hojas abiertas artefactos de tinta bombas de rabia gritos pintados con la ternura de los ojos estampados en la cara oculta del espectacular progreso lunas partidas para desnudar la mercaduria tiznada por las manos rotas
añicos y astillas del dolor y restos intactos de la abundancia que nos idiotiza hasta matarnos de hambre.
(Pienso, hablando legalmente, que hay una razón muy sólida para enjuiciar a todo presidente norteamericano desde la segunda guerra mundial. Todos han sido francos criminales o han estado involucrados en serios crímenes de guerra.) Chomsky
Por primera vez sale a la venta, aunque censurado, un libro de un reo de Guantánamo. El preso, oriundo de Mauritania, lleva 13 años encarcelado y siendo torturado por EE.UU. Pese a que su culpa nunca fue demostrada y un tribunal ordenó liberarlo en 2012, EE.UU. lo mantiene preso y es poco probable que lo liberen en próximo año.
.Reuters
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La próxima semana saldrá a la venta el primer libro escrito por un preso de Guantanamo actualmente en prisión, un testimonio en primera persona de las torturas que ha sufrido. El reo y autor del libro es Mohamedou Ould Slahi, procedente de Mauritania, que lleva ya 13 años encarcelado por EE.UU., pese a que su culpa nunca fue demostrada.
Entre las torturas que sufrió el autor del libro figuran privación del sueño, amenazas de muerte, humillación sexual y amenazas a su madre. Además, estuvo sujeto a torturas aprobadas por el entonces secretario de defensa de EE.UU., Donald Rumsfeld, siendo forzado a tomar agua salada, y después llevado al mar, donde fue golpeado durante tres horas metido en hielo. Las torturas lo condujeron a sufrir alucinaciones, algo de lo que se mofaban sus carceleros. En resultado, tuvo que difamar sobre sí mismo para que lo dejaran en paz, argumenta. El libro de Slahi fue sometido a 2.500 correcciones, supuestamente para proteger información clasificada, aunque el objetivo parece ser impedir que los lectores no se enteren de su historia completa, señala el diario británico 'The Guardian'.
Slahi viajó a Afganistán dos veces a principios de los años 90 para luchar contra el régimen e incorporarse a las filas de Al Qaeda. No obstante, según él mismo declara, desde 1992 no tiene ningun vínculo con la organización terrorista. Pese a ello, después de los atentados del 11-S fue detenido por supuesta participación en un ataque terrorista en Canadá en 1999. Desde entonces nunca lograron demostrar su culpa, y una decisión judicial de 2012 ordenó liberarlo, algo que no ha impedido mantenerlo preso hasta ahora. Según una de las fuentes de 'The Guardian', es poco probable que Slahi sea excarcelado este año.
En la nueva revelación de documentos clasificados de Estados Unidos, Wikileaks saca a luz la verdad del evidente ícono de la Administración de Bush y su "Guerra contra el terror" — la prisión en la bahía de Guantánamo, Cuba, que abrió sus puertas el 11 de Enero de 2002 y que hoy permanece aún abierta, en la Administración del Presidente Obama, a pesar de las fallidas promesas de cerrar tan criticado lugar en el primer año de su gobierno.
En miles de páginas de documentos que abarcan desde el año 2002 al 2008, nunca antes vistos por los medios y el público en general, los casos de la mayoría de los prisioneros detenidos en Guantánamo - 765 de un total de 779 - son descritos en detalle en los memorandos que Fuerza de Tarea Conjunta en la Bahía de Guantánamo ( JTF-GTMO por sus siglas en inglés) enviara al Comado Sur de los Estados Unidos, en Miami, Florida.
Estos memorandos, que contienen las recomendaciones de la JTF-GTMO sobre circunstancias como si los prisioneros en cuestión debían continuar detenidos o podían ser liberados (más bien transferidos hacia sus países de origen o a otros gobiernos) aportan cuantiosa y crucial información, nunca antes revelada al público, por ejemplo, evaluaciones de la salud de los prisioneros y en el caso de la mayoría de los 172 prisioneros que aún permanecen detenidos, aportan fotografías (que en su mayoría salen a la luz por primera vez).
Los documents también aportan información de los 201 prisoneros que salieron de Guantánamo entre 2002 y 2004, la cual, a diferencia de la información de los demás prisioneros (resúmenes de la evidencia y transcripciones de los tribunales, que se harían públicos como resultado de la solicitud judicial interpuesta por distintas agrupaciones de periodistas en 2006), nunca antes se ha hecho pública.
La mayoría de los documentos revelan deplorables niveles de incompentencia bastante familiares para los expertos que han estudiado a la prisión de Guantánamo con detenimiento. Allí, hombres inocentes están detenidos por error (o como consecuencia de las jugosas recompensas ofrecidas por Estados Unidos a los aliados a cambio de sospechosos que puedieran pertenecer a al-Qaeda o a los talibanes). También permanecen allí numerosos soldados de rango militar insignificante, reclutados forzosamente por los talibanes en Afganistán y Pakistán.
Más allá de los casos que no se conocían con anterioridad, los documentos también sacan a luz las historias de otros 399 prisioneros que salieron de Guantánamo desde Septiembre de 2004 hasta el día de hoy y de siete hombres que murieron en prisión.
Los memos aparecen firmados por el Comandante de Guantánamo y califican a los prisioneros en cuestión como de bajo, mediano o alto riesgo. Aunque dicha clasificación no es concluyente sobre si un prisionero debía ser trasladado hacia otra ubicación, ya que las decisiones de taslado se tomaban en un nivel de comando más alto, representan no solo las opiniones de la JTF-GTMO sino también de la Fuerza de Tarea de Investigación Criminal, creada por el Departamento de Defensa para conducir las interrogaciones de la “Guerra contra el Terror” y también de los BSCTs, los equipos científicos de comportamiento humano conformados por psicólogos, que tenían la última palabra para determinar el abuso al que los prisioneros eran sometidos al ser interrogados.
Es crucial mencionar que los documentos también aportan información detallada de la inteligencia usada para justificar la detención de los prisioneros. Para muchos lectores esta será la sección más fascinante de los documentos, ya que ofrece una visión extraordinaria de la labor de inteligencia de los Estados Unidos, pero hay que advertir que aunque muchos de los documentos claman y prometen prueba de la asociación de los prisioneros con al-Qaeda u otras organizaciones terroristas, se requiere extrema cautela al analizarlos.
Los documentos aportan las aseveraciones de testigos - en la mayoría de casos, de los mismos compañeros de prisión - cuyas declaraciones son poco confiables, o bien por haber sido obtenidas por medio de métodos de tortura u otras formas de coerción (algunas veces no en la propia Guantánamo, sino que en diversas prisiones secretas manejadas por la CIA) o porque aportan testimonios falsos para tratar de asegurar un mejor tratamiento en Guantánamo.
Aparecen de forma regular en todos los documentos una serie de testigos cuyas palabras deben considerarse “poco fiables”, incluyen los siguientes detenidos de “alto valor” o prisioneros fantasmas.
Por favor note que el ISN y el número entre paréntesis que sigue los nombres de los prisioneros se refiere a la abreviatura del Número Serial de Reclusión por medio del cual los prisioneros son identificados mientras se encuentran en custodia de las autoridades de los Estados Unidos en conflictos armados.
Abu Zubaydah (ISN 10016), el supuesto detenido de “alto valor” secuestrado en Pakistán en Marzo de 2002, quien pasó cuatro años y medio detenido en prisiones secretas de la CIA, incluyendo facilidades ubicadas en Tailandia y Polonia. Abu Zubaydah fue sometido a la técnica de tortura conocida como “submarino” (“waterboarding” en inglés), una forma controlada de asfixia por ahogamiento, en 83 distintas ocasiones mientras se encontraba bajo la custodia de la CIA en Agosto de 2002. Abu Zubaydah fue trasladado a Guantánamo junto con otros 13 detenidos de “alto valor” en Septiembre de 2006.
A Ibn al-Shaykh al-Libi (ISN 212), el emir de un campo de entrenamiento militar del cual Abu Zubaydahera el portero, y quien, a pesar de que su campo de entrenamiento fuera cerrado por los talibanes en el año 2000, al rechazar que éste fuera tomado por al-Qaeda, lo describen los documentos como un comandante militar de Osama bin Laden en Tora Bora.
Inmediatamente después de su captura en Diciembre de 2001, al-Libi fue entregado por la CIA a Egypto, donde. luego de ser sometido a tortura, confesó falsamente que efectivos de al-Qaeda habían sostenido reuniones y discusiones con Saddam Hussein para obtener armas químicas y armas biológicas. Aunque Al-Libi se retractó de dicha mentira, fue esa información falsa la que usara la Administración Bush para justificar la invasión a Irak en Marzo de 2003. Al-Libi nunca fue enviado a Guantánamo, aunque en algún momento, probablemente en 2006, la CIA lo envió de vuelta Libia,donde fue encarcelado y donde murió, a causa de un aparente suicidio, en Mayo de 2009.
Sharqawi Abdu Ali al-Hajj (ISN 1457), un ciudadano yemení, también conocido como Riyadh “El Facilitador”, quien fue capturado en una redada domiciliaria en Pakistán, en Febrero de 2002, y lo describen como “un facilitador de al-Qaeda”. Después de su captura fue transferido a una prisión para tortura que el Estado de Jordania opera para la CIA, donde permaneció cerca de dos años, para luego permanecer detenido en facilidades estadounidenses en Afganistán. Lo enviaron hacia Guantánamo en Septiembre de 2004.
Sanad Yislam al-Kazimi (ISN 1453), un yemení, quien fue secuestrado en los Emiratos Árabes Unidos en Enero de 2003 y después retenido en tres distintas prisiones secretas, que incluyen la “Prisión Oscura” cerca de Kabul y otra prisión dentro de las facilidades de la Base Aérea de Bagram. En Febrero de 2010, el Juez Henry H. Kennedy Jr. de la Corte Distrital de Washington D.C. concedió la petición de habeas corpus del prisionero yemení Uthman Abdul Rahim Mohammed Uthman, en gran parte por su rechazo a aceptar el testimonio ofrecido por Sharqawi al-Hajj o Sanad al-Kazimi. El Juez se expresó así: "La Corte no fallará basándose en los testimonios de Hajj or Kazimi porque existe evidencia irrefutable que consta en autos, que en el momento en el que declararon, al ser interrogados, ambos hombres habían sido torturados”.
Otros incluyen a Ahmed Khalfan Ghailani (ISN 10012) y Walid bin Attash (ISN 10014), dos de los detenidos de “alto valor” transferidos a Guantánamo en Septiembre de 2006, después de haber permanecido cautivos en prisiones secretas de la CIA.
Otros testigos poco fiables, cuyas declaraciones fueron recogidas en Guantánamo durante su detención, incluyen:
A Yasim Basardah (ISN 252), un yemení, conocido por sus declaraciones falsas, tal como el Washington Post lo reportara en Febrero de 2009, le fue dado un trato preferencial en Guantánamo, al convertirse en lo que algunos oficiales consideraron un importante informante, aunque existieran muchas razones para no fiarse de él. Como observara el Washington Post “oficiales militares... expresaron sus reservas de la credibilidad de su testigo estrella desde el año 2004” y en el año 2006, un artículo para el National Journal, Corine Hegland describió cómo, después de un Tribunal Revisor del Status de los Combatientes a cuyo procedimiento recurrió un prisionero que había excepcionalmente ubicado en un campo de entrenamiento aún antes que éste llegara a Afganistán, por información facilitada por Basardah; el representante personal de éste (un oficial militar que le fue asignado, en lugar de un abogado) investigó el expediente de Basardah y descubrió que éste había formulado acusaciones similares contra otros 60 prisioneros. En enero de 2009, en la Corte Distrital de Washington DC, Richard Leon (nombrado por George W. Bush) excluyó el testimonio de Basardah al declarar procedente el recurso de habeas corpus a favor de Mohammed El-Gharani, un nacional de Chad que tenía solamente catorce años cuando fue capturado en un redada a una mezquita en Pakistán.
El Juez Leon notó que el gobierno le “advirtió de forma específica para no fiarse de sus declaraciones sin una corroboración independiente de los hechos” y en otros casos que siguieron otros jueces reiteraron el precedente, desacreditando aún más al testigo estrella.
Mohammed al-Qahtani (ISN 063), un nacional de Arabia Saudita, considerado como el planificador número veinte de los ataques de 11 de Septiembre, fue sometido a un programa específico de tortura en Guantánamo, aprobado por el Secretario de Defensa Donald Rumsfeld. Este programa consistía de veinte horas de interrogaciones diarias, durante un período de varios meses, y otros muchos métodos mejorados para interrogar, los cuales dañaron seriamente su salud. Variaciones de dichas técnicas luego se practicaron en otros prisioneros en Guantanamo (y a Abu Ghraib), y así fue que en Enero de 2009, justo antes que George W. Bush dejara el poder, Susan Crawford, una Juez retirada, amiga de Dick Cheney y de David Addington, a la que nombraron como observadora de las comisiones militares que actuaban de forma conjunta en Guantánamo, expresó a Bob Woodward su rechazo a presentar cargos contra al-Qahtani, por los motivos acá citados y que la Juez Crawford expresara: "Nosotros torturamos a Qahtani. El trato al que fue sometido cumple con la definición legal de tortura”. Como consecuencia, sus numerosas declaraciones acerca de otros prisioneros debían considerarse sin valor alguno.
Abd al-Hakim Bukhari (ISN 493), un saudita mantenido en cautiverio por al-Qaeda por considerarlo un espía, quien fue liberado por las fuerzas armadas de los Estados Unidos de una prisión Taliban para luego enviarlo, sin explicación, a Guantánamo (junto a otros cuatro hombres liberados de dicha prisión) es catalogado en los expedientes como un miembro de al-Qaeda, y un testigo confiable.
Abd al-Rahim Janko (ISN 489), un sirio kurdo torturado por al-Qaeda por considerarlo un espía, y después prisionero de los talibanes junto con Abd al-Hakim Bukhari, cuya historia se menciona arriba, también es utilizado como testigo, aún cuando su estado mental era considerado inestable. Tal y como su evaluación lo indicara en Junio de 2008 “El detenido está incluido en una lista de detenidos de alto riesgo desde el punto de vista de la salud... Él padece muchos problemas médicos crónicos. Tiene un historial psiquiátrico de abuso de sustancias, depresión, trastorno límite de la personalidad y previos intentos de suicidio, motivo por el cual está en observación por el equipo de salud encargado de monitorear su comportamiento, para tratamiento."
Estos son solamente algunos de los casos más obvios, pero alertan a los lectores ya que ellos son citados de forma repetida en lo que pretende ser las pruebas del gobierno, y debería ser, como resultado, muy difícil no arribar a la conclusión que la prueba construida por el gobierno es fundamentalmente débil y escueta, y que lo que revelan los expedientes de Guantánamo es, primeramente, que solamente poco más de una docena de prisioneros están genuinamente acusados de estar involucrados en terrorismo.
El resto de los documentos, examinados a detalle, nos muestran a hombres inocentes y hasta niños, capturados por error, o soldados rasos de los talibanes, no relacionados en forma alguna con el terrorismo. Es más, muchos de esos prisioneros, fueron de hecho vendidos a las fuerzas armadas estadounidenses, quienes habían ofrecido jugosas recompensas por sospechosos de al-Qaeda y el grupo Taliban, por sus aliados afganos y paquistaníes, una política liderada por el ex-Presidente Musharraf tal y como lo indica en sus memorias del año 2006 tituladas “En la línea de Fuego” relata que a cambio de entregar 369 sospechosos de terrorismo a los Estados Unidos, el gobierno de Pakistán “fue beneficiado con cuantiosas transferencias que suman millones de dólares”.
Datos incómodos como éstos no se revelan en las deliberaciones de la Fuerza de Tarea Conjunta, pero son cruciales para comprender la forma en la que esta colección de documentos fue elaborada. tratando de dar soporte y sustancia a la retórica que usa el Gobierno para referirse a Guantánamo y los horrores de los sospechosos terroristas - la misma retórica del terror que ha paralizado al Presidente Obama y que ha hecho que recobren su vitalidad las políticas del miedo en el Congreso de los Estados Unidos.
De hecho, los documentos confirman exactamente lo opuesto: la anatomía de un crimen de colosales dimensiones perpetrado por el Gobierno de los Estados Unidos en contra de 779 prisioneros quienes, en su gran mayoría, no son terroristas ni nunca han estado involucrados en terrorismo, contrario a lo que el Gobierno de los Estados Unidos quiere hacernos creer.
Las prácticas en esta prisión, así como en otros lugares de detención ilegal, han contribuido a un aumento de la radicalización y a alimentar la propaganda yihadista.
Un grupo de detenidos en la prisión de Guantánamo reza. John Moore/Getty Images
En enero de 2002, meses después de los atentados del 11-S, llegaron a la base naval estadounidense de Guantánamo, en Cuba, los primeros sospechosos por delitos de terrorismo de un total de 760 detenidos que han pasado por alguno de sus célebres campos de detención. La historia de Guantánamo ha estado marcada por continuas críticas por su ilegalidad y por el trato inhumano dado a los reclusos. El resumen del informe de la Comisión de Inteligencia de Estados Unidos sobre el programa de detención e interrogatorios de la CIA, desclasificado en diciembre de 2014, confirmó que en el marco del mismo algunos de los detenidos fueron sometidos a torturas y a tratos inhumanos y degradantes. El programa se puso en práctica no únicamente en Guantánamo sino también en otros lugares de detención clandestinos como Abu Ghraib en Irak y en la conocida como Salt Pik al norte de Kabul (Afganistán).
El presidente Barack Obama finalizará próximamente su mandato sin cumplir una de las promesas electorales de 2008, el cierre de la prisión. A pesar del esfuerzo destinado a su clausura se ha encontrado con una fuerte resistencia del Congreso que le ha alejado de su objetivo. No obstante, durante su mandato el número de reclusos se ha reducido de 242 a 61, siendo la mayoría de los que aún permanecen de Afganistán, Pakistán y Yemen. En un punto de no retorno respecto a este episodio oscuro de la reciente historia estadounidense cabe preguntarse, ¿para qué ha servido Guantánamo?
El presidente Obama responde claramente a esta cuestión el 23 de febrero de 2016 señalando “durante muchos años ha quedado claro que el centro de detención de Guantánamo no mejora nuestra seguridad nacional, sino que la socaba. Es contraproducente para nuestra lucha contra los terroristas que lo utilizan como propaganda para el reclutamiento”. Tras estas palabras añade que es también la opinión de los expertos. En la rueda de prensa tras la cumbre Asean en Laos, en septiembre de 2016, insistió en que la prisión era una herramienta de reclutamiento de las organizaciones terroristas, reiterando que no renunciaba a su cierre.
Es del todo imposible calcular cuántos terroristas han podido verse influidos en su proceso de radicalización por lo que sucedió en el centro de detención de Guantánamo. Lo que sí es posible saber con datos fiables es que un número no menor de los presos de Guantánamo han retornado a actividades terroristas o insurgentes. Según datos recientes de la Oficina del Director de Inteligencia Nacional de EE UU un 17,6% de los detenidos transferidos desde la prisión han reincidido en actividades terroristas, un total de 122. Respecto a otros 86 ex detenidos, el 12,4%, existen sospechas de su participación en acciones terroristas en lugares de conflicto. El Departamento de Defensa estadounidense tiene información concreta de muchos de ellos, algunos fallecidos en Irak, Afganistán o Siria. Entre los muertos en Siria se encuentra Ibrahim Bin Shakaran (conocido como Abu Ahmad al Maghrebi). Es un caso que revela la dificultad de reinserción de los combatientes, puesto que tras ser liberado en Marruecos murió en Siria liderando el grupo terrorista Harakat Sham al Islam. Fue detenido en Pakistán en 2001, siendo recluido primero en las prisiones de Bagram y Kandajar, en Afganistán, y posteriormente en Guantánamo durante dos años. Entregado a Marruecos en 2004 fue liberado en 2005, siendo condenado en 2007 y encarcelado en Marruecos por actividades de reclutamiento. Tras ser puesto en libertad se marchó a Siria donde murió en un enfrentamiento contra las fuerzas de Bachar al Assad. Otro ex prisionero como el sudanés Ibrahim al Qosi, recluido en Guantánamo 10 años, es actualmente uno de los líderes de Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA).
Estados Unidos continúa con el proceso de transferencia de detenidos de Guantánamo a otros países, se han enviado recientemente 15 prisioneros a Emiratos Árabes Unidos. En el marco de un acuerdo firmado entre los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero y Barack Obama, España acogió en 2010 a tres detenidos (un palestino, un yemení y un afgano), que carecían de antecedentes penales y a los que si bien se les concedió un permiso de trabajo y residencia no se les autorizó a abandonar el país. La adaptación de los mismos no ha sido un proceso fácil, como señalan fuentes abiertas, pues las secuelas psicológicas han dificultado su arraigo. Según dichas fuentes, la suerte de los ex detenidos ha sido desigual puesto que mientras uno de ellos hace una vida normal, otro no puede valerse por sí mismo y continúa dependiendo de los servicios sociales. El rumbo del tercero es desconocido, ya que el secretismo con que se ha tratado este tema, garantizando la privacidad de los ex prisioneros, no permite más que hacer conjeturas.
Caso distinto es del marroquí asentado en España, Lahcen Ikassrien, condenado por la Audiencia Nacional en septiembre de 2016 a 10 años de prisión por integración en organización terrorista en grado de dirigente. Se le considera líder del grupo autodenominado Brigada Al Ándalus, que realizaba labores de captación, radicalización y adoctrinamiento de yihadistas para su posterior envío a Siria. Era considerado el referente ideológico del grupo por el respeto que les merecía a los otros miembros de la célula, que alababan sus experiencias vividas en el pasado, incluido su paso por Guantánamo. Lahcen Ikassien es un viejo conocido de la justicia española, pues fue entregado por las autoridades estadounidenses a la justicia española en virtud de la solicitud de extradición del Juzgado nº 5 de la Audiencia Nacional por un delito de integración en organización terrorista. Lachen Ikassrien se encontraba preso en Guantánamo bajo otro nombre y un cotejo dactilar permitió determinar que era la persona sobre la que existía una orden de detención y entrega por pertenencia a organización terrorista en el sumario de la “Operación Dátil” de noviembre de 2001. Se le relacionaba con una célula de Al Qaeda en España y de haber mantenido conversaciones con el líder de la misma, Eddin Barakat Yarkas, alias “Abú Dahdah”. En 2006 Ikassrien fue entregado a las autoridades españolas, siendo absuelto posteriormente al considerarse nulas las pruebas realizadas en Guantánamo, siguiendo la jurisprudencia que absolvió al ceutí Hamed Abderraman Ahmed. Esa sentencia es considerada un importante precedente, puesto que señala que la prisión de Guantánamo “es un verdadero limbo en la Comunidad Jurídica”.
La reciente condena de Lahcen Ikassrien, y la de los otros ex reclusos, pone de relieve que la prisión de Guantánamo y las otras cárceles secretas además de ilegales únicamente han contribuido a una mayor radicalización. Ejemplo de ello es que los monos naranjas que utilizan los rehenes del autodenominado Estado Islámico son similares a los que utilizaban los presos de Guantánamo. Otro dato lo podemos encontrar en uno de los vídeos encontrados en una memoria USB del domicilio de uno de los detenidos de la Brigada Al Ándalus, en el que varias mujeres desde la cárcel de Abu Ghraib cuentan las violaciones y abusos a las que son sometidas por los soldados que las custodian. Este tipo de vídeos y audios habitualmente recuperados en las casas y ordenadores de detenidos por terrorismo buscan la movilización de yihadistas evocando estas situaciones como justificación y argumento para el uso de la violencia.
Las imágenes de las torturas sufridas en Guantánamo han sido uno de los motivos explotados en la propaganda yihadista, lo que unido al nivel de respeto y admiración que los radicales islamistas tienen a los que allí han estado, demuestran que la prisión ha servido para lo contrario de para lo que se creó. La pregunta que cabe hacernos ahora es, ¿quién ha respondido por ello? La respuesta es cuanto menos desalentadora, ya que no ha habido ninguna responsabilidad política ni penal por la prisión de Guantánamo, a pesar de que Barack Obama ha reconocido que hubo torturas. Por ello, respecto a uno de los temas estrella de su campaña electoral como fue el cierre de Guantánamo, Obama tuvo voluntad pero no fortaleza ni decisión. El legado que deja al flamante presidente electo, Donald Trump, es una prisión con medio centenar de reclusos pero cargada de simbolismo para el yihadismo. La llegada de Trump a la presidencia ha evaporado rápidamente los planes de cierre al haber anunciado que la mantendrá abierta. Una vuelta de tuerca para perpetuar un penoso capítulo de la historia reciente de EE UU. Guantánamo ha perdido las elecciones y se auguran malos tiempos para la defensa de los derechos humanos en la lucha contra el terrorismo.
La autora sostiene que las imágenes pornográficas de las torturas a prisioneros iraquíes "han desnudado por completo la pequeña fuerza que hubiera quedado en la retórica humanitaria sobre la guerra", además de mostrar que la "mujer también puede usar el sexo como poder, para humillar y torturar"
La violencia sexual es un crímen de guerra
Una mujer ata un nudo alrededor del cuello de un hombre desnudo y lo obliga a arrastrarse por el piso. Personas de uniforme desnudan a un grupo de hombres encapuchados y entonces, laboriosamente, los hacen formar una pirámide. Los hombres son forzados a masturbarse y a simular felación. En los días anteriores todos participamos en la contemplación de pornografía. La imagen de hombres y mujeres jóvenes, admirativos y sonrientes, posando frente a sus cautivos desnudos y degradados, ha causado un impacto profundo. Esas instantáneas tal vez nos dicen más de lo que deseamos saber sobre el corazón de las tinieblas de nuestra sociedad.
Este festival de la violencia es altamente pornográfico. Las víctimas han sido reducidas a objetos de exhibicionismo o "carne" anónima. O portan capuchas o el encuadre les ha cortado la cabeza. Personas exultantes toman fotografías de los genitales de sus víctimas. Aquí no hay confusión moral: los fotógrafos ni siquiera parecen estar al tanto de que están registrando un crimen de guerra. Nada sugiere que estén documentando una moralidad particularmente torcida. Para la persona detrás de la cámara, la estética de la pornografía protege de la culpa.
De hecho, hay una atmósfera carnavalesca en las fotografías. Los que perpetraron esta violencia sexual se están divirtiendo evidentemente. El cliché, "la guerra es el infierno", cobra un nuevo y helado vigor en estas imágenes. Después de todo, estas fotografías no son "sobre" los horrores de la guerra. Muchas, si no la mayoría, son parte de una glorificación de la violencia. No hay duda de que muchas de estas imágenes fueron tomadas por personas que les agradaba lo que veían. O lo que habían hecho. Son trofeos; conmemoran acciones agradables.
Es difícil evitar la conclusión de que para algunos de estos estadunidenses crear un espectáculo de sufrimiento era parte de un ritual que los unía. Se está soldando la identidad de un grupo victorioso en un Irak cada vez más brutalizado: esta es una representación de camaradería entre hombres y mujeres que se apartan de la sociedad civilizada de su país por medio de actos de violencia. Sus ritos crueles, y a menudo carnavalescos, constituyen lo que Mijail Bajtín llamaba "transgresión autorizada".
Después de todo, hay una evidencia de que autoridades militares superiores sabían lo que pasaba en la prisión pero voltearon hacia otra parte, aceptando el abuso como necesario para recabar información de inteligencia o para dar una válvula de escape a individuos en pánico que viven en un país que se torna cada vez más hostil.
Más aún, la pornografía del dolor que muestran estas imágenes es de naturaleza fundamentalmente voyeurista. Se representa el abuso para la cámara. Es público, teatral, y cuidadosamente escenificado. Estas imágenes obscenas tienen su contraparte en la peor pornografía sadomasoquista no consentida. Está erotizado el infligir dolor.
Es importante, sin embargo, no ver las imágenes como insólitas. Después de todo, la tortura y la violencia sexual son endémicas en tiempos de guerra. En el pasado, como ahora, el personal militar tiende simplemente a aceptar que se cometan atrocidades, incluidas las sexuales. Como admitió un coronel durante la Primera Guerra Mundial: "He visto a mis propios hombres cometer atrocidades, y debo esperar verlo otra vez. Usted no puede estimular y dejar suelto al animal y entonces confiar en que será capaz de enjaularlo de nuevo cuando usted quiera."
Visto como el resultado inevitable de las necesidades sexuales del hombre (el "animal en el hombre"), la humillación sexual y la violación de prisioneros de guerra fueron consideradas como un problema militar sólo cuando amenazaban directamente la conducción de la guerra o la reputación de una potencia impuesta. Como predijo el general Patton durante la Segunda Guerra Mundial, "habrá algunas violaciones, incuestionablemente." Era "un poco de relajamiento y recreación" para el personal. Los factores que facilitaban otras formas de atrocidades facilitaban la violación. Los uniformes proporcionaban el anonimato. Se deshumanizaba a las víctimas potenciales; los agresores diluían su individualidad. En conflictos militares el pene fue codificado explícitamente como un arma.
Lo que es particularmente interesante en estas fotografías del abuso en Irak es el papel prominente de Lynndie England. Una rama particular de la teoría feminista - popularizada por Sheila Brownmiller y Andrea Dworkin- pretende argumentar que la disposición para violar es inherente al cuerpo masculino. El argumento de que sólo los hombres violan, tienen fantasías de violación, o son beneficiarios de la cultura de la violación, no puede sostenerse frente a ejemplos descarados de autoras femeninas de violencia sexual. En estas fotografías el pene mismo se vuelve un trofeo. La mujer también puede usar el sexo como poder, para humillar y torturar.
No importa cuánto quiera descartar el uso de la palabra "tortura" el secretario de Estado, Collin Powell, no hay otra palabra que pueda describir estos actos. En la tortura y en otras formas de abuso, el causar dolor y humillación no necesariamente busca extraer información. Golpizas, ritos de humillación e insultos verbales se usan a menudo para hacer que los prisioneros describan actos o revelen nombres ya conocidos por la policía o los militares. A menudo las preguntas son de poco valor práctico para los torturadores y para el régimen. Los interrogatorios se suelen acompañar con la demanda para que los prisioneros firmen un documento donde declaran que reconocen los errores de su conducta. La aparente futilidad de esas demandas indica la naturaleza de la empresa de sus torturadores. Quieren destruir la identidad de la víctima.
El mal de la tortura no se restringe a la violencia extrema inflingida al cuerpo. Muchos tipos de dolor intenso y sufrimiento físico, ya sea en la guerra, durante actos de martirio religioso, o simplemente como resultado de una mala salud, son tolerados con dignidad y paciencia. El mal de la tortura está en otra parte: éste le niega a la víctima el mínimo reconocimiento ofrecido por la sociedad y la ley, y al hacerlo así, destruye el respeto que la gente espera de los otros habitualmente. Más importante aún, la tortura apunta a minar la forma en que la víctima se relaciona con su propio yo, y de esta forma amenaza con disolver el fundamento de la personalidad de un hombre. La tortura encarna la violación de otro individuo. La naturaleza sexual de estos actos muestra que los torturadores comprenden el papel central de la sexualidad para la identidad de sus víctimas. Los autores de estas fotografías apuntan a destruir el sentido del yo de la víctima al infligirle una humillación sexual extrema y registrarla. Como en la descripción de Jean Améry, al ser torturada por los nazis, la violación sexual es tan devastadora no tanto por la agonía física sufrida sino porque las otras personas presentes son impermeables a la víctima. La tortura destruye "la confianza en el mundo." Quien haya sucumbido a la tortura ya no puede considerar que el mundo es su casa."
La muestra del cruel placer alcanzado en el castigo a los prisioneros iraquíes ha reverberado a través del mundo, confirmando en muchos países el estereotipo negativo de los occidentales como decadentes y obsesos sexuales. Muchas personas han cuestionado los motivos y la acción de guerra en Irak, pero esas imágenes pornográficas han desnudado por completo la pequeña fuerza que hubiera quedado en la retórica humanitaria sobre la guerra. En el mundo árabe, el daño ya está hecho, y es irrevocable.
*Maestra de historia militar y escritora. Fuente; The Guardian (Traducción de Rubén Moheno) | Rebelión
NOTICIAS COMO ESTA SON VETADAS EN RTVE, TELE.5, LA SECTA, EL PAÍS, ABC, ETC. (En la foto, JUAN MÉNDEZ)
Juan Méndez declaró que fue invitado a Guantánamo en el 2012 pero bajo condiciones que consideró inaceptables
(En la foto, JUAN MÉNDEZ)
El relator especial de Naciones Unidas para la tortura, Juan Méndez, dijo ayer que va a terminar sus seis años de mandato sin haber podido visitar la prisión estadounidense, en el territorio ilegalmente ocupado por la Base Naval en Guantánamo, Cuba.
Méndez lleva años tratando de viajar a la cárcel y fue invitado a hacerlo en el 2012, pero en condiciones «que no podía aceptar», según recordó en una conferencia de prensa.
«Básicamente era una visita a la instalación, pero no a toda, y una sesión informativa de las autoridades, pero específicamente no podía hablar con ningún recluso», explicó.
El relator de la ONU para la tortura también ha tratado sin mucho éxito visitar cárceles estatales y federales de Estados Unidos para analizar el problema del confinamiento en solitario.
Según dijo, varios estados rechazaron sus peticiones, mientras que en otros casos se le ofrecía acceso, pero tampoco se le permitía hablar con presos.
Por ello, acudió al Departamento de Estado de EE.UU. para tratar de obtener las condiciones necesarias, pero no ha tenido respuesta a tiempo, precisó EFE.
En todo caso, Méndez recordó que Washington colabora con otros procedimientos de este tipo dentro de la ONU y confió en que su sucesor pueda visitar las cárceles del país.
Según aseguró, durante sus seis años en el cargo se ha encontrado con una «crisis de cooperación» por parte de los Estados miembros, con numerosos casos en los que los Gobiernos ni siquiera han respondido a sus solicitudes.
Este año, Méndez, de nacionalidad argentina, llevó a cabo «visitas exitosas» a Mauritania y Sri Lanka y fue invitado a Australia y Argentina, aunque no pudo ir por falta de recursos de su oficina.
También tenía previsto visitar Turquía, pero el viaje fue pospuesto en el último momento por parte de Ankara, que se ha comprometido a invitar a su sucesor cuanto antes, explicó.
Por otra parte, el experto propuso en su último informe el desarrollo de un protocolo que recoja las mejores prácticas a la hora de interrogar a sospechosos, testigos y víctimas en procesos penales.
Méndez defendió los métodos no coercitivos en este ámbito y recordó que debe respetarse en todo momento la presunción de inocencia y buscar «la verdad», no «una confesión».
Por otra parte, trascendió el editorial del diario The New York Times sobre las secuelas de la tortura fundamentalmente en el territorio ilegalmente ocupado por la Base Naval en Guantánamo.
Con el título “La tortura y sus secuelas sicológicas“, el diario neoyorquino se pregunta si alguien en el gobierno de Estados Unidos dará cuenta por los daños causados a los prisioneros de guerra torturados.
The New York Times comenzó este mes una serie de trabajos, en los que se detallan las cicatrices sicológicas y emocionales que rondan a los hombres, potencialmente cientos, que sufrieron a manos de los interrogadores de la CIA, en los llamados sitios negros de todo el mundo y, en particular, en el campo de detención militar en Guantánamo, Cuba.
Cinco años después de que Occidente y su OTAN promoviesen y financiasen el terrorismo, bombardeando y masacrando el país, linchando y asesinando a su presidente legítimo, coronel Muamar Gadafi, aquella próspera nación todavía está atrapada en una espiral de deterioro de la seguridad y estancamiento político.
El grupo terrorista ISIS (Daesh, en árabe) representa un reto adicional; un grupo terrorista que está ganando un punto de apoyo en el país.
Algunos analistas de seguridad describen Libia como un bazar armamentístico inundado de armas robadas, convirtiéndolo en un lugar ideal para los grupos belicosos.
Destacamentos del Estado Islámico localizados en el valle del Yarmuk, a pocos kilómetros de los Altos del Golán. La noticia, difundida hace apenas unos días por la segunda cadena de televisión israelí, hizo saltar las alarmas. ¿El Estado Islámicos? ¿Iba a convertirse la quimera que se había adueñado de la mitad del suelo sirio y el Norte de Irak en un peligro real para el Estado judío? Aparentemente, disponen de carros de combate, artillería pesada y… ¡armas químicas!, advierte la inteligencia militar hebrea, que vigila desde hace meses a los simpatizantes sirios del EI. Todo deja presagiar un ataque relámpago contra Israel.
La amenaza no llegó a materializarse, pero la alerta subsiste, tornándose en una auténtica pesadilla para los pobladores de los asentamientos judíos de los Altos del Golán. Detalle interesante: hasta los primeros días de septiembre, a la población israelí no le inquietaba sobremanera la presencia del Estado Islámico en la región. Es cierto: las sanguinarias huestes del EI se hallaban en el país vecino. Los asesinatos y la destrucción en nombre del Profeta formaban parte del menú televisivo de los habitantes de Tel Aviv, Haifa o Jerusalén. Pero Siria quedaba lejos, al menos, mentalmente. Lo que sucede más allá de los confines de Israel nada tiene que ver con la seguridad armada que ampara a los más de seis millones de judíos que viven en Tierra Santa. En ese contexto, surgió el dubitativo interrogante: ¿Acabar con el Estado Islámico? ¿Para qué?
Fue ésta una de las preguntas que se plantearon recientemente los politólogos y los estrategas de Tel Aviv, más preocupados por la amenaza iraní o el peligro que supone la presencia de Hezbollah en la frontera con el Líbano. De ahí el extraño mensaje lanzado hace menos de un mes por el afamado estratega Efraim Imbar, director del Centro de Estudios Estratégicos Begin-Sadat (BESA), entidad que desarrolla trabajos de consultoría tanto para el Gobierno israelí como para la OTAN: No hay que acabar con el EI; la agrupación podría convertirse en un arma eficaz en la lucha contra Irán, Hezbollah, Siria y Rusia, señala el minucioso informe elaborado por Imbar.
Como siempre, la percepción israelí dista del paradigma estadounidense. Para el Gobierno de Tel Aviv, el principal adversario sigue siendo el Irán de los ayatolás, país que ha inscrito en sus programas de Gobierno la destrucción total de la entidad sionista. Fue esta una de las prioridades absolutas de la revolución jomeynista, uno de los mantras de los sucesores del ayatolá. Ello explica la reticencia de Israel ante el levantamiento de las sanciones económicas y tecnológicas impuestas al régimen de Teherán, su obsesión por llevar a cabo un ataque relámpago contra las instalaciones nucleares iraníes.
Hezbollah, el brazo armado de Teherán en el Líbano, es otro contrincante que debería desaparecer. En 2006, el ejército israelí perdió la guerra contra el movimiento chiíta, armado y adiestrado por militares de élite persas. De ahí la necesidad de encargar esta tarea a… terceros. Y, ¿quién sino los wahabitas del Estado Islámico?
El indiscutible poderío del ejército sirio fue, durante décadas, la mayor preocupación del Estado Mayor de Tel Aviv. Los dos ejércitos jamás chocaron; ambas partes temían las repercusiones de un posible enfrentamiento armado. En este caso concreto, los estrategas hebreos preferirían recurrir, una vez más, a un combate entre musulmanes.
¿Y Rusia? Obviamente, para los estrategas israelíes conviene mantener a los rosos alejados de la región. Su influencia podría contrariar los proyectos hebreos en la zona. Pero si los rusos tienen que afrontar el peligro islámico en casa, es decir, en el vasto territorio asiático, su margen de maniobra en la región sería más limitado. De ahí el deseo de contar con los supervivientes del EI. De hecho, la estrategia de enfrentar a los enemigos surtió efecto durante el conflicto de Afganistán. ¿Acaso Norteamérica no firmó la partida de nacimiento de Al Qaeda? De la misma manera, Israel patrocinó, hace dos décadas, la creación de Hamas, agrupación religiosa conservadora que debía neutralizar a la laica OLP. Pero en este caso, el error de cálculo tuvo consecuencias desastrosas.
Por muy disparatada que pueda parecer, la propuesta de Efraim Imbar no es nada novedosa. En 1957, el presidente Eisenhower recomendó a la CIA la creación en Oriente Medio de movimientos religiosos defensores de la guerra santa llamados a combatir a las incipientes corrientes izquierdistas. En resumidas cuentas, lo que se pretende es convertir al Estado Islámico en el… tonto útil de Occidente.
SOBRE EL AUTOR:
Fue el primer corresponsal de "El País" en los Estados Unidos (1976). Trabajó en varios medios de comunicación internacionales "ANSA" (Italia), "AMEX" (México), "Gráfica" (EE.UU.). Colaborador habitual del vespertino madrileño "Informaciones" (1970 – 1975) y de la revista "Cambio 16"(1972 – 1975), fue corresponsal de guerra en Chipre (1974), testigo de la caída del Sha de Irán (1978) y enviado especial del diario "La Vanguardia" durante la invasión del Líbano por las tropas israelíes (1982). Entre 1987 y 1989, residió en Jerusalén como corresponsal del semanario "El Independiente". Comentarista de política internacional del rotativo Diario 16 (1999 2001) y del diario La Razón (2001 – 2004). Intervino en calidad de analista, en los programas del Canal 24 Horas (TVE). Autor de varios libros sobre Oriente Medio y el Islam radical.
El mandatario deberá determinar si vetar o aprobar el proyecto del ley que le permitiría a las familias de las víctimas de los atentados del 11 de septiembre de 2001 demandar a Arabia Saudí.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, deberá decidir si veta o aprueba el proyecto de ley que fue aprobado este viernes por unanimidad en la Cámara de representantes que permite a las familias de las víctimas del 11 de septiembre demandar a Arabia Saudita ante los tribunales estadounidense, informó el diario The Washington Post.
Uno de los principales argumentos del proyecto es que los atacantes suicidas del 11 de septiembre de 2001 tenían nacionalidad saudí, por lo que Obama ha cuestionado que la demanda podría tensar las relaciones con Arabia Saudita, y facilitaría reclamos contra los ciudadanos estadounidenses en el extranjero, a pocos días de el 15 aniversario de los atentados del 11 de septiembre.
Por su parte, la nación árabe advirtió que retiraría grandes capitales de bancos estadounidenses, situación que afectaría la economía de la nación. En ese sentido, algunos legisladores consideran que el mandatario tiene que pensar muy cuidadosamente acerca de un veto, que podría ser anulado.
En contexto
El pasado 17 de mayo el Senado de Estados Unidos dio un paso para abonar el camino de tensiones con Arabia Saudita, tras aprobar un proyecto de ley que permitirá demandar a la nación árabe por su posible responsabilidad en los atentados del 11 de septiembre de 2001.
La norma fue denominada "Justicia contra los patrocinadores de actos terroristas" y permitirá a los familiares de las víctimas de esos ataques ejercer acciones legales en contra de los estados nación.
Washington. El Congreso de Estados Unidos aprobó una ley que permitirá a las víctimas de los atentados de las 11 de setiembre de 2001 denunciar ante los tribunales a Arabia Saudí por sus supuestos vínculos terroristas.
Congreso de EEUU autoriza a víctimas del 11-Setiembre a demandar a Arabia Saudita
Los congresistas aprobaron por unanimidad esta iniciativa, que la Casa Blanca no ve con buenos ojos, apenas dos días antes del decimoquinto aniversario de unos atentados que se cobraron la vida de casi 3.000 personas en Nueva York y Washington.
Las familias y allegados de víctimas de los atentados del 11 de setiembre de 2001, cuyo 15º aniversario se conmemora el domingo, podrán demandar ante la justicia estadounidense a otros países, como Arabia Saudita, según una ley aprobada el viernes por el Congreso de Estados Unidos.
Quince de los 19 autores de los ataques eran saudíes. El proyecto de ley, rechazado por Riad, debe ser todavía sancionado por el presidente estadounidense Barack Obama, quien ya había expresado su oposición a tal medida, puesto que contradice el principio de inmunidad.
El principio de inmunidad soberana protege a los estados de demandas civiles o criminales.
"Esta iniciativa cambiaría una ley internacional de larga data sobre la inmunidad soberana y el presidente de Estados Unidos mantiene la preocupación de que esta propuesta haga a Estados Unidos más vulnerable ante otros sistemas judiciales en el mundo", había afirmado el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest en mayo pasado, luego de que el Senado aprobara el proyecto por unanimidad.
Bajo la ley actual, las víctimas de terrorismo pueden demandar solamente a los países oficialmente designados por el Departamento de Estado como patrocinadores del terrorismo, como Irán y Siria.
No se ha probado la existencia de una complicidad oficial de Arabia Saudita en los ataques de Al Qaida y el reino nunca ha sido implicado formalmente.
En febrero pasado, Zacarias Moussaoui, apodado el 20º secuestrador, dijo a abogados estadounidenses que miembros de la familia real saudí donaron millones de dólares para Al Qaida en los años 90.
La embajada saudí negó las acusaciones de Moussaoui, pero sus acusaciones reavivaron el debate sobre si el gobierno de Obama debe hacer pública una sección de 28 páginas del Informe de la Comisión 9/11.
Los documentos fueron publicados a mediados de julio. Muestran que aunque Estados Unidos investigó los nexos entre el gobierno de Arabia Saudita y los ataques del 11/9, hubo muchas sospechas pero no prueba s
La guerra que se extiende a París resulta incomprensible para los franceses, que nada saben de todas las actividades secretas de su gobierno en el mundo árabe, de sus alianzas contra natura con las dictaduras del Golfo y de su activa participación en el terrorismo internacional. El Parlamento francés nunca ha abordado esas políticas y los grandes medios de prensa raramente se atreven a mencionarlas.
RED VOLTAIRE | DAMASCO (SIRIA)
El ministro francés Laurent Fabius y el presidente Francois Hollande
Hace 5 años que los franceses oyen hablar de guerras lejanas, sin entender de qué se trata. La prensa los informó ampliamente sobre la implicación de sus fuerzas armadas en Libia, pero nunca ha hablado de la presencia de soldados franceses en el Levante. Muchos leen mis artículos sobre ese tema pero los ven como extraños cuentos orientales. A pesar de mi historia personal, es de buen tono calificarme de «extremista» o de «conspiracionista» y resaltar que sitios web de todas las tendencias, incluyendo los auténticamente extremistas o complotistas, reproducen mis artículos. Pero nadie encuentra cómo responder a lo que escribo. Como tampoco nadie escucha mis alertas sobre las alianzas en las que Francia se ha implicado.
Y la verdad ignorada emerge bruscamente.
En la noche del viernes 13 de noviembre de 2015, Francia fue atacada por varios comandos que asesinaron al menos 130 personas en 5 lugares diferentes de París. Se ha decretado el estado de urgencia por 12 días en todo el territorio nacional y el Parlamento podría prolongarlo.
No existe vínculo directo con
el caso de Charlie Hebdo
La prensa francesa interpreta este acto de guerra vinculándolo al atentado perpetrado en las oficinas de Charlie Hebdo, a pesar de que los modus operandi son totalmente diferentes. En enero, el objetivo era matar a personas bien identificadas mientras que el viernes 13 se vio un ataque coordinado e indiscriminado contra un gran número de personas.
Hoy se sabe que el redactor jefe de Charlie Hebdo acababa de recibir una «donación» de 200 000 euros para que continuara su campaña antimusulmana [1]. También se sabe ahora que los asesinos de Charlie Hebdo estaban vinculados a los servicios de inteligencia franceses [2] y que el origen del armamento que utilizaron está clasificado como Secreto Militar [3]. Ya demostré en un trabajo anterior que este atentado no fue una operación islamista [4]. También demostré que fue objeto de una inmediata recuperación mediática [5] y que esa recuperación encontró eco en la población hostil a la República [6] –idea brillantemente desarrollada unos meses después por el demógrafo Emmanuel Todd [7].
Si volvemos a concentrarnos en la guerra que acaba de extenderse a París, veremos que es una novedad en Europa occidental. No es comparable a los atentados perpetrados en Madrid en 2004. En España nadie disparó sobre la gente, tampoco hubo kamikazes sino 10 bombas distribuidas en 4 lugares diferentes [8]. Lo que se vio el viernes en Francia es lo que viven cada día numerosas poblaciones del «Medio Oriente ampliado» desde 2001. Y también encontramos hechos comparables fuera de esa región, como los 3 días de ataques diferenciados en Bombay –en 2008 [9].
Aunque los atacantes de París fuesen realmente musulmanes e incluso a pesar de que algunos de ellos hayan gritado «¡Allah Akbar!» mientras disparaban sobre los transeúntes, no existe ningún vínculo entre esos ataques, el islam y una eventual «guerra de civilizaciones». O sea, esos comandos tenían órdenes de matar gente al azar, sin preocuparse por la religión de sus víctimas.
De la misma manera, es absurdo tomar al pie de la letra el móvil que el Emirato Islámico invoca contra Francia –aunque no quepa duda de la implicación de ese grupo en este ataque. Si el Emirato Islámico realmente quisiese «vengarse», sería en Moscú donde habría realizado esos ataques.
Francia es un Estado terrorista,
al menos desde 2011
La lectura de esos hechos se hace más complicada porque detrás de los grupos no estatales siempre se esconden Estados que los financian. Durante los años 1970, el venezolano Ilich Ramírez Sánchez, más conocido como «Carlos», se había puesto, por convicción, al servicio de la causa palestina y de la Revolución, con discreto respaldo de la URSS. En los años 1980, el ejemplo de Carlos fue invocado por mercenarios que en realidad trabajaban para quién mejor pagara, como Sabri al-Banna, más conocido como «Abu Nidal», quien efectuó atentados por cuenta de Libia y Siria, pero también por encargo de Israel. Hoy en día existe una nebulosa del terrorismo y de la acción secreta en la que están implicados numerosos Estados.
Aunque los Estados siempre niegan su participación en grupos terroristas, el ministro francés de Exteriores Laurent Fabius declaró en diciembre de 2012, durante la conferencia de los «Amigos de Siria» en Marrakech, que al-Nusra –la rama de al-Qaeda en Siria– estaba haciendo «un buen trabajo» [10].
Teniendo en cuenta su condición de ministro francés, el señor Fabius sabía perfectamente que su respaldo a una organización que el Consejo de Seguridad clasifica como terrorista no le valdría acabar ante un tribunal. Pero sí asumía un grave riesgo para su país, hundiéndolo así en la caldera del terrorismo.
En realidad, Francia ya estaba implicada del lado de al-Qaeda –al menos desde inicios de 2011. En aquel momento, el Reino Unido y Francia se habían unido al proyecto estadounidense de «primavera árabe». El objetivo era derrocar a todos los regímenes árabes laicos y reemplazarlos por dictaduras de la Hermandad Musulmana. Londres y París descubrieron esa operación cuando ya estaba en marcha en Túnez y en Egipto, pero es muy probable que la participación de ambos gobiernos haya sido solicitada de antemano contra Libia y Siria [11].
En Libia, los gobiernos de Francia y del Reino Unido organizaron –con ayuda de las fuerzas especiales de Italia– las matanzas de Bengazi y, posteriormente –con ayuda de al-Qaeda– la toma de varios arsenales del ejército libio. Yo mismo soy testigo de ello ya que, en agosto de 2011, hallándome bajo la protección de Khamis el-Kadhafi, en momentos en que la OTAN tomaba por asalto la capital libia, el hotel Rixos –donde nos encontrábamos– fue asediado por la “Brigada de Trípoli”, una unidad de al-Qaeda bajo el mando de Mahdi al-Harati, cuyos hombres, al grito de «¡Allah Akbar!», estaban directamente dirigidos por oficiales franceses en misión. Posteriormente, el propio Mahdi al-Harati fue, junto con su jefe Abdelhakim Belhadj, fundador del Ejército Libre Sirio, en realidad un grupo de al-Qaeda que se identifica con la bandera de la colonización francesa.
En Siria, está ampliamente demostrada la presencia de oficiales franceses a la cabeza de los grupos armados en momentos en que perpetraban crímenes contra la humanidad.
Francia ha estado jugando, desde entonces, un juego extremadamente complejo y peligroso. En enero de 2013, un mes después de la declaración pública de Laurent Fabius en apoyo a al-Qaeda en Siria, Francia emprendía en Mali una operación contra ese mismo grupo terrorista, provocando así acciones de represalia contra sus agentes infiltrados en Siria.
De todo eso, los franceses nunca han oído hablar. Y nunca se les ha hablado de ello porque, aunque Francia dispone de organizaciones democráticas, la política actual del gobierno francés en el mundo árabe nunca se ha debatido públicamente. Lo único que se ha hecho –en violación del Artículo 35 de la Constitución de la República Francesa– ha sido entrar en guerra contra Libia y contra Siria después de unas pocas horas de debates parlamentarios, superficiales y sin voto final. Los parlamentarios franceses han renunciado a ejercer su mandato, que consiste en controlar las acciones del Ejecutivo en materia de política exterior, pensando que se trata de un sector reservado al presidente de la República, supuestamente sin consecuencias para la vida cotidiana de los franceses. Hoy todos pueden comprobar, por el contrario, que la paz y la seguridad –uno de los 4 «Derechos del Hombre y del Ciudadano» proclamados en 1789 (Artículo 2), dependen directamente de la política exterior. Lo peor está por llegar.
A inicios de 2014, cuando los halcones liberales estadounidenses daban los últimos toques a su plan de transformación del «Emirato Islámico en Irak y el Levante» (EIIL) en lo que sería Daesh [12], Francia y Turquía se encargaron de hacer llegar municiones a al-Qaeda para que combatiera el Emirato Islámico –esto está debidamente comprobado gracias a un documento presentado al Consejo de Seguridad de la ONU el 14 de julio de 2014 [13].
Sin embargo, Francia se unió después a la operación secreta de los halcones liberales de Washington y participó en la coalición internacional contra el Emirato Islámico, de la que hoy sabemos todos que, contrariamente a lo que anunciaba su nombre, no bombardeó al Emirato Islámico sino que le lanzó en paracaídas cargamentos de armas durante todo un año [14]. La situación siguió evolucionando aún después de la firma del Acuerdo 5+1 con Irán. En el terreno, Estados Unidos se volvió súbitamente contra el Emirato Islámico y lo empujó hacia Hassaké (en Siria) [15]. Pero no fue hasta mediados de octubre de 2015 –hace sólo un mes– que Francia reinició los ataques contra el Emirato Islámico. Pero no fue para detener las masacres de sus yihadistas sino para conquistar parte del territorio que estos ocupan en Siria y en Irak e instalar en ellos un nuevo Estado colonial que sería designado como «Kurdistán», a pesar de que los kurdos serán allí extremadamente minoritarios [16].
Con esa perspectiva, Francia envió su portaviones –que todavía no está en la zona– para apoyar a los marxista-leninistas kurdos del YPG –pero, ¿qué significa esta referencia política cuando el proyecto es la creación de un Estado colonial?– contra el Emirato Islámico… el ex aliado de París.
Ahora estamos viendo un segundo efecto de boomerang. Pero no de parte de al-Qaeda en Siria. Ahora el golpe viene del Emirato Islámico en Francia, que sigue instrucciones de los inconfesables aliados de la propia Francia.
¿Quién dirige el Emirato Islámico?
El Emirato Islámico, llamado Daesh en el mundo árabe, es una creación artificial. Es solamente el instrumento de la política de un grupo de Estados y multinacionales.
Sus principales recursos son el petróleo, las drogas afganas –los franceses siguen sin entender las consecuencias que tienen estas últimas en su propio suelo– y las antigüedades provenientes del Levante. Todo el mundo está de acuerdo en que el petróleo robado transita libremente a través de Turquía antes de ser vendido en Europa occidental. A la vista de los volúmenes de petróleo robado, trasladado y vendido no cabe duda del apoyo que el Estado turco aporta al Emirato Islámico [17].
Hace 3 semanas, el vocero del Ejército Árabe Sirio revelaba que 3 aviones –fletados uno por Turquía, otro por Arabia Saudita y el tercero por los Emiratos Árabes Unidos– acababan de sacar de Siria grupos de combatientes del Emirato Islámico, transportándolos a Yemen. En este caso, tampoco hay duda posible sobre los vínculos de esos 3 países con el Emirato Islámico, en violación de las resoluciones pertinentes del Consejo de Seguridad de la ONU.
Desde la primera conferencia de Ginebra, en junio de 2012, he venido explicando que en el seno del aparato estatal de Estados Unidos existía una facción que estaba haciendo su propia política, en contra de la política de la Casa Blanca. Al principio, quien encabezaba esa facción era el general David Petraeus, el entonces director de la CIA y cofundador del Emirato Islámico en 2007 («The Surge») [18], hasta que fue arrestado, al día siguiente de la reelección de Barack Obama. Vino después el turno de la secretaria de Estado Hillary Clinton, a quien un «accidente» le impidió mantenerse en el cargo durante la llamada «transición presidencial». Esa facción prosiguió entonces la lucha a través del embajador Jeffrey Feltman, secretario general adjunto de Naciones Unidas, desde sus oficinas en la sede de la ONU, y del general John Allen, a la cabeza de la coalición que supuestamente luchaba contra el Emirato Islámico.
Ese grupo, que forma parte del «Estado profundo» estadounidense, que sigue oponiéndose al Acuerdo 5+1 firmado con Irán y lucha contra la República Árabe Siria, sigue teniendo gente dentro de la administración Obama. Lo más importante es que puede contar con la ayuda de grandes transnacionales, que disponen de presupuestos más importantes que los de los Estados, lo cual les permite financiar sus operaciones secretas. En ese caso se hallan, por ejemplo, el gigante petrolero Exxon-Mobil (el verdadero dueño de Qatar), el fondo de inversiones KKR y el ejército privado Academi (antes conocido como Blackwater).
Actuando por cuenta de esos Estados y de esas transnacionales, Francia se ha convertido en un país mercenario.
El chantaje a Francia
El 11 de noviembre de 2015, el primer ministro de Francia, Manuel Valls, aseguraba que Francia tenía un compromiso en contra del terrorismo [19].
El 12 de noviembre, el Observatorio Nacional sobre la Delincuencia y las Respuestas Penales –vinculado al ministerio francés del Interior– publicaba un informe que señala que el terrorismo se ha convertido en la segunda preocupación de los franceses, inmediatamente después del desempleo [20].
En la mañana del viernes 13 de noviembre, el ministro francés del Interior, Bernard Cazeneuve, presentaba en la localidad parisina de Nanterre un plan de 20 medidas para luchar contra el tráfico de armas [21].
Es evidente que el gobierno esperaba lo peor, lo cual quiere decir que estaba negociando con quienes realizaron los ataques. Francia aceptó un compromiso que no cumplió y ahora es víctima de un chantaje de parte de los amos a quienes acaba de traicionar.
En la mañana del mismo viernes 13 de noviembre, día de los atentados, los servicios de urgencia de los hospitales habían realizado un ejercicio que simulaba varios atentados [22]. Esta coincidencia ya se había visto durante los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y en Washington, al igual en los del 11 de marzo de 2004 en Madrid, en los atentados del 7 de julio de 2005 en Londres.
Conclusión provisional
Los sucesivos gobiernos franceses han establecido alianzas con Estados cuyos valores son contrarios a los valores de la República Francesa. Los gobiernos franceses sucesivos han ido comprometiéndose progresivamente a librar guerras secretas por cuenta de esos Estados, antes de renunciar a esos compromisos. El presidente Hollande; su jefe de estado mayor particular, el general Benoit Puga; su ministro de Exteriores Laurent Fabius y su predecesor Alain Juppé, ministro bajo el mandato del ex presidente Sarkozy, son actualmente objeto de un chantaje del que sólo podrán librarse revelando en qué implicaron indebidamente al país, aunque eso los ponga en peligro de tener que comparecer ante la Alta Corte de Justicia.
El 28 de septiembre, desde la tribuna de la Asamblea General de la ONU, dirigiéndose a Estados Unidos y a Francia, el presidente Putin exclamaba:
«Me gustaría preguntar a los responsables de esta situación:
“¿Están ustedes al menos conscientes de lo que ustedes mismos han hecho?”
Pero mucho me temo que esta pregunta quede sin respuesta, porque estos personajes no han renunciado a su política, basada en una exagerada confianza en sí mismos y en la convicción de su propia excepcionalidad y de su propia impunidad.» [23].
Y no lo han escuchado. No lo han escuchado los estadounidenses, ni tampoco los franceses. Ahora es demasiado tarde.
Elementos fundamentales:
- El gobierno francés ha ido alejándose progresivamente de la legalidad internacional. Está perpetrando asesinatos políticos y dirigiendo acciones terroristas al menos desde 2011.
- El gobierno francés ha establecido alianzas contra natura con las dictaduras petroleras del Golfo Pérsico. Está trabajando con un grupo de personalidades estadounidenses y de compañías transnacionales para sabotear la política de apaciguamiento que tratan de aplicar los presidentes Obama y Putin.
- El gobierno francés ha entrado en conflicto con esos aliados poco recomendables. Uno de ellos orquestó los atentados perpetrados en París.
[11] Ver el testimonio del ex presidente del Consejo Constitucional de Francia, Roland Dumas.
[12] Acrónimo árabe del actual Emirato Islámico, también designado por la prensa occidental como Estado Islámico, EI, o por sus siglas en inglés como ISIL o ISIS.
[18] El Emirato Islámico fue constituido inicialmente en Irak, en el marco de un plan cuyo objetivo era acabar con la resistencia a la ocupación estadounidense. Para lograr ese fin, Estados Unidos creó milicias antichiitas –entre las que se hallaba el Emirato Islámico en Irak, el futuro «Daesh»– y, posteriormente, milicias antisunnitas. Conforme al plan, estos dos grupos de la población iraquí acabaron luchando entre sí, y olvidándose así de la ocupación estadounidense.
[22] Cf. Intervención [en francés] del Dr. Patrice Pelloux, presidente de la Asociación de Médicos de Urgencia de Francia, en France Info a las 10h26 y en el noticiero de la noche de France2, 14 de noviembre de 2015.