El presidente de EEUU, George W. Bush, admitió ayer por primera vez la posible analogía entre la resistencia que enfrenta la ocupación en Irak y la guerra de Vietnam. Preguntado por la comparación que la edición de “The New York Times” del miércoles hacía entre los ataques de la resistencia en Irak con la ofensiva del Tet, Bush aseguró a la cadena de televisión ABC que «puede que tenga razón. La violencia se ha elevado sensiblemente y estamos en vísperas de elecciones».
El editorialista del diario neoyorkino Thomas Friedman constató que los «yihadistas» han redoblado los ataques para sacar los mayores réditos posibles del contexto electoral comicios de medio mandato el 5 de noviembre, como hizo el Vietcong en 1968.
Bush aseguró que «mi intuición me dice que están intentado provocar el daño suficiente como para que nos vayamos». Refiriéndose exclusivamente a la sección iraquí de Al Qaeda, el inquilino de la Casa Blanca reiteró que «creen que si consiguen generar el suficiente caos, el pueblo americano se cansará de la misión en Irak y hará que el Gobierno retire sus tropas».
Un presidente a la defensiva
Bush apareció a la defensiva en la entrevista de la cadena ABC. No es para menos. Ayer mismo el Pentágono informaba de la muerte de otros tres soldados, lo que eleva a 72 la cifra de bajas militares mortales cuando aún faltan diez días para que termine el mes.Tampoco pintan bien las cosas para su mayoría en el Congreso. Un sondeo de NBC/Wall Street Journal compara la situación de los republicanos con la de los demócratas en 1994, justo antes de su descalabro electoral. Hoy sólo el 16% de los encuestados avala a la mayoría republicana, la misma proporción que los sondeos daban a los demócratas antes de que perdieran la mayoría en las elecciones de medio mandato bajo la Presidencia de Bill Clinton. Los republicanos pusieron fin a a 40 años de predominio demócrata en la Cámara de Representantes logrando 52 escaños y reconquistaron el Senado.
Aunque inusual, el reconocimiento de Bush da una idea de la situación en Irak. Ayer mismo, grupos resistentes iraquíes exhibieron su potencia en las calles de Ramadi, capital de la provincia de Al Anbar, y volvieron a asaltar Mosul, tercera ciudad del país.
El Gobierno colaboracionista, que tuvo que pedir refuerzos estadounidenses, dio por desbaratado el asalto a Mosul, pero no pudo evitar la difusión de imágenes de guerrilleros del Consejo de la Shura de los Muyahidin que entre otros grupos incluye a Al Qaeda desfilando por Ramadi entre los vítores de cientos de vecinos.
Este Consejo ha anunciado la creación de un emirato islámico en Irak, un «Estado que gobernará al pueblo con arreglo a la ley de Dios» en el que incluyó, además de a Al Anbar, a las provincias de Salahedin, Diyala, Nínive (capital, Mosul), Kirkuk y parte de Babilonia y Waset, ambas en el centro del país. La mayoría de estas provincias tienen mayoría sunita.
Este anuncio coincide con la aprobación por parte del Parlamento iraquí bajo ocupación de una ley federal, impulsada por los kurdos y por parte de la mayoría chiíta, sobre todo la del sur del país.
Recrudecimiento de los ataques
La radiografía de los ataques registrados ayer en Irak, y que se cobraron cerca de más de medio centenar de muertos, se corresponde con los planes territoriales de los grupos islamistas de la resistencia.Doce personas murieron y 25 resultaron heridas en un atentado-suicida a bordo de un camión-bomba contra una comisaría en Mosul, acción que marcó el inicio del asalto.
Un asalto que incluyó ataques contra varias comisarías y que provocó unos enfrentamientos que se saldaron con la muerte de otras 21 personas, 12 de ellas guerrilleros según la versión policial. Mosul sufría ayer el segundo toque de queda en una semana.
17 personas murieron en dos atentados-suicidas en Kirkuk. Otras tantas murieron en ataques de la resistencia en Baquba, al norte de Bagdad. En la capital iraquí una emboscada con la Policía se saldó con la muerte de cinco personas.
La ofensiva del Tet: una derrota que se convirtió en victoria
Dabid LAZKANOITURBURU
DONOSTIA
El 30 de enero de 1968 las tropas del Vietcong Ejército de Liberación Nacional Vietnamita abanderado por el líder comunista Ho Chi Min atacaron cuarteles y edificios gubernamentales en seis provincias. Lo que EEUU presentó como ataques aislados se convirtió en horas en una ofensiva general por todo el país. Al día siguiente los combates llegaron a Saigón, donde fue asaltada la embajada de EEUU.
El contraataque estadounidense fue feroz. Su aviación convirtió en escombros todos los enclaves liberados, incluida la ciudad de Hue y anunció una gran derrota para el Vietcong. Pero la derrota se convirtió en una victoria sicológica total que cambió el curso de la guerra.
Y es que el Vietcong mostró una capacidad insospechada para preparar una ofensiva de semejante envergadura, arruinando las esperanzas estadounidenses en una victoria rápida. Además, reforzó la oposición a la guerra en EEUU. El electorado estadounidense interpretó esta ofensiva y su desenlace como una derrota para su Ejército y comenzó a contemplar la situación en el país asiático como una matanza sin salida que debía terminar.
Y terminaría con la deshonrosa retirada del Ejército de EEUU.
La ofensiva del Tet tuvo lugar en plena campaña electoral. El presidente demócrata Lyndon Johnson, cuya popularidad cayó en picado, renunció a la lucha por tratar de asegurarse su reelección en las presidenciales de noviembre de 1968. El 5 de noviembre, Richard Nixon (republicano) llegaba a la Casa Blanca.
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