(Pienso, hablando legalmente, que hay una razón muy sólida para enjuiciar a todo presidente norteamericano desde la segunda guerra mundial. Todos han sido francos criminales o han estado involucrados en serios crímenes de guerra.) Chomsky

Friday, June 27, 2014

Investigando los crímenes DE EEUU en la Guerra de Vietnam

Investigando los crímenes en la Guerra de Vietnam



Investigando los crímenes en la Guerra de Vietnam
El libro "Dispara a todo lo que se mueva", del periodista Nick Turse, investiga las matanzas de civiles que se produjeron en la Guerra de Vietnam y muestra que lejos de ser una anomalía respondían a una estrategia militar de Estados Unidos.
Libro:Dispara a todo lo que se mueva", Nick TurseRedacción 26/06/2014
La Guerra de Vietnam es uno de los conflictos bélicos que ha marcado el siglo XX y que forma parte del imaginario colectivo más allá de Estados Unidos a través del cine y la literatura.

La imagen que ha dejado es la de una cruel guerra sin sentido alentada por la paranoia anticomunista norteamericana y en la que un pequeño país de campesinos supo resistir frente a la potente maquinaria bélica de Washington.
Algunos hechos deplorables como la masacre de My Lai han pasado a la historia como sucesos aislados, atribuidos a la fuerte tensión que sufrían los soldados norteamericanos y que sus mandos no consiguieron controlar.
Sin embargo el periodista Nick Turse, tras una rigurosa investigación documental, muestra otra realidad en su libro "Dispara a todo lo que se mueva".
Después de un meticuloso trabajo de investigación, revisando fuentes documentales y a su vez testigos directos, Nick Turse demuestra con claridad que las matanzas y atrocidades cometidas contra la población civil por parte de las tropas estadounidenses no fueron de ningún modo accidentales, sino que formaban parte de una estrategia militar detallada y cuidadosa.
¿Podría ser que los Estados Unidos --los «buenos chicos» del mundo-- hubieran puesto en marcha un sistema de destrucción que convertía las zonas rurales en campos de exterminio y hacía de los crímenes de guerra algo casi inevitable? Lejos de ser una simple aventura fallida, para Turse la guerra de Vietnam marcó el comienzo de una nueva forma de hacer la guerra, con estrategias propias del management empresarial, cuyos efectos sobre la política internacional siguen presentes en nuestros días.
Nick Turse (1975) es historiador, periodista y autor de diversas obras de no ficción. Ha sido galardonado con diversos premios de crónicas y periodismo de investigación.
Publica con frecuencia en medios como Los Angeles Times, San Francisco Chronicle o The Nation.
El trabajo de investigación para el libro "Dispara a todo lo que se mueva" le ha hecho merecedor de la beca Guggenheim, del Premio Ridenhour al Mérito Informativo y de una beca en el Instituto Radcliffe para Estudios Avanzados de la Universidad de Harvard.
La editorial Sexto Piso publica  "Dispara a todo lo que se mueva" en su colección Realidades, con traducción de María Tabuyo y Agustín López Tobajas.

Países con mayor número de nuevos desplazados internos

Países con mayor número de nuevos desplazados internos | esglobal





Se estima que hubo 8,2 millones de nuevos desplazados internos en el planeta en 2013, un 24%  más respecto al año anterior. De Oriente Medio a África, pasando por Asia y América Latina, he aquí los Estados que registraron a lo largo del año pasado las cifras más altas de nuevos civiles abocados a abandonar sus hogares a causa del conflicto y  la violencia. En total 33,3 millones de personas se encuentran en estas circunstancias en el mundo, un nuevo y triste récord. -Ana Mangas
Las cifras y gran parte de la información proviene del documento Global Overview 2014: People internally displaced by conflict and violence (mayo 2014).

 

Siria. 3,5 millones de nuevos desplazados en 2013. Total: al menos 6,5 millones (datos diciembre 2013, IDMC)
De media 9.500 sirios huyen de sus casas cada día, lo que explica que el país aporte el 43% a los datos de nuevos desplazamientos internos en el mundo. Se estima que al menos el 32% de la población total viven bajo estas circunstancias a causa de la guerra que desangra el país desde hace tres años. La crisis siriano solo alimenta las cifras globales, también los regionales: el número de desplazados internos en Oriente Medio y África es casi cinco veces mayor que hace un lustro. Sin embargo, el conflicto en Siria no es el único responsable; la inestabilidad e inseguridad en Yemen, Libia, Líbano y Palestina contribuyen a este escenario y, sobre todo, la violencia sectaria en Irak, el sexto país del planeta con más desplazados. Allí la cifra llega a los 2,1 millones.
En la foto, una familia siria llega a un campamento para desplazados en la ciudad de Idlib, en el norte del país, cerca de la frontera con Turquía. © Mustafa Ozer/AFP/Getty Images

Thursday, June 26, 2014

Represión en Egipto | Opinión

Represión en Egipto | Opinión | EL PAÍS

Represión en Egipto

El presidente Al Sisi no merece el apoyo que recibe de las potencias democráticas



Este mismo mes, tras ser declarado vencedor de las elecciones presidenciales egipcias —en una votación a la búlgara pero con mucha menor participación de la que habría deseado—, el general Abdelfatá al Sisi aseguró que pretendía libertad para Egipto, haciéndose eco del eslogan del levantamiento popular de 2011. Los hechos desmienten al antiguo jefe del Ejército, autor del golpe hace un año contra el Gobierno islamista de Mohamed Morsi y desde entonces inspirador de una brutal represión política, con miles de muertos y encarcelados.

Si las palabras de Al Sisi no resultan sorprendentes, sí lo es la rapidez y el alcance de la indulgencia occidental hacia el nuevo presidente egipcio. El secretario de Estado Kerry le acaba de hacer explícito personalmente el apoyo de Washington, que reanuda su millonaria ayuda en armas y dinero a los militares cairotas, suspendida tras el golpe contra Morsi. La cruda realidad regional se impone a cualquier otra consideración, incluida la del respeto a los más elementales derechos humanos. Obama, y Europa a remolque, ve en Al Sisi a un aliado fiable contra la expansión yihadista en Oriente Próximo.
Un tribunal egipcio acaba de condenar a muerte a más de 180 miembros de los Hermanos Musulmanes por el ataque a una comisaría. La sentencia prolonga otras de marzo y abril pasados que impusieron la última pena a otros varios cientos de islamistas. Este lunes, tres periodistas del canal de televisión catarí Al Yazira, uno de ellos australiano, han sido condenados a siete años de prisión por conspirar con el grupo islamista prohibido, en una sentencia tan insostenible y política como las anteriores. Como si los tribunales egipcios no fueran una prolongación del poder ejecutivo, como si presidiera una democracia en vez de un camuflaje civil para una dictadura castrense, Al Sisi ha declarado que no interfiere con las sentencias y que respeta la independencia de sus tribunales.
Occidente, sin embargo, debe reconsiderar su complacencia hacia Al Sisi. El líder egipcio empuña el timón de un país al borde de la bancarrota, dividido y con una insurgencia incipiente. La estabilidad de la nación más poblada e influyente del mundo árabe no llegará de la mano de políticas ciegamente represoras, sino de inversiones extranjeras, un sistema legal digno de ese nombre y la ampliación del espacio de la ahora asfixiada sociedad civil.

Wednesday, June 25, 2014

Derechos civiles y racismo en EE.UU.: la asignatura pendiente de Obama

Derechos civiles y racismo en EE.UU.: la asignatura pendiente de Obama | Miradas de Internacional





7004399568 4f7002cdf9 z 610x458 600x450 Derechos civiles y racismo en EE.UU.: la asignatura pendiente de Obama

Mujeres afroamericanas en una protesta por la muerte de Trayvon Martin./ Greg Lilly
Artículo originalmente publicado en catalán en Extramurs.cat
En Estados Unidos el racismo sigue siendo una cuestión delicada y presente. Aunque, desde sus orígenes, ha sido un país de inmigración donde las diferentes etnias y culturas han tenido que aprender a convivir, dejando de lado el esclavismo, el choque todavía está latente. Incluso hoy en día, con el primer presidente negro al frente de la nación, los estadounidenses arrastran esta losa.
La lucha por los derechos civiles de las minorías, ya sean afroamericanas, latinas o asiáticas, ha sido una constante en la historia de Estados Unidos. El asesinato del joven Trayvon Martin , por ejemplo, causó la movilización más masiva de la opinión pública desde que Obama llegó a la Casa Blanca. A menudo, las decisiones del Tribunal Supremo, como en el caso del rechazo de la discriminación positiva en las universidades , también han contribuido a perjudicar el statu quo de las minorías y a reavivar su indignación.
Muchos casos han servido para ilustrar esta situación, pero ¿en qué punto se encuentran las minorías de los Estados Unidos? A continuación analizamos cuatro factores que explican cuál es la actual situación de los derechos raciales en el autoproclamado país de las libertades:

1. Racismo en la NBA

Es el punto más superficial pero también el más llamativo y el que ha hecho volver – una vez más – el debate racial en la primera plana de los diarios. El caso de Donald Sterling ya es conocido por todos: el propietario de Los Ángeles Clippers, equipo mediático de la NBA, fue pillado in fraganti regañando a su pareja por relacionarse con personas negras. Las palabras del multimillonario provocaron un alud de réplicas y reacciones, desde Magic Johnson a Obama , pasando por las críticas de los jugadores de la liga de baloncesto. La más contundente, la de la misma NBA, obligará a Sterling a vender el equipo y marcharse de la competición.
En medio de esta ola, otro propietario de equipo de la NBA ha añadido más leña al fuego. Mark Cuban, responsable de los Dallas Mavericks y conocido por ser polémico allí donde va, confesó que “si ve a un joven negro con capucha por la calle y es de noche cambia de acera y que si en ésta hay un blanco rapado y tatuado vuelve a cambiar de lado “. A pesar de haber pedido perdón , las declaraciones han vuelto a poner en debate los “inevitables” prejuicios raciales de esta sociedad.

2. La decepción Obama

La llegada de Obama al poder, en 2009, tenía que suponer un cambio en la política estadounidense y una mejora radical en los derechos civiles de las minorías. La imagen del primer presidente afroamericano de Estados Unidos fue un hito histórico – así como una excelente campaña de marketing – con una simbología muy poderosa. Seis años después, habiendo sido reelegido para un segundo mandato, la figura del presidente está muy tocada.
Pese a que gran parte de la comunidad afroamericana cree que los derechos de los negros y su progreso social ha mejorado desde la elección del demócrata , la mayoría aceptan que todavía hay mucha discriminación racial a erradicar. Obama ha visto cómo parte de la opinión pública se le ha girado en contra por sus políticas de inmigración y medios como el New York Times, proclives al presidente durante el primer mandato, la han criticado con contundencia. Aunque el demócrata ha llevado a cabo medidas para congelar las deportaciones en sectores específicos hasta la aprobación de la reforma migratoria – como es el caso de los llamados dreamers -, las cifras son irrefutables: la administración Obama ha deportado inmigrantes a un ritmo frenético, muy superior al de Bush y Clinton. La población hispana, electores esenciales del Partido Demócrata, se siente atemorizada por la posibilidad de que los expulsen del país. Mientras tanto, Obama espera a que la reforma migratoria se desbloquee y se reserva en el bolsillo la opción de firmar una orden ejecutiva, que pondría fin a las deportaciones pero que dañaría aún más las negociaciones para hacer avanzar la esperada reforma.

3. La dureza republicana en el bloqueo de la reforma migratoria

El sistema de inmigración de Estados Unidos hace aguas desde hace años. De momento, la reforma migratoria bipartidista, el gran objetivo del segundo mandato de Obama, está estancada en la Cámara de Representantes, donde se negocian diferentes cláusulas. Desde junio pasado, cuando el Senado aprobó la ley, los republicanos han cambiado el inmovilismo enrocado para una postura más dialogante y han ofrecido más concesiones.
Sin embargo, el partido encabezado en la cámara por John Boehner no ha cedido en varios aspectos y ha mantenido un tono de superioridad racial preocupante. La propuesta republicana, que opta por legalizar a los inmigrantes pero sin concederles la ciudadanía, reza: “los indocumentados podrán vivir legalmente y sin miedo sólo si están dispuestos a reconocer su culpa, pagar los impuestos atrasados, aprender los valores americanos y mantenerse sin la ayuda del Estado “. Un pack demasiado idílico para los intereses conservadores.
Diferentes personalidades demócratas, desde el fiscal general, Eric Holder, a la líder de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, han acusado a los republicanos de tener una base motivada por el racismo . Mientras el partido de Obama es más propenso a la mejora de los derechos de las minorías , los conservadores se muestran más intransigentes, incluso cuando este aspecto es cada vez más determinante en las elecciones. Saben que la aprobación de la reforma migratoria sería un éxito rotundo de Obama así que intentarán dar la vuelta al juego para ir imponiendo, con su mayoría, cláusulas que oscurezcan el triunfo demócrata y resalten su capacidad de adaptación a los tiempos. Por ello, los republicanos tendrán que ir haciendo equilibrios entre el creciente papel de los latinos y afroamericanos en la vida política del país y la opinión de la base más recalcitrante , encarnada por el Tea Party.

4. El aumento de las desigualdades

Pese al fortalecimiento de la economía estadounidense, la crisis ha pasado factura y ha abierto, aún más, la amplia brecha que separa a las grandes fortunas de la clase trabajadora. Según el estudio del economista Thomas Piketty en su libro Capital en el siglo XXI, las desigualdades en los Estados Unidos han llegado a niveles similares a los del siglo XIX, un dato extremadamente preocupante.
El hundimiento del sistema financiero arrastró a la clase media, pero no a las élites, que miraban desde sus torres cómo el tsunami económico lo destruía todo. Desde los años 70 los ingresos de los trabajadores apenas han aumentado mientras que los salarios del 1% más rico del país se han elevado un 165%, según explica el Nobel de Economía Paul Krugman. No sólo los ricos son más ricos y los pobres más pobres, sino que los segundos disponen de menos oportunidades para revertir su situación. La clase media estadounidense ha sido la víctima de este descalabro afectando con especial sangría a las minorías étnicas o raciales. Mientras que, a finales de 2013, la tasa de desempleo de los blancos era del 5,9%, entre la comunidad hispana era del 8,3% y entre la afroamericana, del 11, 9%. Unos datos bastante significativos.
Ante la crítica situación del país, la desigualdad se ha convertido en uno de los pilares fundamentales del debate político. Obama, consciente de la vital importancia de la brecha social, ha hecho suya la lucha contra las desigualdades. El primer paso fue marcarlo como una prioridad en la agenda presidencial – refiriéndose a él durante el discurso de la unión como el “mayor desafío de nuestros tiempos” -, el segundo, firmar una orden ejecutiva para aumentar el salario mínimo a los 10 dólares. El partido republicano, más dividido y menos consciente del problema , ya fue castigado en las elecciones generales, cuando la imagen de plutócrata de Mitt Romney no convenció a los electores. En el ámbito local, el demócrata Bill de Blasio llegó la alcaldía de Nueva York con la desigualdad como bandera, para sanar una herida que se había ido haciendo mayor durante los doce años de mandato del multimillonario Michael Bloomberg.
Más allá de polémicas estériles y de ocupar páginas de los periódicos, la cuestión racial, en todas sus facetas, se ha convertido en un punto clave en la agenda política de demócratas y republicanos y supondrá, de cara a los próximos comicios, un factor cada vez más determinante.

Sunday, June 22, 2014

Cómo crear en una semana una poderosa potencia terrorista

Cómo crear en una semana una poderosa potencia terrorista | CONTRAINJERENCIA

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a creación de nuevos estados es un oficio peligroso y casi siempre los estados nacen en medio de sangre y violencia. Pero el país que está naciendo estos días al sur de Turquía, atravesando sus viejas colonias, está batiendo todos los récords.
Este territorio, conocido como el Estado Islámico de Irak y Siria (EIIS), o también como el Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL), no necesita ningún reconocimiento internacional, ni la membresía de Naciones Unidas, ni un lugar apropiado en el mapa político mundial. La gente allí tiene objetivos muy distintos.
Ellos quieren ‘complacer’ a la humanidad combinando dos famosos guiones del mundo islámico: los petrodólares de Oriente Medio mezclados con el fanatismo irresistible de los talibanes, y todo esto a la escala internacional de Al Qaeda, indica el politóligo Maxim Samorúkov en el portal ruso Slon.
De momento el nuevo nombre del país es bastante rebuscado y huele a viejas realidades: el Estado Islámico de Irak y el Levante. Pero al parecer el nombre del país no les preocupa, porque en las demás áreas sus líderes tienen un éxito casi total.
Bajo su control se encuentra ya un vasto territorio que se extiende desde las afueras de Alepo, en el norte de Siria, pasando hacia el este por el valle del Éufrates, atravesando la antigua frontera colonial en el norte de Irak y llegando hasta los suburbios de Bagdad.
La nación que ha formado este país son árabes sunitas, que representan la mayoría de la población de este territorio. Su ideología nacional es el Islam sunita radical.
Y lo más importante, no importa cómo llamemos esta área: sea un país o un territorio, tiene un presupuesto estatal muy importante y fuentes permanentes de reposición, comparable con algunos de los principales países del mundo.
El Estado Islámico de Irak y el Levante se configuró de forma inesperada y muy rápidamente: la semana pasada. Pero sus raíces se pueden encontrar en los acontecimientos de hace una década, cuando las tropas estadounidenses estaban muy preocupadas por demoler monumentos a Saddam Hussein.
Junto con los monumentos al dictador fueron también destruidos el aparato estatal y el mando del Ejército, anteriormente compuesto por oficiales de la minoría sunita (democráticamente sustituidos por oficiales mal preparados de la mayoría chií).
Pero las personas que durante los 30 años en el poder de Saddam a menudo se dedicaron a torturar o simplemente brillar por su presencia no ‘se encajaron’ en una nueva realidad, por lo que muchos de ellos se unieron a la resistencia armada antiestadounidense y antichií. Así, en 2004 se formó una rama iraquí de Al Qaeda.
Pocos años más tarde las relaciones con la ‘empresa’ de Bin Laden dejó de interesarles y cambiaron su nombre por el de Estado Islámico de Irak. Y, a medida que crecían sus ambiciones, añadieron la palabra Levante, es decir, el Mediterráneo Oriental.
Su organización tuvo un verdadero éxito después de que Obama retirara las tropas estadounidenses de Irak a finales de 2011. En 2013, la agrupación enfocó sus actividades en el este de Siria, donde después de dos años de guerra civil se podía hacer cualquier cosa. Y por último, en junio de este año, los islamistas organizaron una verdadera ‘guerra relámpago’ en Irak, añadiendo a sus posesiones en pocos días, casi todas las áreas de mayoría sunita, entre ellos la segunda en importancia, la ciudad iraquí de Mosul. Y todo lo hicieron con una rapidez mayor que la llegada al poder en Afganistán de los talibanes en 1994.

Bancos, petróleo y armas

El éxito sin precedentes del Estado Islámico de Irak y el Levante no se dio de la nada, fue producto no solo del terrorismo sino también de la capacidad de sacar provecho de los crímenes. Los cabecillas de la organización no solo explotaban y asesinaban, también con diligencia construyeron en los territorios conquistados una especie de país, primitivo pero organizado: Recaudan impuestos, administran justicia, proporcionan a la población algunos de los servicios sociales básicos, organizan un adoctrinamiento (tanto en primera persona como a través de las redes sociales), y reclutan voluntarios para su Ejército, cuyo número en los últimos días ha aumentado varias veces y ahora se estima en 15.000 personas.
Y lo más importante, crean constantemente su califato con una base económica sólida. Los líderes de los radicales islámicos han pasado de los simples crímenes al sólido y lucrativo negocio del petróleo. En el este de Siria, no controlado por el poder central del país, se apoderaron de varios yacimientos de petróleo y plantas de energía, y procedieron a vender el crudo y la electricidad al Gobierno de Bashar al Assad. Este lo compraba encantado ya que los islamistas iraquíes lucharon en contra de los rebeldes sirios. Tal operación permitió al Estado Islámico de Irak y el Levante ahorrar hasta el inicio de este verano más de 800 millones de dólares.
Y con este dinero pudieron ‘ganar’ mucho más. Los islamistas resultaron bastante ricos para organizar una brillante operación de captura del norte de Irak y especialmente de Mosul, la segunda ciudad en importancia del país. El desmotivado Ejército iraquí no pudo resistir ante los fanáticos. Como resultado, los islamistas capturaron una enorme cantidad de activos financieros: solo en el Banco Central de Mosul encontraron oro y otros objetos por valor de más de 400 millones de dólares, y su presupuesto total se estima ahora en 2.000 millones. Este no es el límite porque estos díasse libran combates por la mayor refinería de petróleo de Irak, que produce 150.000 barriles de petróleo por día. Naturalmente, los islamistas tienen pocas probabilidades de llegar a utilizarlo a plena capacidad e incluso vender los productos a precios mundiales, pero incluso una pequeña parte de esta producción les garantizará ingresos estables y altos.
Otras organizaciones terroristas no pueden ni siquiera soñar con esos ingresos. Por ejemplo, Al Qaeda en sus ‘mejores años’ tuvo ingresos anuales de decenas de millones de dólares. Incluso los ingresos estimados de los talibanes, con sus campos de opio en Afganistán, no superan los 400 millones de dólares anuales, mientras que el PIB de Somalia o los ingresos anuales del presupuesto de Mauritania o Eritrea equivalen a 2.000 millones aproximadamente.
Las perspectivas son tristes. Entre Alepo y Bagdad surge un territorio ‘petroterrorista’, lleno de montañas de armas estadounidenses abandonadas por el desmoralizado Ejército nacional. A la cabeza de este Califato se ponen los fanáticos religiosos, bastantes más crueles que los talibanes. Pero a diferencia de estos, no tendrán que meterse en el negocio del opio, ya que tendrán cantidad de crudo suficiente para hacer realidad sus sueños.
Y no hay fuerzas capaces de derrotar a este país islamista, porque el Ejército iraquí no sirve de mucho y porque para Obama sería una humillación volver a introducir tropas en Irak, tras retirarlas recientemente con total solemnidad y promesas de que el nuevo Gobierno iraquí podría controlar el país.
Ya es posible creer en la posibilidad de un frente unido entre Teherán y Assad, cuyas fuerzas se lanzan en ofensiva contra los radicales sunitas con el apoyo aéreo de Estados Unidos.

Thursday, June 19, 2014

"Paz", de Leo Vroman. POR LIBIA, POR SIRIA, POR AFGANISTAN...

asamblea de palabras: Poema del día: "Paz", de Leo Vroman (Holanda, 1915...: Si llega una paloma de cien libras con su ramo de olivo entre las garras a contarme historietas arrulladas al oído, a coro de dulces viud...



CONTRA TODAS LAS GUERRAS QUE OCCIDENTE PROCURA



"Paz", de Leo Vroman (Holanda, 1915-2014)

Si llega una paloma de cien libras

con su ramo de olivo entre las garras

a contarme historietas arrulladas

al oído, a coro de dulces viudas,

de cómo se ha acabado ya la guerra

repitiendo lo mismo hasta cien veces:

otras cien lloraré a lágrima perra.



Desde el día en que, inesperadamente,

me hube precipitado en un taxímetro

dejándome en la noche un agujero

que cada día aumenta de perímetro,

desde que mi bien dulce y lastimero

quedó plantado, enjuto del rubor,

tan tieso que la piedra rebotó

contra sus lomos, tengo ya la piel

demasiado reseca y recia para

que sude todavía en la plegaria:

mas sí para arrancarme la durez

y rechinar «paz, paz» con toda rabia.



Amor es pestilente maravilla

de mal decapitadas co-lujurias

si he de seguir viviendo sin la paz:

la paz mecagoendios la paz la paz;

porque el estruendo aquel desgarrador

que me arrancaba al pronto de mi amor

aún me saca espantado de la cama

en que a veces los dos vemos en sueños

que la guerra de ayer vuelve calzada

de gamuza. Nosotros no podemos

hacer ya ciertas cosas y no obstante

nos tiramos, corremos y a todo esto

chillamos al oído uno del otro,

y tan desesperados que, un instante,

podemos casi oírnos nuestros sueños.

¿Cómo no blasfemar cuando las llamas

de una ciudad tiempo hace ya repuesta

se suben por los muros de mi casa

y me envuelven el cuarto y me despiertan?



Y no es tanto el recién asado niño

convertido en un fuego de artificio

que me parece horrible, horrible, horrible:

sino que el mundo, el siglo no se inmute

después de que, de un golpe, se hundan casas,

se derrumbe una torre y se haga polvo

y barro de bodega abandonada;

que una alcaldía esté inútil del todo,

que cruentas llamas y llameante sangre

empapelen el aire con las partes

vivientes de los muertos, buena gente;

que un silencio de siglos medie antes

de que el niño pasmado en ese quicio

quede así estrangulado aunque ya alce

los brazos en auxilio.



Ven esta noche y cuéntame la historia

de cómo se ha acabado ya la guerra,

repítela cien veces de memoria:

que otras cien lloraré a lágrima perra.



Leo Vroman, incluido en Antología de la poesía neerlandesa moderna (Ediciones Saturno, Barcelona, 1971, selecc. y trad. de Francisco Carrasquer).

Wednesday, June 18, 2014

¿Una nueva política exterior para India? | esglobal

¿Una nueva política exterior para India? | esglobal





AFP/Getty Images
El nuevo Primer Ministro indio, Narendra Modi (derecha), da la mano a su homologo paquistaní, Nawaz Sharif, durante una reunión en Nueva Delhi, mayo 2014.

El flamante primer ministro indio, Narendra Modi, no ha tardado en marcar su impronta en política exterior. La ceremonia de investidura en Nueva Delhi ha sido una perfecta escenificación de la importancia que concede el nuevo Gobierno a los asuntos internacionales y, particularmente, a su vecindario inmediato. Dirigentes de todos los países vecinos –incluyendo el primer ministro paquistaní– asistieron a la ceremonia, lo que marca un hito en la historia del Sur de Asia. Al igual que sucede en el interior de India, fuera del país –tanto regional como globalmente– las expectativas creadas son muchas. La política exterior de Modi no va a suponer una ruptura brusca con la década Singh, pero seguro será más proactiva, asertiva en algunos casos y con la economía jugando un mayor papel.
India es ya la décima economía mundial y un socio comercial y económico de primera magnitud para las grandes economías asiáticas y países de la OCDE. Sin embargo, la relación económica con sus vecinos es escasa y en algunos casos irrelevante. India afronta un vecindario complicado –todos sus vecinos, salvo Bután, figuran entre los 30 primeros del ránking de Estados fallidos elaborado conjuntamente por la revista Foreign Policy y el Fondo por la Paz– y adverso –todos, de nuevo salvo Bután, albergan importantes sentimientos antiindios–. Las razones son, fundamentalmente, políticas y tienen consecuencias graves, en primer lugar, en lo que respecta a la seguridad india, pero también lastran las posibilidades de desarrollo y aspiraciones globales de  Nueva Delhi.
Pakistán es, como es sabido, la principal preocupación regional de India. Las relaciones entre ambos desde la independenciahan pasado por diversas fases, pero nunca han estado exentas de tensiones y desconfianzas. No en vano, se han enfrentado en cuatro guerras (1947-48, 1965, 1971 y 1999) y sólo en los últimos años han estado a punto de hacerlo en otras dos ocasiones (2001-2002 y 2008). En ambos casos, tras graves ataques terroristas contra los parlamentos de Srinagar y Delhi y la ciudad de Mumbai respectivamente, gestados en territorio paquistaní y con clara participación de determinados actores estatales. Por ello, la presencia del primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif, en la investidura de Modi, despierta esperanzas sobre la reanudación del paralizado proceso de normalización iniciado en su día por él mismo y Atal Vajpayee, el otro primer ministro del BJP que ha tenido India, y que se vio truncado por la guerra de Kargil (1999) y los atentados terroristas referidos.
Este deshielo indo-pakistaní ha estado plagado de gestos –el sari blanco que ha enviado Sharif para la madre de Modi y el chal que éste le había enviado previamente–, pero también de contenidos –una reunión de una hora entre ambos mandatorios en, según parece, un clima de cordialidad–. La difícil situación económica de Pakistán es uno de los elementos que impulsan a Sharif a buscar una mejora en las relaciones bilaterales. Esto también podría reportar oportunidades a India, pero lo que busca Modi –y es lo que India lleva décadas persiguiendo– es un acomodo funcional con su problemático vecino. La evolución de este deshielo dependerá de la capacidad de Sharif de controlar a los sectores de las Fuerzas Armadas y la inteligencia (ISI) no interesados estratégicamente en la perspectiva de una paz duradera con India y que, además, tutelan la actividad de una parte significativa del terrorismo yihadista radicado en el país. La pelota está, pues, en el tejado de Islamabad.
Modi ha puesto mucho empeño, también, en mostrarse como un líder responsable y disipar los temores que su acervo nacionalista hindú provoca en algunos sectores. El programa electoral del BJP habla de una revisión de la doctrina nuclear india pero, como ha reiterado el propio Modi, su política de no primer uso y de no uso contra países no nucleares no está en cuestión. El objetivo es actualizar el planteamiento y despliegue nuclear indio para garantizar una capacidad de respuesta (second strike) creíble ante un hipotético ataque. Una posición más sólida de Nueva Delhi en esta cuestión puede resultar más propicia para superar litigios tanto con Pakistán como con China.
El relanzamiento de las relaciones con Pekín es, precisamente, otro de los elementos destacados de estos primeros días del Gobierno de Modi. El primer ministro chino, Li Keqiang, fue el primero en felicitarle telefónicamente y el ministro de Exteriores chino, Wang Yi, ya se ha reunido en Nueva Delhi con la recién nombrada, SushmaSwaraj –primera mujer en ocupar el cargo de ministra de Exteriores y una dirigente de peso y larga trayectoria en el BJP– para articular este reacercamiento. Las disputas fronterizas son el principal escollo y pese a su persistencia en el tiempo y la creciente asertividad china, no resultarán necesariamente insuperables. En las últimas dos décadas, cuando le ha resultado conveniente, Pekín ha dado muestras de un enorme pragmatismo y capacidad de resolución de litigios fronterizos enquistados. Los aspectos económicos serán los que, probablemente, dominarán en primer lugar la agenda bilateral. Gujarat, el Estado indio gobernado por Modi desde 2001, ha recibido, de hecho, el grueso de la inversión china en India y el propio líder indio ha visitado China en cuatro ocasiones. De momento, Modi y el presidente Xi Jinping se verán en la cumbre de los BRICS que se celebrará en julio en Brasil y el primer ministro indio ya ha transmitido a Pekín su invitación para que Xi visite Nueva Delhi antes de finales de año.
Estados Unidos es el otro gran vector de la agenda exterior de India y las expectativas con esta nueva etapa son, de nuevo y en ambos lados, muy altas. Con la llegada de Modi, Washington confía en poder desatascar su relación con Nueva Delhi. Lo que tiene algo de paradójico ya que el primer ministro indio está sujeto desde 2005 a restricción de visado por parte de EE UU por los disturbios comunales de marzo de 2002 en Gujarat. La administración Obama se ha apresurado en felicitar a Modi y transmitirle su invitación para que visite Estados Unidos, pero ha recibido críticas por este acercamiento tardío. Modi, por su parte, ha indicado que no alberga ningún resentimiento hacia Washington y ha mostrado su deseo de construir una relación sólida y profunda, sobre la “base de la igualdad y el beneficio mutuo”. En línea con el pensamiento estratégico de Vajpayee, Modi considera que India y EE UU son “aliados naturales”.
Modi visitará la Casa Blanca a finales de septiembre y ha hecho caso omiso de quienes le sugerían que, como represalia por el veto previo, se reuniera con Obama exclusivamente en Nueva York durante la celebración de la Asamblea General de Naciones Unidas. En palabras de C. Raja Mohan, uno de los investigadores indios más reputados e influyentes, y que ha expresado en diversas ocasiones su apuesta por una alianza estrecha entre Washington y Nueva Delhi, “Modi ha entendido lo que muchos en la comunidad estratégica india no han hecho. Una relación activa y productiva con EE UU provee de mucho más peso diplomático a India en su interacción con otras grandes potencias, incluidas China, Rusia, Europa y Japón, así como una ampliación del margen de maniobra en Asia y el océano Índico”.
Bután es la primera parada en la agenda de visitas internacionales de Modi. Se trata, como se ha indicado, del país del vecindario con el que Nueva Delhi mantiene una relación más fluida y amigable. Así que el viaje es un reconocimiento a esta situación, permite al nuevo dirigente testar y engrasar su maquinaria diplomática en un entorno favorable y se enfatiza la prioridad que concede Modi a la mejora de las relaciones con el vecindario inmediato. Los siguientes destinos en la agenda son Japón, Nepal y Australia, es decir, un vecino y dos socios estratégicos con los que es previsible un estrechamiento significativo de las relaciones. Además del resto de países del vecindario y Afganistán, Israel y Singapur son países que, con toda seguridad, entrarán pronto en la agenda de Modi, quien, de hecho, ya los ha visitado en su capacidad de Ministro Jefe de Gujarat (al igual que Japón). 
El sector de negocios europeo –igual que el de EE UU– ha recibido y respaldado con entusiasmo la llegada de Modi al poder. Sin embargo, y aunque las reformas del nuevo primer ministro ofrezcan muy probablemente buenas oportunidades de negocio para grandes compañías europeas, la Unión Europea no parece figurar en la agenda de prioridades de Modi. La UE, a diferencia de algunos Estados miembros (significativamente Francia, Alemania y el Reino Unido), no tiene una imagen muy definida ni gran relevancia a ojos de Nueva Delhi, a pesar de que –como tal– es su principal socio comercial. España, como expuso en una reciente conferencia en Casa Asia el embajador español en India, Gustavo de Arístegui, ha hecho los deberes y en los últimos tiempos la relación entre Madrid y Nueva Delhi, particularmente en materia económica, se ha reforzado significativamente y algunas de las grandes empresas españolas se encuentran bien posicionadas en el mercado indio. Sin embargo, aún es necesario un esfuerzo adicional por introducir en el pensamiento estratégico indio la idea de España como socio global (UE, América Latina, Mediterráneo) para Delhi. Las posibilidades que ofrece España, particularmente en lo que se refiere al acceso a América Latina y el Mediterráneo son muchas y deben ser exploradas. Esa es la línea en la que conviene trabajar para aprovechar la ventana de oportunidad que se abre con el nuevo Gobierno.

¿Una nueva política exterior para India? | esglobal

¿Una nueva política exterior para India? | esglobal



AFP/Getty Images
El nuevo Primer Ministro indio, Narendra Modi (derecha), da la mano a su homologo paquistaní, Nawaz Sharif, durante una reunión en Nueva Delhi, mayo 2014.
El flamante primer ministro indio, Narendra Modi, no ha tardado en marcar su impronta en política exterior. La ceremonia de investidura en Nueva Delhi ha sido una perfecta escenificación de la importancia que concede el nuevo Gobierno a los asuntos internacionales y, particularmente, a su vecindario inmediato. Dirigentes de todos los países vecinos –incluyendo el primer ministro paquistaní– asistieron a la ceremonia, lo que marca un hito en la historia del Sur de Asia. Al igual que sucede en el interior de India, fuera del país –tanto regional como globalmente– las expectativas creadas son muchas. La política exterior de Modi no va a suponer una ruptura brusca con la década Singh, pero seguro será más proactiva, asertiva en algunos casos y con la economía jugando un mayor papel.
India es ya la décima economía mundial y un socio comercial y económico de primera magnitud para las grandes economías asiáticas y países de la OCDE. Sin embargo, la relación económica con sus vecinos es escasa y en algunos casos irrelevante. India afronta un vecindario complicado –todos sus vecinos, salvo Bután, figuran entre los 30 primeros del ránking de Estados fallidos elaborado conjuntamente por la revista Foreign Policy y el Fondo por la Paz– y adverso –todos, de nuevo salvo Bután, albergan importantes sentimientos antiindios–. Las razones son, fundamentalmente, políticas y tienen consecuencias graves, en primer lugar, en lo que respecta a la seguridad india, pero también lastran las posibilidades de desarrollo y aspiraciones globales de  Nueva Delhi.
Pakistán es, como es sabido, la principal preocupación regional de India. Las relaciones entre ambos desde la independenciahan pasado por diversas fases, pero nunca han estado exentas de tensiones y desconfianzas. No en vano, se han enfrentado en cuatro guerras (1947-48, 1965, 1971 y 1999) y sólo en los últimos años han estado a punto de hacerlo en otras dos ocasiones (2001-2002 y 2008). En ambos casos, tras graves ataques terroristas contra los parlamentos de Srinagar y Delhi y la ciudad de Mumbai respectivamente, gestados en territorio paquistaní y con clara participación de determinados actores estatales. Por ello, la presencia del primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif, en la investidura de Modi, despierta esperanzas sobre la reanudación del paralizado proceso de normalización iniciado en su día por él mismo y Atal Vajpayee, el otro primer ministro del BJP que ha tenido India, y que se vio truncado por la guerra de Kargil (1999) y los atentados terroristas referidos.
Este deshielo indo-pakistaní ha estado plagado de gestos –el sari blanco que ha enviado Sharif para la madre de Modi y el chal que éste le había enviado previamente–, pero también de contenidos –una reunión de una hora entre ambos mandatorios en, según parece, un clima de cordialidad–. La difícil situación económica de Pakistán es uno de los elementos que impulsan a Sharif a buscar una mejora en las relaciones bilaterales. Esto también podría reportar oportunidades a India, pero lo que busca Modi –y es lo que India lleva décadas persiguiendo– es un acomodo funcional con su problemático vecino. La evolución de este deshielo dependerá de la capacidad de Sharif de controlar a los sectores de las Fuerzas Armadas y la inteligencia (ISI) no interesados estratégicamente en la perspectiva de una paz duradera con India y que, además, tutelan la actividad de una parte significativa del terrorismo yihadista radicado en el país. La pelota está, pues, en el tejado de Islamabad.
Modi ha puesto mucho empeño, también, en mostrarse como un líder responsable y disipar los temores que su acervo nacionalista hindú provoca en algunos sectores. El programa electoral del BJP habla de una revisión de la doctrina nuclear india pero, como ha reiterado el propio Modi, su política de no primer uso y de no uso contra países no nucleares no está en cuestión. El objetivo es actualizar el planteamiento y despliegue nuclear indio para garantizar una capacidad de respuesta (second strike) creíble ante un hipotético ataque. Una posición más sólida de Nueva Delhi en esta cuestión puede resultar más propicia para superar litigios tanto con Pakistán como con China.
El relanzamiento de las relaciones con Pekín es, precisamente, otro de los elementos destacados de estos primeros días del Gobierno de Modi. El primer ministro chino, Li Keqiang, fue el primero en felicitarle telefónicamente y el ministro de Exteriores chino, Wang Yi, ya se ha reunido en Nueva Delhi con la recién nombrada, SushmaSwaraj –primera mujer en ocupar el cargo de ministra de Exteriores y una dirigente de peso y larga trayectoria en el BJP– para articular este reacercamiento. Las disputas fronterizas son el principal escollo y pese a su persistencia en el tiempo y la creciente asertividad china, no resultarán necesariamente insuperables. En las últimas dos décadas, cuando le ha resultado conveniente, Pekín ha dado muestras de un enorme pragmatismo y capacidad de resolución de litigios fronterizos enquistados. Los aspectos económicos serán los que, probablemente, dominarán en primer lugar la agenda bilateral. Gujarat, el Estado indio gobernado por Modi desde 2001, ha recibido, de hecho, el grueso de la inversión china en India y el propio líder indio ha visitado China en cuatro ocasiones. De momento, Modi y el presidente Xi Jinping se verán en la cumbre de los BRICS que se celebrará en julio en Brasil y el primer ministro indio ya ha transmitido a Pekín su invitación para que Xi visite Nueva Delhi antes de finales de año.
Estados Unidos es el otro gran vector de la agenda exterior de India y las expectativas con esta nueva etapa son, de nuevo y en ambos lados, muy altas. Con la llegada de Modi, Washington confía en poder desatascar su relación con Nueva Delhi. Lo que tiene algo de paradójico ya que el primer ministro indio está sujeto desde 2005 a restricción de visado por parte de EE UU por los disturbios comunales de marzo de 2002 en Gujarat. La administración Obama se ha apresurado en felicitar a Modi y transmitirle su invitación para que visite Estados Unidos, pero ha recibido críticas por este acercamiento tardío. Modi, por su parte, ha indicado que no alberga ningún resentimiento hacia Washington y ha mostrado su deseo de construir una relación sólida y profunda, sobre la “base de la igualdad y el beneficio mutuo”. En línea con el pensamiento estratégico de Vajpayee, Modi considera que India y EE UU son “aliados naturales”.
Modi visitará la Casa Blanca a finales de septiembre y ha hecho caso omiso de quienes le sugerían que, como represalia por el veto previo, se reuniera con Obama exclusivamente en Nueva York durante la celebración de la Asamblea General de Naciones Unidas. En palabras de C. Raja Mohan, uno de los investigadores indios más reputados e influyentes, y que ha expresado en diversas ocasiones su apuesta por una alianza estrecha entre Washington y Nueva Delhi, “Modi ha entendido lo que muchos en la comunidad estratégica india no han hecho. Una relación activa y productiva con EE UU provee de mucho más peso diplomático a India en su interacción con otras grandes potencias, incluidas China, Rusia, Europa y Japón, así como una ampliación del margen de maniobra en Asia y el océano Índico”.
Bután es la primera parada en la agenda de visitas internacionales de Modi. Se trata, como se ha indicado, del país del vecindario con el que Nueva Delhi mantiene una relación más fluida y amigable. Así que el viaje es un reconocimiento a esta situación, permite al nuevo dirigente testar y engrasar su maquinaria diplomática en un entorno favorable y se enfatiza la prioridad que concede Modi a la mejora de las relaciones con el vecindario inmediato. Los siguientes destinos en la agenda son Japón, Nepal y Australia, es decir, un vecino y dos socios estratégicos con los que es previsible un estrechamiento significativo de las relaciones. Además del resto de países del vecindario y Afganistán, Israel y Singapur son países que, con toda seguridad, entrarán pronto en la agenda de Modi, quien, de hecho, ya los ha visitado en su capacidad de Ministro Jefe de Gujarat (al igual que Japón). 
El sector de negocios europeo –igual que el de EE UU– ha recibido y respaldado con entusiasmo la llegada de Modi al poder. Sin embargo, y aunque las reformas del nuevo primer ministro ofrezcan muy probablemente buenas oportunidades de negocio para grandes compañías europeas, la Unión Europea no parece figurar en la agenda de prioridades de Modi. La UE, a diferencia de algunos Estados miembros (significativamente Francia, Alemania y el Reino Unido), no tiene una imagen muy definida ni gran relevancia a ojos de Nueva Delhi, a pesar de que –como tal– es su principal socio comercial. España, como expuso en una reciente conferencia en Casa Asia el embajador español en India, Gustavo de Arístegui, ha hecho los deberes y en los últimos tiempos la relación entre Madrid y Nueva Delhi, particularmente en materia económica, se ha reforzado significativamente y algunas de las grandes empresas españolas se encuentran bien posicionadas en el mercado indio. Sin embargo, aún es necesario un esfuerzo adicional por introducir en el pensamiento estratégico indio la idea de España como socio global (UE, América Latina, Mediterráneo) para Delhi. Las posibilidades que ofrece España, particularmente en lo que se refiere al acceso a América Latina y el Mediterráneo son muchas y deben ser exploradas. Esa es la línea en la que conviene trabajar para aprovechar la ventana de oportunidad que se abre con el nuevo Gobierno.