Libro de Notas: Silvio Berlusconi: "Yo soy conservador, pero mejor que conserven los demás"
Silvio Berlusconi: "Yo soy conservador, pero mejor que conserven los demás"
“¿Vienes a pegarme? ¿Vienes a pegarme TÚ TAMBIÉN?” Así es cómo me recibe Silvio Berlusconi cuando acudo raudo y veloz a visitarle al hospital: preguntándome a gritos sobre mis supuestamente violentas intenciones, poniéndose de pie sobre la cama y blandiendo un tetra brick de zumo a modo de machete.
Obviamente, le tranquilizo y le digo que no, que los amigos de mi amigo Flavio Briatore son mis amigos. “Menos mal —contesta—. Es que últimamente no me fío de nadie. Menuda hostia me soltaron. En serio, estos católicos son unos radicales de mucho cuidado”. Ahí me pilla con el paso cambiado. ¿Los católicos? “Hombre, por supuesto, te recuerdo que me pegaron una HOSTIA con una reproducción a escala de la catedral de Milán. Una iglesia. Una iglesia católica. Suerte que no era un musulman, porque con el minarete igual me saltan un ojo”.
Hum. El argumento es demoledor cual puñetazo en los dientes, pero considero que aún faltan datos como para creer que los católicos somos capaces de agredir así a un anciano feo y senil de 73 años. “Es por mi modo de vida: las mujeres, los divorcios, la viagra mi vanidad (te recuerdo que me he hecho implantar mi hermosa cabellera), mi escasa ética a la hora de amasar una fortuna, gastarla y además meterme en política para evitar acabar en la cárcel… No hay nada de cuanto haga que no soliviante a cualquier cristiano convencido, y además con razón. Soy un pecador a conciencia. Y se me da más que bien; tú dirás, toda la vida practicando”.
La verdad es que incluso yo, que soy un tío pacífico, me pongo violento sólo de verle, ahí tirado en el hospital, viejo y maquillado, con una pila de revistas porno en el suelo. Vaya un líder conservador que tenemos. “Es que yo soy conservador, pero mejor que conserven los demás. Más que conservar, me conservo, peor de lo que me gustaría y de lo que las facturas de mis cirujanos dan a entender. En todo caso, ser conservador viene muy bien cuando tienes pasta, para que no te roben los comunistas con los impuestos, pero la pena es que complica mucho las cosas a la hora de tirarse a una aspirante a modelo de diecinueve años, si es que no está mintiendo, que hoy en día nunca se sabe".
De todas formas, no me cuadra lo que comenta: nosotros los católicos somos tipos moderados y tranquilos, de los de poner la otra mejilla. “Bueno, supongo que querían que yo también la pusiera —explica— y convertirme de ese modo al modo de vida cristiano. Casi funciona: durante unos segundos estuve a esto —añade, juntando muy mucho los dedos índice y pulgar— de arrepentirme por mis pecados. Pero mientras caía le miré el culo a una rubia y se me pasó la tontería”.
Según Berlusconi, se está expandiendo una ola de violencia católica por Europa. “En España mismo hace poco golpearon a un tal Hermann Terschs… Tresch… Terst… A un tal Hermann, sólo porque estaba en un bar a las seis de la mañana, en lugar de rezando sus oraciones matinales. Esto es un peligro y hay que atajarlo ya”. Su propuesta no carece de interés: “Coger a esos malditos católicos violentos y arrojarlos como carnaza a los animales del zoo. Será que no tenemos experiencia los italianos en estas cosas”. Como quiere comenzar a marcar tendencia entre los políticos y pánico entre los cristianos, decide tomarme a mí como ejemplo y de paso como prueba. Nada más comentármelo, intento huir por la ventana, pero dado que las ventanas de los hospitales no se pueden abrir, un par de guardaespaldas no tienen mucho problema para agarrarme, meterme en una camioneta y arrojarme a la colección de caniches de Berlusconi, por culpa de los cuales me faltan tres dedos, una oreja y el bazo.
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