(Pienso, hablando legalmente, que hay una razón muy sólida para enjuiciar a todo presidente norteamericano desde la segunda guerra mundial. Todos han sido francos criminales o han estado involucrados en serios crímenes de guerra.) Chomsky

Wednesday, April 01, 2009

La reunion de los responsables de la crisis nos obliga a estar atentos a sus falacias


KAOSENLARED.NET -- G20: Por un puñado de dólares devaluados
La segunda guerra global le garantizó a Estados Unidos el privilegio de fundar el sistema económico internacional en su propia moneda. El atrevimiento de proclamar la equivalencia sustancial entre dólar y oro se agota en 1971. De Gaulle exige el oro como pago de sus reservas en dólares y obliga a Washington a confesar que se trataba de una “ficción”.

Actualmente, el peso de las deudas y de una economía en caída hizo patente la evanescencia del dólar y la imposibilidad de que pueda seguir regulando los intercambios internacionales con estabilidad y seguridad.

Tras el eclipse imparable de la moneda, la parábola descendiente se ha agravado más con la sustitución de los títulos en papel y de las derivas “derivadas” de Wall Street a la autoreferencialidad del billete verde. Transformar el Estado en promotor de la socialización de las pérdidas de los usureros de los Casinos globales ahora ha agigantado el endeudamiento.

Washington cree todavía poderlo trasladar en sus propias clases subalternas y –sobre todo- exportar al resto del mundo. Los 750 billones de dólares distribuidos por Bush a los banqueros, más los que la Casa Blanca está “inyectando” en estos días, no son más que la acuñación de nuevas deudas.

De la ribera europea hay una tímida toma de distancias y se empieza a hablar de “virus americano”. Un factor patógeno exterior que habría perturbado una economía más real y sólida, donde no se alcanzó a demoler integralmente el Estado social. La tradicional política internacional de los demócratas del “hegemonismo compartido” no parece suturar completamente las heridas abiertas por una contradicción que es propia de la competencia.

UE y EEUU son dos bloques económicos que sí son “amigos” pero que –en tiempos de crisis aclamada- son sobre todo competentes. Y el brazo armado de la OTAN, con las aventuras en el mundo en busca del Santo Grial, no logra ocultar completamente las turbulencias.

Desde Washington y Londres disparan el anatema contra la tentación del “proteccionismo”, pero desde las periferias contestan que entre el dicho y el hecho hay de por medio un trecho. Tras la caída de los “dragones asiáticos” y los “efectos tequila” prohibieron toda intervención estatal en la economía mexicana, brasileña, rusa, etc.; impusieron la venta a bajo costo al sector privado transnacional. Hoy el FMI no interviene contra las subvenciones estatales a la economía norteamericana e inglesa, y a las más cautelosas de la UE, que de todos modos son un estorbo a la libre acción de la “invisible mano del mercado”. Dos pesos y dos medidas.

Por lo tanto, están muy lejos de un nuevo Bretton Woods. Poco creíbles y con escasa autoridad moral para imponer unilateralmente medidas de hecho o simplemente concretas. Quien no respeta las reglas del juego no puede pretender dictar unas nuevas. Se acabó la era del dólar porque atrás ya no le queda nada: ni el oro, ni una economía real o realmente hegemónica, y ni siquiera reservas energéticas o de materias primas, disipadas sin sentido en tan sólo tres siglos.

En el sistema productivo internacional, los equilibrios y la jerarquía de valores se han modificado profundamente. El eje hegemónico se ha movido, por lo tanto el dólar ya no es un instrumento válido que permite intercambios más justos entre PRAE, las nuevas fábricas del mundo (China, India, etc.) y las latitudes periféricas proveedoras de materias primas, energía, alimentos y biodiversidad. Este triángulo está en rápida metamorfosis.

El PRAE ya no puede usar cómodamente la “leva financiera” y las herramientas del FMI y del Banco Mundial en los términos en que lo ha hecho hasta ahora: dólar como instrumento de autofinanciamiento o automatismo que aplana las deudas. Insistir significa correr el riesgo que las nuevas “fábricas del mundo” y los proveedores de energía-materias primas encuentren una mayor y creciente interacción, dado que será cada vez más mercados de consumo.

En el pasado, es decir en la fase ascendente del imperio, estos problemas solían resolverlos con el expansionismo colonial y las guerras. Hasta ahora, para enderezar la ruta, no ha sido suficiente la desgraciada aventura en Mesopotamia, ni parece tener mejor destino el capítulo afgano abierto pro las armadas de la “familia occidental”. Después de Asia, el corazón guerrero late por Sudán y por la nueva frontera africana. ¿Será suficiente? Lo dudamos.

Se necesita una redefinición y reubicarse en el nuevo contexto del multipolarismo, desarrollando una función menos parasitaria y predatoria al interior del triángulo productivo global. El decrecimiento ha llegado para quedarse entre nosotros. La naturaleza es una barrera real para el ciclo de la valorización exponencial.

El trabajo asalariado es el otro límite para el carnaval de las bolsas de valores: sólo los salariados confieren valor real a los confetis de las Bolsas de Valores. Lo que ahora cuenta más es que no descrezcan siempre los mismos Países o los mismos sectores sociales.

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