas las sexuales. Como admitió un coronel durante la Primera Guerra Mundial: "He visto a mis propios hombres cometer atrocidades, y debo esperar verlo otra vez. Usted no puede estimular y dejar suelto al animal y entonces confiar en que será capaz de enjaularlo de nuevo cuando usted quiera."

Visto como el resultado inevitable de las necesidades sexuales del hombre (el "animal en el hombre"), la humillación sexual y la violación de prisioneros de guerra fueron consideradas como un problema militar sólo cuando amenazaban directamente la conducción de la guerra o la reputación de una potencia impuesta. Como predijo el general Patton durante la Segunda Guerra Mundial, "habrá algunas violaciones, incuestionablemente." Era "un poco de relajamiento y recreación" para el personal. Los factores que facilitaban otras formas de atrocidades facilitaban la violación. Los uniformes proporcionaban el anonimato. Se deshumanizaba a las víctimas potenciales; los agresores diluían su individualidad. En conflictos militares el pene fue codificado explícitamente como un arma.

Lo que es particularmente interesante en estas fotografías del abuso en Irak es el papel prominente de Lynndie England. Una rama particular de la teoría feminista - popularizada por Sheila Brownmiller y Andrea Dworkin- pretende argumentar que la disposición para violar es inherente al cuerpo masculino. El argumento de que sólo los hombres violan, tienen fantasías de violación, o son beneficiarios de la cultura de la violación, no puede sostenerse frente a ejemplos descarados de autoras femeninas de violencia sexual. En estas fotografías el pene mismo se vuelve un trofeo. La mujer también puede usar el sexo como poder, para humillar y torturar.

No importa cuánto quiera descartar el uso de la palabra "tortura" el secretario de Estado, Collin Powell, no hay otra palabra que pueda describir estos actos. En la tortura y en otras formas de abuso, el causar dolor y humillación no necesariamente busca extraer información. Golpizas, ritos de humillación e insultos verbales se usan a menudo para hacer que los prisioneros describan actos o revelen nombres ya conocidos por la policía o los militares. A menudo las preguntas son de poco valor práctico para los torturadores y para el régimen. Los interrogatorios se suelen acompañar con la demanda para que los prisioneros firmen un documento donde declaran que reconocen los errores de su conducta. La aparente futilidad de esas demandas indica la naturaleza de la empresa de sus torturadores. Quieren destruir la identidad de la víctima.

El mal de la tortura no se restringe a la violencia extrema inflingida al cuerpo. Muchos tipos de dolor intenso y sufrimiento físico, ya sea en la guerra, durante actos de martirio religioso, o simplemente como resultado de una mala salud, son tolerados con dignidad y paciencia. El mal de la tortura está en otra parte: éste le niega a la víctima el mínimo reconocimiento ofrecido por la sociedad y la ley, y al hacerlo así, destruye el respeto que la gente espera de los otros habitualmente. Más importante aún, la tortura apunta a minar la forma en que la víctima se relaciona con su propio yo, y de esta forma amenaza con disolver el fundamento de la personalidad de un hombre. La tortura encarna la violación de otro individuo. La naturaleza sexual de estos actos muestra que los torturadores comprenden el papel central de la sexualidad para la identidad de sus víctimas. Los autores de estas fotografías apuntan a destruir el sentido del yo de la víctima al infligirle una humillación sexual extrema y registrarla. Como en la descripción de Jean Améry, al ser torturada por los nazis, la violación sexual es tan devastadora no tanto por la agonía física sufrida sino porque las otras personas presentes son impermeables a la víctima. La tortura destruye "la confianza en el mundo." Quien haya sucumbido a la tortura
 ya no puede considerar que el mundo es su casa."
La muestra del cruel placer alcanzado en el castigo a los prisioneros iraquíes ha reverberado a través del mundo, confirmando en muchos países el estereotipo negativo de los occidentales como decadentes y obsesos sexuales. Muchas personas han cuestionado los motivos y la acción de guerra en Irak, pero esas imágenes pornográficas han desnudado por completo la pequeña fuerza que hubiera quedado en la retórica humanitaria sobre la guerra. En el mundo árabe, el daño ya está hecho, y es irrevocable.

*Maestra de historia militar y escritora. Fuente; The Guardian (Traducción de Rubén Moheno)  |  Rebelión