(Pienso, hablando legalmente, que hay una razón muy sólida para enjuiciar a todo presidente norteamericano desde la segunda guerra mundial. Todos han sido francos criminales o han estado involucrados en serios crímenes de guerra.) Chomsky

Wednesday, June 25, 2014

Derechos civiles y racismo en EE.UU.: la asignatura pendiente de Obama

Derechos civiles y racismo en EE.UU.: la asignatura pendiente de Obama | Miradas de Internacional





7004399568 4f7002cdf9 z 610x458 600x450 Derechos civiles y racismo en EE.UU.: la asignatura pendiente de Obama

Mujeres afroamericanas en una protesta por la muerte de Trayvon Martin./ Greg Lilly
Artículo originalmente publicado en catalán en Extramurs.cat
En Estados Unidos el racismo sigue siendo una cuestión delicada y presente. Aunque, desde sus orígenes, ha sido un país de inmigración donde las diferentes etnias y culturas han tenido que aprender a convivir, dejando de lado el esclavismo, el choque todavía está latente. Incluso hoy en día, con el primer presidente negro al frente de la nación, los estadounidenses arrastran esta losa.
La lucha por los derechos civiles de las minorías, ya sean afroamericanas, latinas o asiáticas, ha sido una constante en la historia de Estados Unidos. El asesinato del joven Trayvon Martin , por ejemplo, causó la movilización más masiva de la opinión pública desde que Obama llegó a la Casa Blanca. A menudo, las decisiones del Tribunal Supremo, como en el caso del rechazo de la discriminación positiva en las universidades , también han contribuido a perjudicar el statu quo de las minorías y a reavivar su indignación.
Muchos casos han servido para ilustrar esta situación, pero ¿en qué punto se encuentran las minorías de los Estados Unidos? A continuación analizamos cuatro factores que explican cuál es la actual situación de los derechos raciales en el autoproclamado país de las libertades:

1. Racismo en la NBA

Es el punto más superficial pero también el más llamativo y el que ha hecho volver – una vez más – el debate racial en la primera plana de los diarios. El caso de Donald Sterling ya es conocido por todos: el propietario de Los Ángeles Clippers, equipo mediático de la NBA, fue pillado in fraganti regañando a su pareja por relacionarse con personas negras. Las palabras del multimillonario provocaron un alud de réplicas y reacciones, desde Magic Johnson a Obama , pasando por las críticas de los jugadores de la liga de baloncesto. La más contundente, la de la misma NBA, obligará a Sterling a vender el equipo y marcharse de la competición.
En medio de esta ola, otro propietario de equipo de la NBA ha añadido más leña al fuego. Mark Cuban, responsable de los Dallas Mavericks y conocido por ser polémico allí donde va, confesó que “si ve a un joven negro con capucha por la calle y es de noche cambia de acera y que si en ésta hay un blanco rapado y tatuado vuelve a cambiar de lado “. A pesar de haber pedido perdón , las declaraciones han vuelto a poner en debate los “inevitables” prejuicios raciales de esta sociedad.

2. La decepción Obama

La llegada de Obama al poder, en 2009, tenía que suponer un cambio en la política estadounidense y una mejora radical en los derechos civiles de las minorías. La imagen del primer presidente afroamericano de Estados Unidos fue un hito histórico – así como una excelente campaña de marketing – con una simbología muy poderosa. Seis años después, habiendo sido reelegido para un segundo mandato, la figura del presidente está muy tocada.
Pese a que gran parte de la comunidad afroamericana cree que los derechos de los negros y su progreso social ha mejorado desde la elección del demócrata , la mayoría aceptan que todavía hay mucha discriminación racial a erradicar. Obama ha visto cómo parte de la opinión pública se le ha girado en contra por sus políticas de inmigración y medios como el New York Times, proclives al presidente durante el primer mandato, la han criticado con contundencia. Aunque el demócrata ha llevado a cabo medidas para congelar las deportaciones en sectores específicos hasta la aprobación de la reforma migratoria – como es el caso de los llamados dreamers -, las cifras son irrefutables: la administración Obama ha deportado inmigrantes a un ritmo frenético, muy superior al de Bush y Clinton. La población hispana, electores esenciales del Partido Demócrata, se siente atemorizada por la posibilidad de que los expulsen del país. Mientras tanto, Obama espera a que la reforma migratoria se desbloquee y se reserva en el bolsillo la opción de firmar una orden ejecutiva, que pondría fin a las deportaciones pero que dañaría aún más las negociaciones para hacer avanzar la esperada reforma.

3. La dureza republicana en el bloqueo de la reforma migratoria

El sistema de inmigración de Estados Unidos hace aguas desde hace años. De momento, la reforma migratoria bipartidista, el gran objetivo del segundo mandato de Obama, está estancada en la Cámara de Representantes, donde se negocian diferentes cláusulas. Desde junio pasado, cuando el Senado aprobó la ley, los republicanos han cambiado el inmovilismo enrocado para una postura más dialogante y han ofrecido más concesiones.
Sin embargo, el partido encabezado en la cámara por John Boehner no ha cedido en varios aspectos y ha mantenido un tono de superioridad racial preocupante. La propuesta republicana, que opta por legalizar a los inmigrantes pero sin concederles la ciudadanía, reza: “los indocumentados podrán vivir legalmente y sin miedo sólo si están dispuestos a reconocer su culpa, pagar los impuestos atrasados, aprender los valores americanos y mantenerse sin la ayuda del Estado “. Un pack demasiado idílico para los intereses conservadores.
Diferentes personalidades demócratas, desde el fiscal general, Eric Holder, a la líder de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, han acusado a los republicanos de tener una base motivada por el racismo . Mientras el partido de Obama es más propenso a la mejora de los derechos de las minorías , los conservadores se muestran más intransigentes, incluso cuando este aspecto es cada vez más determinante en las elecciones. Saben que la aprobación de la reforma migratoria sería un éxito rotundo de Obama así que intentarán dar la vuelta al juego para ir imponiendo, con su mayoría, cláusulas que oscurezcan el triunfo demócrata y resalten su capacidad de adaptación a los tiempos. Por ello, los republicanos tendrán que ir haciendo equilibrios entre el creciente papel de los latinos y afroamericanos en la vida política del país y la opinión de la base más recalcitrante , encarnada por el Tea Party.

4. El aumento de las desigualdades

Pese al fortalecimiento de la economía estadounidense, la crisis ha pasado factura y ha abierto, aún más, la amplia brecha que separa a las grandes fortunas de la clase trabajadora. Según el estudio del economista Thomas Piketty en su libro Capital en el siglo XXI, las desigualdades en los Estados Unidos han llegado a niveles similares a los del siglo XIX, un dato extremadamente preocupante.
El hundimiento del sistema financiero arrastró a la clase media, pero no a las élites, que miraban desde sus torres cómo el tsunami económico lo destruía todo. Desde los años 70 los ingresos de los trabajadores apenas han aumentado mientras que los salarios del 1% más rico del país se han elevado un 165%, según explica el Nobel de Economía Paul Krugman. No sólo los ricos son más ricos y los pobres más pobres, sino que los segundos disponen de menos oportunidades para revertir su situación. La clase media estadounidense ha sido la víctima de este descalabro afectando con especial sangría a las minorías étnicas o raciales. Mientras que, a finales de 2013, la tasa de desempleo de los blancos era del 5,9%, entre la comunidad hispana era del 8,3% y entre la afroamericana, del 11, 9%. Unos datos bastante significativos.
Ante la crítica situación del país, la desigualdad se ha convertido en uno de los pilares fundamentales del debate político. Obama, consciente de la vital importancia de la brecha social, ha hecho suya la lucha contra las desigualdades. El primer paso fue marcarlo como una prioridad en la agenda presidencial – refiriéndose a él durante el discurso de la unión como el “mayor desafío de nuestros tiempos” -, el segundo, firmar una orden ejecutiva para aumentar el salario mínimo a los 10 dólares. El partido republicano, más dividido y menos consciente del problema , ya fue castigado en las elecciones generales, cuando la imagen de plutócrata de Mitt Romney no convenció a los electores. En el ámbito local, el demócrata Bill de Blasio llegó la alcaldía de Nueva York con la desigualdad como bandera, para sanar una herida que se había ido haciendo mayor durante los doce años de mandato del multimillonario Michael Bloomberg.
Más allá de polémicas estériles y de ocupar páginas de los periódicos, la cuestión racial, en todas sus facetas, se ha convertido en un punto clave en la agenda política de demócratas y republicanos y supondrá, de cara a los próximos comicios, un factor cada vez más determinante.

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