(Pienso, hablando legalmente, que hay una razón muy sólida para enjuiciar a todo presidente norteamericano desde la segunda guerra mundial. Todos han sido francos criminales o han estado involucrados en serios crímenes de guerra.) Chomsky

Tuesday, February 18, 2014

Túnez: ¿la última esperanza del mundo árabe?

Túnez: ¿la última esperanza del mundo árabe? | Miradas de Internacional





Posted: 17 Feb 2014 12:40 AM PST


6266091088 446bfcd4ea z Túnez: ¿la última esperanza del mundo árabe?Elecciones en Túnez en 2011./ Ezequiel Scagnetti – European Parliament


En todos los debates en torno a la llamada “Primavera Árabe”, son muchos los que se agarran a un clavo ardiendo al hacer referencia a Túnez. Túnez fue el país en el que la inmolación de un joven licenciado que tenía que vender frutas en la calle para sobrevivir dio pie a un levantamiento que se extendió por toda la región y sorprendió a muchos, realizando muchas de las esperanzas de que el mundo árabe finalmente pudiera deshacerse al mismo tiempo de sus tiranos y de sus fantasmas. Túnez también fue el primer paísen organizar elecciones, el primer país en poner en marcha una especie de parlamento representativo, elprimer país en el que la actividad política y sindical parecía estar llevando a alguna parte. Todo ello hasta que estalló la violencia, y en particular varios asesinatos sacudieron el país, ante los cuales los islamistas en el poder no parecían dispuestos o capaces de encontrar una salida al estancamiento en el que el país se hundía.

La transición ha sido tortuosa y ha estado plagada de obstáculos que hicieron que el proceso casi descarrilara. El principal objetivo era una Constitución ampliamente esperada por la población, que tendría que haberse aprobado hace dos años y que finalmente fue adoptada el pasado 26 de enero dejando tras de si grandes suspiros de alivio.

Los antecedentes de la Constitución en Túnez

El texto fue aprobado por una aplastante mayoría de 200 votos, de un total de 216 miembros de una Asamblea Nacional Constituyente en la que se ha puesto en marcha una actividad tanto legislativa como constitucional. El proceso ha sido testigo de muchos retos que se ha ido superando  con éxito. El principal obstáculo se derivaba de la insistencia del movimiento islamista Ennahda en dar forma a un texto a su medida. Los islamistas, principalmente porque eran conscientes de cómo les estaba yendo a sus compañeros de creencia en otros lugares como Egipto o Gaza, pero también como consecuencia de una creciente presión proveniente de Occidente y del propio pueblo tunecino, se vieron obligados a hacer concesiones, sobre todo en referencia a su objetivo declarado de instaurar la supremacía de la ley islámica. Como muestra de buena fe, el Primer Ministro Ali Larayedh aceptó dimitir  en octubre, poniendo así fin al reinado del partido islamista en línea con un aclamado acuerdo de transición.

Una palabra que muchos han utilizado para describir el proceso es “consenso”. El texto es el resultado de los esfuerzos combinados de la oposición, la sociedad civil, los sindicatos, los empresarios y los ciudadanos de a pie que tomaron las calles con el fin de obligar a los políticos a dejar atrás sus juegos estériles. Como muestra un botón: durante los últimos dos meses, la Asamblea en sesión plenaria ha discutido los artículos uno por uno en sesiones maratonianas.

Un texto sin precedentes en el mundo árabe

El flamante texto (la segunda Constitución del país, tras la que en 1959 introdujo un Bourguiba que aún muchos echan de menos) es un documento extremadamente moderno que reconoce un número significativo de libertades y santifica la separación de poderes, como ninguna otra Constitución en el mundo árabe lo había hecho hasta ahora. Es un texto que al mismo tiempo respeta las tradiciones del país, al referirse tanto a la identidad islámica como a la árabe de Túnez. El Artículo 1 proclama que “Túnez es un Estado libre, independiente y soberano, su religión es el Islam, su lengua el árabe y su régimen una república”. En un esfuerzo por recordar a todos las raíces del texto, su Preámbulo se basa en los objetivos de la revolución: la libertad y la dignidad (tal vez el único logro de la Alta Autoridad para el Logro de los Objetivos de la Revolución, rápidamente creada antes de las elecciones de octubre 2011). Muchos también han vinculado con las pulsiones revolucionarias el reconocimiento del derecho a un juicio justo y la prohibición de la tortura , así como el derecho de acceso a las redes de información y comunicación y la libertad de formar partidos políticos, sindicatos y asociaciones.

Un estado civil y democrático

Muchos comentaristas han aclamado el hecho de que la Constitución mencione sin ambigüedad la naturaleza de “estado civil” en un país enteramente musulmán. Este texto, sin embargo, no hace más que honrar a una gran parte de los principios que inspiraron la Constitución anterior, que sentó las bases de un Estado civil y laico. Los islamistas no consiguieron que la Constitución consagrara la penalización de “violaciones a lo sagrado”. De hecho, ni siquiera consiguieron que se incluyera una cláusula que se considera fundamental en países como Egipto : aquella que proclama que la sharia es la fuente principal de la legislación. A pesar de que el artículo 6 menciona que el estado es “garante de la religión” y “protector de lo sagrado”, las fuerzas progresistas han presionado para que se reconozca el principio de libertad de conciencia, junto con la libertad de creencia y de culto, derechos que el Estado está obligado a garantizar y proteger. Un avance clave, aunque controvertido, es también la prohibición explícita del takfir (considerar disidentes a los infieles o no creyentes) .

La Constitución establece en su preámbulo “un régimen democrático y participativo republicano en el contexto de un estado civil y regido por la Ley”, la soberanía pertenece al pueblo y se ejerce sobre la base de un cambio pacífico a través de elecciones libres. La nueva constitución estará pues al origen del establecimiento de un nuevo gobierno. Esto es, claro está, cuando una nueva ley electoral sea aprobada (junto con un muy necesario proyecto de ley para la justicia transicional). Partir de cero no es fácil. Pero puede que no exista otra opción para los países con un pasado como el de Túnez. Ennahda ha demostrado en este sentido grandes dotes políticas al ceder el poder a un gobierno provisional no partidista antes de la adopción de la Constitución. Lo que al principio muchos veían como un reconocimiento del fracaso ante una disidencia creciente era en realidad un paso hacia una nueva victoria en las próximas elecciones, consiguiendo así recuperar el apoyo del público y evitar seguir el camino de los Hermanos Musulmanes en Egipto.

Retos pendientes en Túnez

Quedan aún varios asuntos pendientes que sin duda dificultarán el proceso, tales como la reactivación que tanto necesita una economía que ha sido la víctima más cruel de la inestabilidad de los últimos tres años. El gobierno tecnocrático ahora al mando hasta las elecciones parlamentarias y presidenciales a finales de este año podrá sin duda hacer buen uso de la ayuda económica y la apertura comercial prometida en numerosas ocasiones por Washington y Bruselas (en virtud de una condicionalidad que todavía debe demostrar su eficacia). Al mismo tiempo, las autoridades tunecinas son perfectamente conscientes de la necesidad de luchar contra la violencia endémica que bebe de las dificultades económicas, pero también de una polarización y extremismo que hoy en día son la tónica en todos los rincones de la región.

Los ciudadanos necesitan recuperar la confianza en el sistema político, cuanto menos erosionada. De hecho, algunos en las calles todavía creen que no hay que esperar mucho de una Constitución cuyo desarrollo ha exigido años y sangre derramada de más, y que contiene contradicciones obvias. Lo que si que parece claro es que casi todo el mundo aprecia el impacto positivo que puede tener el texto, tanto a nivel internacional como desde un punto de vista regional, en particular en Egipto, donde la recientemente aprobada Constitución es de todo menos un fruto del consenso.

La Carta Magna ha sorprendido a propios y extraños por su naturaleza singular y progresista. Túnez se ha convertido en el primer país árabe que garantiza la igualdad entre hombres y mujeres, y en especial la paridad en las asambleas electas. Otro punto sorprendente es el que la atención sanitaria sea declarada un derecho humano, así como que la atención y el tratamiento preventivo estén garantizados para todos los ciudadanos. Por último, aunque no menos importante, el texto también contiene un mandato constitucional para la protección del medio ambiente, erigiéndose Tunez como el único país en desarrollo en el mundo en haber dado este paso. Y, lo que es más importante en un país donde la seguridad jurídica ha brillado por su ausencia, ninguna enmienda constitucional será capaz de retrotraer las ganancias en el campo de los derechos humanos y las libertades. Y de hecho, un Tribunal Constitucional (cuya composición depende tanto del ejecutivo como del poder legislativo) será puesto en pie para limitar el poder legislativo y la capacidad de la legislatura para promulgar cualquier ley contraria a los derechos y libertades fundamentales.

Túnez y Egipto: ¿éxito y fracaso de la “Primavera Árabe”?

Mientras que Túnez celebraba un nuevo logro, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas de Egipto anunció publicamente su apoyo a la más que probable candidatura a la Presidencia del nuevo héroe del país el mariscal Abdel- Fattah El- Sissi. Semanas atrás, el gobierno militar se había ocupado de asegurar la aprobación de una nueva Constitución (la Constitución anterior también fue impulsada por los islamistas, en contra de los deseos de una parte significativa de la población), y se ve hoy en día más preparado que nunca para reafirmar su control total sobre el país de los faraones. Varias diferencias distancian el caso de Túnez del de Egipto. La primera que viene a la mente es que el Ejercito de Túnez es relativamente débil, y no una fuerza dominante en la escena política. Por otra parte, cuando tuvieron que  enfrentarse al descontento generalizado, los islamistas de Túnez accediern a renunciar al poder y a ser parte en un diálogo nacional, a diferencia de los Hermanos Musulmanes, que decidieron recurrir a un decreto que otorgaba poderes exhorbitados al entonces Presidente Morsi. Ennahda también decidió en un momento dado que era necesario reconocer públicamente que una democracia no puede tolerar el asesinato político , mientras que las fuerzas de la Hermandad atacaron descaradamente y en varias ocasiones a manifestantes a lo largo del invierno pasado.

Al mismo tiempo, la población de Egipto está compuesta tanto de musulmanes como de cristianos, minorías que han sido a menudo objeto de ataques violentos, una situación tremendamente diferente a la existente en Túnez, que se caracteriza por una composición homogénea desde el punto de vista religioso y confesional. A diferencia de Egipto, en Túnez hay un fuerte movimiento pro – estado civil, que se ha ido construyendo durante los últimos años, gracias a una posición de respeto por parte del régimen. Pero la diferencia más importante radica en el hecho de que ha tenido lugar una auténtica reconciliación entre islamistas y fuerzas seculares, que han aceptado unirse para ratificar un compromiso unificado por la democracia, para garantizar y sostener el legado de Habib Bourguiba. ¿No resulta irónico que, mientras que la institución secular liderada por Bourguiba era antidemocrática, el gran logro constitucional de hoy ha hecho que su legado represente un logro democrático?

Tres años después de su Revolución, Túnez ha dado a luz a una cultura de traspaso pacífico del poder, donde la transición al próximo gobierno vendrá decretada por las urnas y no por las balas. La Asamblea Constituyente estalló de júbilo una vez el texto fue adoptado, marcando un hito democrático para la cuna de la Primavera Árabe. El Presidente Moncef Marzouki gritó después de firmar la Constitución “el gobierno y la oposición han ganado. Túnez ha ganado.”

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