(Pienso, hablando legalmente, que hay una razón muy sólida para enjuiciar a todo presidente norteamericano desde la segunda guerra mundial. Todos han sido francos criminales o han estado involucrados en serios crímenes de guerra.) Chomsky

Friday, January 13, 2012

Guantánamo: su cierre, promesa incumplida de Barack Obama

Guantánamo: su cierre, promesa incumplida de Barack Obama

Guantánamo: su cierre, promesa incumplida de Barack Obama

12 ENERO 2012 HAGA UN COMENTARIO

guantanamoProtestas contra el campo de concentración más infame del mundo se realizaron en Washington, Los Ángeles y otras ciudades, y por algunos de sus 171 reos, para marcar el décimo aniversario de la existencia del centro de detención de “terroristas” en Guantánamo, que casi sin excepción ha sido denunciado por las principales organizaciones de derechos humanos y cuyo cierre es promesa incumplida del presidente Barack Obama.

El 11 de enero de 2002 el gobierno de George W. Bush llevó 20 detenidos a su base militar en Guantánamo, Cuba, que se convirtió en un campo de concentración fuera del alcance de las leyes nacionales e internacionales para encarcelar, interrogar y, según organismos de derechos humanos, torturar a personas acusadas de ser “combatientes enemigos” en la “guerra” mundial contra el “terrorismo”. Los 20 serían los primeros de casi 800 que han pasado por ahí en el transcurso de la última década; 171 siguen prisioneros.

“Guantánamo ha infectado todo lo que ha tocado. Marcamos este aniversario abismal sabiendo, con pesar en el corazón, que no obstante la promesa electoral del presidente Obama de cerrar la instalación, iniciará su décimo año de operaciones más enraizado que nunca en la vida estadunidense”, declaró Tom Parker, director de políticas antiterroristas y derechos humanos de Amnistía Internacional en Estados Unidos.

Su organización, al lado de decenas de grupos defensores de derechos humanos y civiles, como Witness to Torture y Veteranos por la Paz, realizaron actos de protesta en Estados Unidos, incluida una manifestación frente a la Casa Blanca y una marcha de 171 activistas vestidos de traje anaranjado y capucha, representando a los detenidos en Guantánamo; actos parecidos fueron realizados en Los Ángeles y otras ciudades del país.

En Guantánamo, reos iniciaron tres días de protestas desde el martes para marcar el aniversario, que incluyen huelgas de hambre y desobediencia, reportaron algunos de sus abogados defensores desde la isla.

A pesar de que Obama, en uno de sus primeros actos como presidente, emitió una orden ejecutiva para cerrar el campo en un plazo de un año, el centro de detención permanece abierto y su gobierno recientemente consagró en ley la política de detención indefinida de sospechosos sin cargos o proceso judicial.

De los casi 800 detenidos que han pasado por Guantánamo, 171, de 23 países, permanecen ahí. Unos 600 fueron liberados durante la última década. Por lo menos 22 de los detenidos tenían menos de 18 años cuando fueron capturados. Del total que han pasado por ahí, ocho han muerto en Guantánamo. Sólo siete han sido acusados formalmente de cometer un delito (dos han sido liberados). Sólo uno fue liberado de Guantánamo en 2011 y trasladado a su país contra su voluntad; dos salieron en ataúd. De los que permanecen, 89 tienen aprobada su liberación pero no se sabe para cuándo. Otros 46 han sido “aprobados” para detención indefinida y 36 han sido referidos a procesos judiciales militares.

El Centro para Derechos Constitucionales (CCR), que desde el inicio ha enfrentado los fundamentos legales de Guantánamo y ayudado en la representación jurídica de algunos detenidos, y otras organizaciones de derechos humanos, reiteraron su demanda de clausura del centro de detención y de “transparencia” y rendimiento de cuentas por los abusos cometidos ahí y en otros como el de Bagram, incluidas las cárceles clandestinas. “Rechazamos la mantención de las políticas de detención e interrogación ilegales y abusivas de la era Bush en el gobierno de Obama”.

Agregan que “Guantánamo permanece como el caso vergonzoso de la redada del gobierno estadunidense de casi 800 hombres y jóvenes, clasificarlos indiscriminadamente como ‘lo peor de lo peor’ y tirarlos en una prisión en una isla, diseñada para existir más allá del alcance de la ley, donde no tenían derecho a impugnar su detención o abuso. La vasta mayoría de los prisioneros en Guantánamo nunca debieron ser detenidos, para empezar”.

Otra campaña, llamada Cierren Guantánamo Ahora, está respaldada por decenas de abogados, ex oficiales militares, jueces y periodistas, entre ellos el coronel retirado Lawrence Wilkerson, quien fue jefe de equipo del ex secretario de Estado Colin Powell; el coronel retirado Morris Davis, ex jefe de fiscales de los tribunales militares en Guantánamo, y el prestigiado abogado de Washington Tom Wilner. Afirman que “Guantánamo daña a nuestro país cada día que permanece abierto y continúa sirviendo como potente símbolo para el reclutamiento de terroristas”. Agregan que su existencia “mina el compromiso básico con el estado de derecho, haciendo menos seguro ese principio fundamental para todo estadunidense”.

El gobierno de Obama reiteró esta semana que aún está comprometido con clausurar la prisión en Guantánamo y recordó que legisladores promovieron una serie de medidas que han frenado el proceso para lograr ese objetivo.

Pero el abogado J. Wells Dixon, de CCR, con clientes en Guantánamo, como otros críticos, afirmó que Obama “ha demostrado poco liderazgo o valentía, y efectivamente ha claudicado en sus planes de cerrar Guantánamo frente a sus opositores políticos…. Guantánamo simplemente se ha convertido en parte del panorama estadunidense. Nosotros, como nación, como pueblo, hemos normalizado y aceptado la existencia de una prisión que Amnistía Internacional una vez llamó ‘el Gulag de nuestro tiempo’”.

(Tomado de La Jornada)

Horror en la Base Naval de Guantánamo: Decenas de enfermos mentales sufrieron torturas

26 ABRIL 2011 8 COMENTARIOS
Base Naval de Guantánamo

Base Naval de Guantánamo, una bandera. Ilustración: Raúl Barbolla

Una treintena de presos del penal militar padecían enfermedades psiquiátricas, varios intentaron quitarse la vida y al menos tres lo lograron, en 2006, según documentos filtrados por Wikileaks a varios diarios, que muestran a unos interrogadores obsesionados por dar con el paradero de Osama Bin Laden y reflejan la violencia que marcaba las relaciones entre guardianes y prisioneros.

La política de Guantánamo se basa en el ‘por si acaso’. Todo depende de su ‘posible’ relación con grupos terroristas, de los que según los informes, solo un 22% de los presos han resultado ser de especial interés para los Servicios de Inteligencia estadounidenses, del 78% restante su nivel informativo era medio o bajo.

Modulá Abdul Raziq, de 40 años, consumía sus propias heces, bebía champú y embadurnaba con excrementos su cuerpo desnudo en una celda de Guantánamo. Es uno de los presos que menos tiempo ha permanecido en el penal, ocho meses, y fue transferido a Afganistán en septiembre de 2002, antes de que comenzaran los juicios que revisan el estatuto de combatiente enemigo.

El afgano logró la libertad no porque los norteamericanos reconocieran su equivocación, sino porque su lamentable estado psiquiátrico “dificulta o imposibilita obtener información durante los interrogatorios”, según señala un informe secreto en el que el general de brigada Michael R. Lehnert, del cuerpo de Marines de Estados Unidos, pide su repatriación a Afganistán.

Treinta presos en Guantánamo padecían enfermedades psiquiátricas, depresiones profundas, graves trastornos de personalidad y varios protagonizaron reiterados intentos de suicidio que en algunos casos se consumaron, según las evaluaciones médicas a las que se les sometía en el campo Rayos X al ingresar en el centro carcelario y que ahora salen a la luz.

Los documentos secretos del Departamento de Defensa norteamericano a los que ha tenido acceso EL PAÍS demuestran que pese a su enfermedad la mayoría pasaron años encerrados antes de ser trasladados a sus países de origen. La búsqueda de información primó por encima de la salud y como en el caso del afgano Modulá Abdul Raziq solo fueron entregados cuando se comprobó que su lamentable estado impedía obtener información de inteligencia fiable sobre Al Qaeda y sus grupos asociados.

Modulá fue detenido en Afganistán por fuerzas antitalibanes y llegó a Guantánamo en enero de 2002. El informe del general Lehnert señala que en los primeros interrogatorios el preso aseguró que tenía problemas matrimoniales, adicción a los narcóticos y que ya entonces se le diagnosticaron síntomas de esquizofrenia y otras anomalías psicóticas. Durante su traslado en avión hasta el penal tuvo que ser sedado y maniatado.

Desde su llegada exhibió “extremos comportamientos psicóticos” como rasgar su uniforme, atar trozos de ropa en sus extremidades, consumir sus heces, beber champú, orinar en su cantimplora, arrojar agua sucia y escupir a los guardianes. “El equipo de psiquiatras asegura que el detenido número 356 es incapaz de facilitar un testimonio veraz. Los interrogatorios en Guantánamo han determinado que no es miembro de Al Qaeda. Debido al estado mental, el detenido es incapaz de facilitar información real o de cualquier naturaleza”, aseguró el general en su informe.

La enfermedad de Modulá Abdul se convirtió en un problema para los guardianes de Guantánamo. “El detenido 356 es un problema de seguridad en el campo Rayos X donde sus acciones agitan a otros detenidos y obligan al personal a centrarse en él”, argumenta Lehnert. “Recomiendo que sea trasladado del campo y repatriado a Afganistán para que sea tratado por las propias agencias (de inteligencia) de su país”. El general estima que un tribunal lo declararía incapaz y cree improbable que las autoridades afganas le permitan volver a unirse al enemigo.

En Guantánamo se han producido docenas de intentos frustrados de suicidio entre la población reclusa, según revelan los informes de evaluación del Departamento de Defensa de EE UU. La salud del detenido es el primer parámetro que recogen estos informes secretos después de los datos personales, nombre y apellidos, alias, lugar de nacimiento y nacionalidad. A la mayoría de los presos se les atribuye buena salud, aunque en muchos casos se recogen a continuación un rosario de dolencias o carencias físicas importantes.

Juma Muhamed Abd al Latif al Dosari, de 38 años, natural de Bahréin, ostenta el récord del campo. Su informe le atribuye hasta una docena de “serios” intentos de suicidio. “El más reciente fue en diciembre de 2005, cuando se cortó el cuello”, recoge su ficha fechada en julio de 2006 y firmada por el contraalmirante Harry B. Harris. “Tiene un importante desorden depresivo, personalidad limitada con trato pasivo y agresivo…”, continúa el párrafo que arranca con la siguiente frase: “El detenido goza de buena salud”.

Ha pasado cinco años en Guantánamo, donde se le consideraba como un preso de alto riesgo y alto valor de inteligencia por haber reclutado supuestamente a una célula de yihadistas en Búfalo (EE UU). Un recluso le identificó como cocinero de Al Qaeda. Fue transferido a Arabia Saudí.

El saudí Mishal Awad Sayaf Alhabiri, de 31 años, intentó suicidarse colgándose en su celda y sufrió “significantes daños cerebrales por la pérdida de oxígeno” hasta terminar en una silla de ruedas. “Ha estado hospitalizado desde entonces y tiene impredecibles emociones y comportamientos. Sufrió lesiones en la cabeza por un accidente de motocicleta a los 18 años. También sufrió una amputación de su dedo índice izquierdo y ha sido tratado aquí por depresión”, reconoce su informe, fechado en 2004. Pese a que su evaluación aseguraba que el valor de inteligencia de este preso era bajo, permaneció en Guantánamo durante tres años hasta ser entregado a Arabia Saudí por recomendación del general de brigada Jay W. Hood.

Pese a que en 2004 el Departamento de Defensa de EE UU hizo un informe sobre Sahakruj Hamiduya, preso uzbeko de 31 años, en el que recomendaba su entrega a otro país porque no era miembro de Al Qaeda ni representaba una amenaza, permaneció siete años en su celda hasta que fue transferido a Irlanda en 2009. Este estudiante de taekwondo, que confesó haber ido a Afganistán a participar en la yihad contra los infieles para vengar la muerte de un familiar, se intentó suicidar en dos ocasiones con un trozo de sábana. Sufría alucinaciones. Su informe advierte que pese a no haber participado en acciones terroristas ni tener significados lazos con estas organizaciones “su conducta agresiva y pasado familiar lo convierten en un atractivo objetivo para el futuro reclutamiento”.

Yasser al Zahrani murió en su celda de Guantánamo con 21 años. Según el Ejército norteamericano se suicidó con su sábana el 10 de junio de 2006, el mismo día que otros dos presos, en una acción coordinada de protesta. Había entrado al campo con 17 años y en su ficha se aseguraba que su nivel de riesgo era medio y el de inteligencia bajo. Murió tres meses después de que se redactara su evaluación, en la que no se cita ningún riesgo de suicidio. Los familiares y abogados de los tres presos cuestionan la versión oficial.

A ojos de los psiquiatras militares, la enfermedad de algunos presos se transforma en peligro de militancia en los grupos yihadistas. Zakir Yan Hasan, uzbeko de 37 años, al que le diagnosticaron depresiones, es un buen ejemplo de lo que a juicio de los jefes del penal supone un riesgo potencial porque “sus alteraciones psicológicas le hacen vulnerable al reclutamiento y manipulación de las organizaciones extremistas, las cuales explotarían su vulnerabilidad para utilizarlo en actividades terroristas”, dice su informe. Zakir era mecánico de coches en un taller de su pueblo y acabó entrenándose en Al Faruq, uno de los campos terroristas de Al Qaeda. Tras cuatro años en Guantánamo fue entregado a Albania.

En esa misma lista de enfermos de riesgo figuró durante años Ayman Said Abdulá Batarfi, de 41 años, médico yemení de Osama Bin Laden en las cuevas de Tora Bora (Afganistán). “Tiene buena salud, pero pobre estado mental… paranoia y esquizofrenia. No es dócil con el tratamiento a consecuencia de su psicosis”, dice su informe secreto. Su cercanía al jefe de Al Qaeda, a su escudero egipcio Ayman al Zawahiri y a los combatientes yihadistas a los que asistió durante la invasión norteamericana de Afganistán en 2001 ha sido el argumento principal para mantenerlo preso durante siete años hasta su entrega a Yemen en 2009.

“El detenido es extremadamente inteligente y ha facilitado mucha información sobre sí mismo y otros asociados a la ONG Wafa Humanitarian Organization (para la que trabajaba)”, dice el contraalmirante Buzby en su evaluación. La lista de la potencial información que podía facilitar en los interrogatorios es interminable. Un recluso que luchó en Tora Bora le acusó de hacerse el loco.

Los ancianos con demencia senil y depresión también pueden ser terroristas, según los parámetros que rigen en Guantánamo.

El afgano Mohamed Sadiq, de 89 años, entró en el penal el 4 de mayo de 2002 y fue sometido a la prueba del polígrafo, donde se demostró que no sabía manejar el teléfono satélite Thuraya que encontraron en un registro en su casa. Tampoco conocía la identidad de una lista de teléfonos sospechosos de estar relacionados con el movimiento talibán. Pasó cuatro meses encerrado en su celda hasta que un informe del general de división Michael E. Dunlavey recomendó su entrega a las autoridades afganas por su enfermedad y porque no tenía “ningún valor de inteligencia para EE UU”.

El manual del interrogador

Cualquiera que interrogue a alguno de los detenidos en el penal de Guantánamo debería saber la diferencia entre “la gran yihad” y “la pequeña yihad”. La primera es un proceso íntimo que viene a ser el esfuerzo por ser un buen musulmán. La segunda, que incluiría “luchar para proteger a otros musulmanes”, “se ha popularizado recientemente como la guerra santa”, explica uno de los manuales para interrogadores de la prisión estadounidense en la isla de Cuba a los que han tenido acceso este diario y otros medios internacionales.

El Departamento de Defensa de EE UU elaboró esa y otras guías para que los interrogadores y los analistas pudieran contextualizar, y comprender, la información que recibían de los presos. El objetivo era doble: conocer sus actividades previas a ser encarcelados y también “la intención del detenido de suponer una amenaza terrorista [en el futuro para Estados Unidos o sus aliados] si tuviera la oportunidad [de hacerlo]“.

Uno de los manuales, que ocupa apenas cuatro folios y entre sus varias fuentes cita la enciclopedia Wikipedia, empieza con una “breve historia del conflicto de Afganistán” resumida en 10 líneas: desde la invasión soviética de 1979 hasta que los talibanes tomaron el control del país, en 1996.

Otro de los manuales -titulado Matrices de indicadores de amenaza para combatientes enemigos- detalla un largo listado de hechos que deben ser tenidos en cuenta al evaluar si el arrestado en cuestión es miembro o colaborador de la red Al Qaeda. El abanico es amplísimo. Incluye llevar un reloj Casio de un modelo determinado, un teléfono satélite o dinero en billetes de 100 dólares. Y una nota a pie de página explica a interrogadores y analistas: “Es poco probable que un detenido sin trabajo y que lleve cierto tiempo en Afganistán tenga un billete de 100 dólares. Y es conocido que los líderes de Al Qaeda han repartido billetes de 100 dólares para ayudar a los luchadores cuando escaparon de Afganistán”.

Otros indicadores son haber asistido a la boda de un hijo de Osama Bin Laden, haber “viajado a Pakistán o Afganistán utilizando las rutas generalmente utilizadas por la red terrorista Al Qaeda”, rutas que detalla el documento o haber frecuentado ciertas mezquitas incluidas una de Quebec, otra de Lyon y otra de Milán además de templos islámicos en Karachi o Saná.

Los documentos también detallan respuestas de los arrestados que deben hacer saltar las alarmas al interrogador porque son, según EE UU, tapaderas habitualmente utilizadas por miembros de Al Qaeda. Recomienda no fiarse cuando alguien con educación básica asegure que iba a Afganistán a estudiar o enseñar el islam. O señala que “viajar a Afganistán por cualquier motivo tras los ataques terroristas del 11-S es seguramente una invención total siendo la intención real apoyar a Osama Bin Laden mediante hostilidades directas contra las fuerzas de EE UU”.

El Departamento de Estado alerta a los interrogadores sobre tácticas que pueden usar los detenidos: “hablar lentamente”, cosa que “aburre y frustra al interrogador”, “pedirle que repita la pregunta” o enredar al funcionario en una discusión irrelevante, a menudo sobre cuestiones religiosas.

Las guías incluyen pautas para que los interrogadores de Guantánamo evalúen y clasifiquen a los prisioneros: pueden recomendar que sigan encarcelados, que sean transferidos o que sean excarcelados en función del riesgo que suponen en opinión de las autoridades estadounidenses y cuán valiosa sea la información que facilitan. Uno de los motivos para ser etiquetado como de riesgo alto es “si [el preso] ha recibido entrenamiento terrorista avanzado o posee destrezas únicas y la intención de apoyar futuras acciones terroristas”.

El riesgo, en cambio, es de nivel medio “si posee algunas destrezas especiales, educación u otras aptitudes para dirigir o apoyar el terrorismo y es candidato a estar implicado en terrorismo en el futuro”. Se considera que el riesgo es bajo, entre otras razones, “si ha tenido poca o ninguna relación con terroristas, grupos terroristas o redes de apoyo a terroristas”. Advierte el documento de que los indicadores “no son pruebas de la culpabilidad o inocencia del detenido” sino meros indicadores de la amenaza que supondrían de ser liberados.

(Con información de El País y The Guardian)

Guantánamo: La cárcel más cara del mundo está en Cuba

15 NOVIEMBRE 2011 9 COMENTARIOS
Una imagen de Guantánamo tomada por al Agencia AP, el 6 de junio de 2008.

Una imagen de Guantánamo tomada por al Agencia AP, el 6 de junio de 2008.

Guantánamo es mucho más que un problema en la agenda del régimen del actual presidente de Estados Unidos, Barack Obama. Representa un enorme gasto económico para su gobierno, el cual invierte al año un total de US$137 millones anuales para mantener a sus 171 internos.

Con un total de US$800 mil que invierte el tesoro estadounidense en cada uno de los reos, la cárcel de Guantánamo se ha convertido actualmente, a 10 años de su construcción, en la más cara del mundo. Ningún otro país invierte tantos recursos públicos en mantener una prisión.

Según detalla un informe del diario El País, 1,300 personas trabajan en este complejo carcelario y no son solo soldados. Hay intérpretes, cocineros, asesores culturales y psiquiatras. La principal tarea de los soldados escontrolar a los presos cada tres minutos como mínimo. A los reos aislados en el área de máxima seguridad, conocida como Camp 5, se les controla cada 30 segundos. Cada oficial de la Marina asignado a esta prisión gana en promedio 2,900 dólares al mes.

Esto quiere decir que los soldados asignados a la prisión de máxima seguridad, encargada de albergar a supuestos terroristas como Khaled Sheikh Mohammed y Abdl A-Rahim al Nashiri, sospechosos de haber ideado los atentados contra Washington y Nueva York del 11-S, ganan tanto como los que arriesgan sus vidas todos los días en la invasión a Afganistán.

(Con información de agencias)

EEUU recluirá sin juicio para siempre a reos de Guantánamo

24 DICIEMBRE 2010 9 COMENTARIOS

Prisioneros GuantánamoPor Isabel Piquer, de Público

El Gobierno de Barack Obama está preparando la ley que le permitirá retener indefinidamente en Guantánamo a los presos que considera más peligrosos y que no pasarán por ningún tribunal, ni civil ni militar. Según la noticia, que publicó el miércoles el Washington Post, la nueva normativa deja cierto margen de maniobra a los abogados de los detenidos para que puedan recurrir.

Es parte del plan que el Gobierno de EEUU elabora desde hace algo más de un año. El Postdetallaba ayer que un grupo de trabajo intergubernamental ha determinado que 48 de los 174 detenidos que permanecen en la prisión de la base naval no abandonarán la isla.

El diario apuntaba que la orden ejecutiva podría aplicarse incluso si el Congreso bloquea los planes de Washington de trasladar a territorio estadounidense a los otros detenidos para ser enjuiciados.

Un proyecto presupuestario de Defensa, que ya ha sido aprobado por la Cámara de Representantes y está ahora ante el Senado, prohibiría transferir a EEUU a ningún detenido de Guantánamo. Eso descartaría la posibilidad de que se lleven a cabo juicios civiles para cualquiera de los detenidos, como tenía previsto el equipo de Obama.

Un revés para Obama

Si se aprueba esta ley, con el amplio respaldo de los republicanos, el Gobierno sólo podría enjuiciar a los presos en comisiones militares en Guantánamo, tal y como se empezó a hacer durante la era Bush, lo que supondría un serio revés para el presidente Obama.

En mayo de 2009, el presidente estableció cinco categorías de prisioneros para facilitar su tramitación por el sistema judicial estadounidense y acelerar el cierre de la prisión. Algunos pasarían por tribunales federales “lo suficientemente duros para condenar a terroristas” , otros serían enjuiciados en comisiones militares “versión Obama”, que otorgarían más derechos a los detenidos a la hora de elegir a sus abogados y más protección si se negaran a testificar. Tampoco se admitirían pruebas obtenidas bajo tortura (el motivo por el que se crearon estas comisiones en 2006).

Una tercera categoría concernía a los detenidos “cuya liberación ya había sido ordenada por los tribunales” porque “no encontraron razones legítimas para mantenerlos en Guantánamo”. Se creía también que otros prisioneros “podrían ser transferidos a otros países” también por falta de pruebas. Y una quinta categoría, la más complicada, concernía a un núcleo duro que no podía ser juzgado y suponía, en palabras de Obama, “un peligro para el pueblo estadounidense” ; prisioneros que “recibieron entrenamiento en los campos de Al Qaeda o dirigieron tropas talibanes”. Para ellos, el Gobierno estaba estudiando formas de “detención prolongada” bajo supervisión judicial y del Congreso.

De momento, nada está saliendo bien, ni siquiera la vía legal tradicional. En 2009, uno de los detenidos en Guantánamo, Ahmed Khalfan Ghailani, fue enjuiciado en un tribunal federal en Nueva York.

Hace un mes, las autoridades judiciales lo declararon culpable de sólo uno de los 285 cargos en su contra por los atentados contra embajadas estadounidenses en África en el año 1998.


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