(Pienso, hablando legalmente, que hay una razón muy sólida para enjuiciar a todo presidente norteamericano desde la segunda guerra mundial. Todos han sido francos criminales o han estado involucrados en serios crímenes de guerra.) Chomsky

Thursday, May 22, 2014

China y Rusia: una colaboración lógica |

China y Rusia: una colaboración lógica | Russia Beyond the Headlines



China y Rusia: una colaboración lógica

La enorme cantidad de acuerdos y contratos preparados para este encuentro demuestran la seriedad de los nuevos propósitos. Los ejercicios navales conjuntos,  presenciado por los presidentes de ambos países, sirven de aviso para el resto del mundo sobre la colaboración en el ámbito militar estratégico.
Además del deseo natural de dos países vecinos con semejante potencial de reforzar y desarrollar sus relaciones, Moscú y Pekín tienen ahora nuevas razones para promover el acercamiento.
La crisis ucraniana ha servido como pretexto a Estados Unidos para demostrar su arsenal de herramientas de presión sobre Moscú. Este arsenal no consiste tanto en sus incontables cabezas nucleares o portaaviones situados en el Mar Negro como en su capacidad de utilizar las claves económicas de la globalización, de aprovecharse del hecho de que la economía mundial moderna es producto del sistema estadounidense y esté regulada por dicho sistema. Ni siquiera Estados Unidos es capaz de aislar a una potencia como Rusia.
Pero sí que se puede obstaculizar su acceso a los mercados, a los recursos financieros y tecnológicos. Por esta razón Rusia necesita no sólo evitar esto a corto plazo, sino encontrar una alternativa que le permita adquirir unos recursos para su propio desarrollo totalmente independientes de la influencia estadounidense.
El cambio de orientación hacia Asia estaba preparándose mucho antes, lo único que ha conseguido la crisis ucraniana ha sido catalizar el proceso. El acercamiento con China no es solamente una decisión importante, es además una tarea muy complicada.
La República Popular China es un estado demasiado potente como para que cualquier socio, incluido un gigante como Rusia, no sienta miedo de ocupar una posición de subordinación respecto a ella. No es una cuestión de malas intenciones por parte de Pekín, sino de una relación objetiva de los potenciales económicos de ambos países.
La garantía para preservar una postura independiente respecto a China dependerá  de la habilidad política. Rusia por ahora es mucho más activa y notable en el escenario internacional. China le sigue de cerca, pero por ahora no se arriesga a convertir su peso económico en acciones políticas.

Desempeñar un papel independiente en el acercamiento con China será posible gracias a tres factores.

En primer lugar, hará falta una exhaustiva estrategia asiática que incluya aspectos internos (el desarrollo de Siberia y del Extremo Oriente) y externos (el posicionamiento en la Región Asia-Pacífico). Naturalmente, en coordinación con China y con el apoyo de esta.
En segundo lugar, una ampliación y mejora de las relaciones con otros países importantes en Asia, desde Japón y Corea del Sur hasta la India, Vietnam, Singapur o Indonesia. Algunos de ellos están más estrechamente vinculados a Estados Unidos y tienen un margen de acción más limitado. Pero la situación en Asia se ha vuelto muy complicada, por lo que también estos países están interesados en la diversificación. Si Rusia consigue no atarse demasiado a China, obtendrá un espacio para maniobrar.

En tercer lugar, a diferencia de China, Rusia posee una enorme experiencia de liderazgo. No en el sentido de hegemonía, como en el caso de Estados Unidos, sino desde el punto de vista de la promoción de ideas de naturaleza global capaces de atraer a otros estados y lanzar una “campaña” a escala mundial.
Debido a sus particularidades culturales, China no está capacitada para ello. Moscú también perdió en la época postsoviética estas cualidades, pero existe la posibilidad de formular otra visión del orden mundial porque durante el último año se han hecho evidentes los riesgos que entraña un mundo articulado en torno a Estados Unidos.
Por un lado figura el escándalo protagonizado por Edward Snowden y, por otro, la clara demostración de fuerza contra Rusia durante las últimas semanas por medio de instituciones mundiales.
Si Rusia opta por actuar como diseñadora de una “nueva” globalización, aunque únicamente sea mediante la promoción de eslóganes, esto equilibrará en parte su retraso económico respecto a China.
No debe imponerse la sensación de que el acercamiento interesa solamente a Moscú, de que Pekín permite amablemente a Rusia que se acerque. A China le preocupa lo que sucede en el mundo, en todas partes están creciendo todo tipo de manifestaciones de inestabilidad. Sobre todo en lugares inmediatamente cercanos a sus fronteras.
La orientación de Washington hacia Asia, a pesar del respeto que profesa a China, está evidentemente dirigida a evitar que aumente la influencia de esta región en el mundo. Los múltiples conflictos territoriales de Pekín con sus vecinos, que durante largo tiempo se habían mantenido en una especie de letargo, comienzan agravarse de nuevo y ya no se trata de casos localizados.
A estos conflictos se pueden añadir las caldeadas disputas acerca del modelo de desarrollo económico que se sigue en China. Su economía entra en recesión y los especialistas señalan una tendencia poco favorable, aunque al mismo tiempo se registra un rápido y continuo crecimiento, mérito de la estabilidad del sistema político y del gobierno chino. Por ello, para la República Popular China un aumento cualitativo del nivel de las relaciones con Rusia (su mayor colaborador político y económico) también es más que necesario en estos momentos.Justo durante los días de la visita de Putin a Shanghái hubo un aumento de las tensiones de Vietnam que llevó a la evacuación de ciudadanos chinos que viven en este país. Japón y Filipinas también esperan su turno.
Tampoco cabe esperar una relación de colaboración sin problemas: dos países tan importantes no pueden no tener contradicciones o choques de intereses. Sin embargo, la lógica del desarrollo de los acontecimientos mundiales empuja a Moscú y Pekín al acercamiento, y esta nueva etapa abre unas nuevas posibilidades por las que vale la pena correr riesgos.

Fiódor Lukiánov es presidente del Consejo de Política Exterior y Defensa.
Artículo publicado originalmente en ruso en Rossíyskaya Gazeta

Sunday, May 11, 2014

Transnistria, la kaliningradización de las fronteras occidentales

Transnistria, la kaliningradización de las fronteras occidentales | Miradas de Internacional

Tiraspol bridge infantry vehicles 600x450 Transnistria, la kaliningradización de las fronteras occidentales

Camiones de infantería con la bandera de Transnistria cruzando el río Dniéster./ Monk (Wikimedia)

Edward Hallett Carr, en su obra sobre la revolución rusa, deja nota de la anécdota que difundían los marineros del Aurora que afirmaban que lo primero que hizo Lenin al instalarse en el Palacio de Invierno fue colgar en su despacho un cuadro de Pedro el Grande ante la perplejidad de Trotsky, al que le aseguró que la revolución no triunfaría en Rusia si le daba la espalda a la tradición y a su propia historia.

El pasado 16 de abril, el Parlamento de la República Moldava de Transnistria aprobó una resolución en la que hizo un llamamiento a Rusia, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y la ONU a reconocer su independencia. La crisis en Ucrania y la anexión de Crimea han despertado las fuerzas secesionistas y los legisladores de la región independentista han recordado que, en el referéndum del 17 de septiembre de 2006 (coincidiendo con la revolución naranja), el 98 % de la población se pronunció a favor de la secesión de Moldavia y la posterior adhesión a Rusia.
Transnistria está situada longitudinalmente entre el río Dniéster y la frontera con Ucrania dentro de Moldavia. Hoy en día, Moldavia incardina estrictamente sus  fronteras a la región de Besarabia, creada en 1812 por Rusia tras arrebatársela al Imperio Otomano que ocupaba Moldavia. Rusia llamó a aquella región Besarabia hasta 1940, cuando Moscú crea el Estado de Moldavia como resultado del pacto de no agresión Ribbentrop-Molotov por el que alemanes y rusos se dividieron sus respectivas zonas de influencia en Europa.
Rusificación de Moldavia
Cuando la región rumana de Moldavia fue anexionada por el Imperio ruso en 1812 comenzó un lento pero eficaz proceso de rusificación. En 1829 el uso de la lengua rumana estaba prohibida en la administración. En 1833 la lengua rumana había sido prohibida en las iglesias. En 1842, la enseñanza en rumano estaba prohibida para las escuelas secundarias y quedó prohibida para las escuelas primarias en 1860. En la segunda mitad del siglo las autoridades rusas obligaron a la migración de los rumanos moldavos hacia otras provincias del Imperio ruso (especialmente Kazajstán y Siberia) mientras que se alentó a los grupos étnicos extranjeros (rusos y ucranianos) a establecerse en Besarabia.
Según el censo rumano de 1817, Besarabia estaba poblada  por un 86 % de rumanos moldavos, un 6,5 % de ucranianos y un 1,5 % de rusos.  Tras ocho décadas, la proporción de la población rumana se redujo en un 30% y la de rusos pasó a ser la segunda mayor población de Moldavia.
El idioma nacional moldavo, creado entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial por las autoridades soviéticas, era en realidad la propia lengua rumana pero escrita con la escritura cirílica del alfabeto ruso. Los efectos culturales y lingüísticos de la rusificación se manifiestan hoy en delicadas cuestiones de identidad. Como cabe esperar, en la región separatista de Transnistria el idioma oficial es el ruso.
En 1990, y originando una Guerra Civil, fue cuando se instauró unilateralmente la república moldava independiente de Transnistria, no reconocida por ningún Estado miembro de las Naciones Unidas. Aunque no se diga oficialmente, la población de origen ruso promovió la guerra. Las autoridades civiles y militares del alto mando moldavo de origen ruso dieron órdenes específicas que permitieron que los tanques y acorazados moldavos cruzaran el río Dniéster hacia Transnistria, cuando tenían aviación e infantería para impedirlo.
Hoy, Transnistria es una república presidencial no reconocida pero independiente, con su propio gobierno, parlamento, ejército, policía, sistema postal y moneda. Sus autoridades han adoptado una constitución,  bandera,  himno nacional y escudo. Sin embargo, sólo Nagorno – Karabaj, Abjasia y Osetia del Sur mantienen relaciones diplomáticas con Transnistria y reconocen el país.
El binomio economía y educación
Para llegar a Transnistria hay que coger el autobús de la Gara Centrala en Chisináu. Desde Odesa, en el año 2006 la carretera a Moldavia estaba en muy mal estado. Cuando llovía se encenagaba  y contaba sólo con un carril que era precisamente el más frecuentado por el contrabando. Al llegar al puesto fronterizo se tenía la sensación de estar en los años 40, porque había que traspasar una simple barra rojiblanca y entrar en una garita custodiada por soldados inflexibles a los que convenía decir a todo que sí, especialmente en cuestiones monetarias.
Transnistria tiene su propio banco central que emite la moneda de Transnistria, el rublo. La economía de Transnistria se describe con frecuencia como dependiente del contrabando y el tráfico de armas, y ha sido etiquetada en no menos ocasiones de État voyou (Estado paria). Estas acusaciones son negadas por el gobierno de Transnistria y minimizadas por los funcionarios de Rusia, sin embargo, el Banco de Transnistria existe y se sostiene porque cuenta con el respaldo financiero de Moscú.
Junto con la economía, otro contrafuerte de la independencia es la educación que tiene lugar en lengua rumana pero usando un alfabeto cirílico. El uso de la escritura latina se restringió a sólo seis escuelas después de 1990, y cuatro de estas escuelas fueron cerradas por la fuerza por las autoridades transnistrias que afirmaban que era debido a la negativa de las escuelas a solicitar su reconocimiento oficial. Estas escuelas fueron posteriormente registradas como escuelas privadas y reabiertas. Pero en noviembre de 2005, Ion Iovcev, director de una escuela de lengua rumana en Transnistria y crítico con los dirigentes de Transnistria, recibió llamadas con amenazas de muerte que denunció y atribuyó a sus críticas al régimen separatista.
La kaliningradización de las fronteras 
Como hemos visto, Transnistria ha sido una región de Moldavia poblada por rumanos de origen moldavo que sufrió un proceso de rusificación a partir de 1812. Hoy en día, es un museo vivo de la antigua URSS que paradójicamente practica un capitalismo salvaje e insostenible. De hecho, si Rusia no estuviera prestando constante ayuda financiera en un mes colapsaría y tendría que volver a incorporarse a Moldavia.
Cuando la URSS dirigía los designios de Moldavia,  los pobres trabajaban en el campo y las fábricas mientras los rusos ocupaban los mejores cargos en la administración. Es precisamente la herencia de aquel tiempo la responsable de que cuando un moldavo se encuentra con un ruso, de inmediato se pone a hablar en ruso asumiendo el papel  de socialmente inferior.
Con este escenario, el futuro próximo de la región fronteriza del río Dniéster está dejando de ser incierto. La anexión de Crimea y la sublevación de las provincias rebeldes de Ucrania ha reafirmado a los secesionistas, mientras el Parlamento de Transnistria pretende ahora introducir la legislación rusa en todo el territorio, lo que no dejar de ser consecuencia de la política de kaliningradización de Moscú y el preludio de una probable unificación con Rusia.
Diplomáticamente, Rusia defiende la concesión de un estatus especial a Transnistria, mientras la UE propone que la región permanezca en el seno de Moldavia como una autonomía con grandes competencias. Pero en la calle, la población sufre un conflicto identitario y al igual que en Ucrania, Transnistria se encuentra dividida entre Rusia y Occidente.
Por un lado, los transnistrios anhelan volver a formar parte de una Rusia que tuvo siempre misión de imperio, cristiano o pagano,  mientras por otro lado, la posibilidad de entrar en el espacio Schengen promete, aparentemente, la posibilidad de una vida con más oportunidades. Al tiempo, y como si fuera un nuevo Pedro el Grande, Vladimir Putin le va devolviendo al mundo una bipolaridad perdida en 1990 que algunos creyeron el fin de la historia. Sólo cabe esperar que una nueva bipolaridad no traiga consigo otra Hora 25.

Wednesday, May 07, 2014

China da un giro a su política exterior en África | Internacional

China da un giro a su política exterior en África | Internacional | EL PAÍS



Desde que la nueva generación de dirigentes chinos liderada por el hoy presidente, Xi Jinping, asumió el poder del Estado en marzo de 2013, no solo ha puesto en marcha importantes reformas económicas y sociales sino que ha multiplicado los esfuerzos en política exterior, con la vista puesta en la estabilidad, la seguridad y la economía de China.
En este plan, juega un papel crucial la creación de las condiciones que permitan abrir mercados para los productos manufacturados chinos -cada vez de mayor valor añadido- y garantizar los recursos minerales y energéticos que precisa el país para continuar el proceso de desarrollo.

“En el pasado, China, principalmente, ayudó a los países africanos a que se desarrollaran, mejoraran su crecimiento económico, ampliaran sus infraestructuras e incrementaran el comercio con China. Pero ahora China se ha dado cuenta de que la estabilidad política y la seguridad son tan importantes como el desarrollo de sus economías, así que está prestando más atención a esto. Es el caso en 
Sudán del Sur. China ha entrado en una nueva etapa en lo que respecta a la seguridad en África”, explica Liu Hongwu, director del Instituto de Estudios Africanos en la Universidad Normal de la provincia costera de Zhejiang.Esto supone incrementar las relaciones con naciones ricas en materias primas y en crecimiento como las africanas. De ahí, que Pekín haya dado un giro a su política en África, tradicionalmente centrada en el aspecto económico, para impulsar la estabilidad y la seguridad en el continente.
El primer ministro, Li Keqiang, inició ayer en Etiopía una gira de una semana por África, que le llevará también a Nigeria, Angola y Kenia. Li participará en Abuja (capital de Nigeria) en el Foro Económico Mundial sobre África, que comienza el miércoles y dura tres días. El dirigente chino busca reforzar los intercambios económicos con el continente, que en 2013 superaron por primera vez en un año 200.000 millones de dólares (144.000 millones de euros), y disipar las críticas sobre la existencia de un colonialismo chino. “Se trata de una importante visita orientada a todo el continente”, con objeto de renovar la “tradicional amistad” entre China y África y hacer avanzar “un nuevo tipo de asociación estratégica”, aseguró Zhang Ming, viceministro de Exteriores, en vísperas del viaje de Li.
China superó a Estados Unidos y se convirtió en el mayor socio comercial de África en 2009, con una cuota del 13,5%, según datos de la OCDE. El comercio bilateral ha pasado de 10.000 millones de dólares (7.200 millones de euros) en 2000 a 210.000 millones de dólares (151.000 millones de euros) en 2013. Unas 2.500 empresas chinas operan en el continente.

Interés re





Angola es uno de los principales suministradores de petróleo a China, mientras que, en Kenia, empresas chinas tienen importantes proyectos energéticos y están construyendo una nueva línea férrea desde la costa en el océano Índico hasta la frontera occidental con Uganda. La inversión directa china acumulada en África alcanzó 25.000 millones de dólares (18.000 millones de euros) a finales del año pasado.
La política exterior de Pekín sigue el ritmo de sus intereses económicos en el mundo. Algo que se ha puesto aún más de manifiesto recientemente en África. Zhong Jianhua, representante especial para asuntos africanos, participó en enero en las negociaciones de paz que condujeron a un delicado alto el fuego entre el Gobierno del presidente de Sudán del Sur, Salva Kiir, y los rebeldes leales a quien fue su número dos y vicepresidente, Riek Machar. “China debería implicarse más en la búsqueda de soluciones para la paz y la seguridad en cualquier conflicto allí”, aseguró Zhong a la agencia Reuters. “Esto es un desafío para China (…) Es un nuevo capítulo para la política exterior de China”.
Aunque el alto el fuego en Sudán del Sur no duró mucho, puso de manifiesto el papel nuevo y activo que ha jugado Pekín en el conflicto. “China tiene intereses energéticos en Sudán del Sur, así que esperamos, incluso aún más, que este país pueda mantener la paz y la estabilidad”, dijo Qin Gang, portavoz de Exteriores, el mes pasado.
Miles de personas han muerto en Sudán del Sur, y más de medio millón han tenido que huir de sus hogares desde mediados de diciembre, en el peor estallido de violencia desde que logró la independencia de Sudán en 2011. La comunidad internacional teme que la inestabilidad en este país rico en petróleo se extienda en una región ya bastante volátil. Zhong, que posee gran experiencia en Sudán del Sur, ha afirmado que este problema es su prioridad número uno.
Las relaciones de Pekín con África se intensificaron a partir de la década de 1950, cuando China respaldó los movimientos africanos de liberación del colonialismo occidental. En las dos últimas décadas, ha construido y financiado carreteras, aeropuertos, líneas de ferrocarril, estadios, puertos, hospitales o escuelas, al tiempo que accedía a los recursos minerales, madereros y energéticos en un continente rico en ellos.
El avance de la política exterior de China, basada tradicionalmente en la no injerencia en los asuntos internos de otros países, no había seguido el mismo ritmo. Pero su continuo ascenso económico y la necesidad de proteger sus intereses le han otorgado –u obligado a asumir- nuevas responsabilidades internacionales. Pekín importó 3,5 millones de toneladas de crudo de Sudán del Sur el año pasado. Es su mayor cliente de petróleo.
Pekín ha asegurado que actuará con precaución, y ha defendido que la solución al conflicto sudanés debe respetar la propuesta de las naciones de África, donde algunos dirigentes consideran a China un contrapeso a Occidente y han agradecido los créditos baratos que les ha otorgado, pero al mismo tiempo ven con inquietud la forma en que se está llevando sus recursos naturales y la poca aportación tecnológica que ha hecho a las industrias locales. El 85% de las exportaciones africanas a China son materias primas, como petróleo y minerales.
Las suspicacias por el papel jugado por China han sido mostradas incluso por la experta en primates y antropóloga británica Jane Goodall, quien ha asegurado que China está explotando los recursos de África como hicieron los europeos, con consecuencias desastrosas para el medio ambiente, e incluso peores que las provocadas por la colonización europea, dados el tamaño de China y los avances de la tecnología.
Los nuevos líderes chinos están intentando cambiar esta percepción. Antes de emprender el domingo su gira africana, Li Keqiang aseguró que las disputas y las críticas que han surgido sobre algunas inversiones chinas son tan solo “dolores del crecimiento” y “casos aislados”, pero instó a las empresas chinas en África a que cumplan de forma estricta las leyes locales. “Deseo garantizar con toda seriedad a nuestros amigos de África que China nunca seguirá la senda del colonialismo como hicieron algunos países, o permitirá que el colonialismo, que pertenece al pasado, reaparezca en África”, dijo en comentarios recogidos por la agencia oficial Xinhua. “El destino de China y África está íntimamente ligado. Nos apoyamos durante la lucha por la independencia, y en el curso del desarrollo nacional siempre nos hemos tratado como iguales”, afirmó ya una vez en Addis Abeba (capital de Etiopía), informa Associated Press.
El mismo mensaje había enviado un año antes Xi Jinping. El primer viaje que efectuó al extranjero, en marzo de 2013, nada más asumir la presidencia del país le condujo a Tanzania, Suráfrica y la República del Congo. “África pertenece a los africanos (…) Al desarrollar relaciones con África, todos los países deberían respetar su independencia y su dignidad”, dijo en Dar es Salam, la mayor ciudad y capital económica de Tanzania, en un intento de calmar las inquietudes de quienes piden en el continente unas relaciones más equilibradas con la segunda potencia económica del mundo. Xi prometió transferencias de tecnología y formación para edificar industrias locales.
Las empresas chinas han invertido grandes sumas en proyectos de infraestructuras, minería y energéticos en el continente; pero algunas han sido acusadas de tratar de forma injusta a los empleados africanos, llevar a cabo obras de mala calidad e incumplir las leyes laborales locales, entre otras. Además, Pekín ha sido acusado de neocolonialismo y de no favorecer el desarrollo económico de África, al centrarse principalmente en la búsqueda de materias primas más que crear puestos de trabajo.
El año pasado, el Gobierno de Zambia tomó el control de una mina de carbón gestionada por una compañía china por no cumplir las normas de seguridad, salud y medioambientales. En 2012, los trabajadores de la mina mataron a un gerente chino durante unos disturbios originados por las condiciones laborales.