(Pienso, hablando legalmente, que hay una razón muy sólida para enjuiciar a todo presidente norteamericano desde la segunda guerra mundial. Todos han sido francos criminales o han estado involucrados en serios crímenes de guerra.) Chomsky

Friday, January 27, 2012

”Pakistán tiene una mayoría silenciosa y una minoría radical muy ruidosa”

”Pakistán tiene una mayoría silenciosa y una minoría radical muy ruidosa”
http://www.asiared.com/es/notices/2012/01/-pakistan-tiene-una-mayoria-silenciosa-y-una-minoria-radical-muy-ruidosa-2508.php
”Pakistán tiene una mayoría silenciosa y una minoría radical muy ruidosa”
En su libro Pakistán, Ana Ballesteros ofrece una visión completa del país, más allá del conflicto afgano que lo coloca constantemente en los titulares de la prensa internacional. Describe un Pakistán dominado por una gran mayoría silenciosa que se mueve, indecisa, entre dos sentimientos contradictorios, el antioccidental y el antitalibán. Una sociedad conservadora que cuando vota apuesta por la democracia y que ha perdido oportunidades históricas para desarrollarse y convertirse en la Turquía de Asia, que vive en la inestabilidad crónica y donde el ejército sigue marcando la política interior y exterior.
En una conferencia en Casa Asia Ana Ballesteros insistió en la necesidad de aproximarse a Pakistán sin prejuicios.
Ana BallesterosLibro: Pakistán de Ana BallesterosAna Ballesteros autora de PakistánDolors Rodríguez 26/01/2012La visión que tenemos de Pakistán está marcada por el conflicto de la lucha contra los talibanes y la guerra de Afganistán ¿hasta qué punto se corresponde con la realidad que vive el país?

Los medios de comunicación necesitan titulares y evidentemente es la guerra de Afganistán y los atentados o las bombas lo que coloca a Pakistán en esos titulares.

Pero Pakistán no es sólo terrorismo, Pakistán es mucho más, es un país de 180 millones de personas en el que hay una vida diaria y una normalidad… la economía, los problemas sociales, la crisis, el paro…

A partir del los atentados del 11 de Septiembre de 2001, como ocurrió cuando los soviéticos invadieron Afganistán, Pakistán vuelve al primer plano de la actualidad pero es precisamente a través de estas visiones negativas del país.
Tal vez el libro a lo que puede contribuir es a tener otra visión. Es cierto que el terrorismo y la guerra con Afganistán son dos cosas que marcan mucho la realidad pakistaní, pero no es la única realidad y hay que poner cada cosa en su contexto.

El conflicto de Afganistán no marca la vida de los pakistanís…


Afganistán, el islamismo afectan a los políticos, a la política, a las relaciones exteriores y a las instituciones relacionadas con el propio conflicto, pero a la población lo que le interesa es lo mismo que nos interesa a nosotros en Occidente, el paro, conseguir trabajo, la educación…

En Pakistán son constantes los cortes de electricidad, existe un grave déficit energético, las dificultades económicas… sube el precio de los productos básicos, aumenta la inflación. Y eso es lo que le preocupa al pakistaní medio.

Ese Pakistán es el que no sale en los medios de comunicación y es el que tenemos la obligación de conocer y tener en cuenta para no caer siempre en el alarmismo.

Desde Occidente nos centramos en el conflicto con los talibanes, pero ¿en qué medida Pakistán es una sociedad dominada por el islamismo?

El problema en Pakistán es que la minoría es ruidosa y la mayoría silenciosa. Es una sociedad muy conservadora, pero no hay que confundirla con una sociedad talibanizada.

Los pakistanís rechazan el modelo de sociedad de los talibanes, pero tampoco quieren el modelo occidental. Esto no quiere decir que sean islamistas.

Son muy conservadores y para ellos el Islam es el modelo a seguir, pero es un Islam que tiene mucho más que ver con los ideales de paz, solidaridad, justicia e igualdad que con el modelo de los talibanes.

El problema es que esta mayoría social es muy antioccidental y antiamericana. Se sitúa entre los talibanes y Occidente y en ese punto medio no acaba de definirse.

Esta indecisión es lo que le da mucha más fuerza a los radicales, esa minoría ruidosa que por otra parte recibe mucha atención de los medios de comunicación.

Hasta qué punto es Pakistán una sociedad que reclama valores democráticos, como la división de poderes, un poder judicial independiente…

Pakistán tiene claro que quiere democracia y qué tipo de democracia quiere. De hecho, cada vez que se celebran elecciones la gran mayoría de los votos van a partidos laicos o de derecha islámica, pero no son partidos que defiendan la instauración de la sharia.

Los partidos religiosos no consiguen ni siquiera el 10% de los votos. En las urnas, los pakistanís dicen claramente que quieren unos partidos políticos que gobiernen y administren el país y reconocen que la religión es otra cosa y que no debería mezclarse con la política.

Pero sí que les gusta que los políticos sean buenos musulmanes, porque para ellos un buen musulmán es una persona respetable, que respeta la tradición.

Más allá de eso, los pakistaníes quieren precisamente lo que está reconocido en la constitución. ¿Cuál es el problema? Que los derechos reconocidos en la constitución no se aplican y por eso siempre existe un cierto grado de cinismo cuando se habla de democracia.

En este sentido, ¿qué papel juega Occidente en su relación con Pakistán?


El problema es que toda la relación de Pakistán con Occidente se establece a través de Estados Unidos y Washington se mueve según sus intereses, no los de Pakistán.

Descontando la relación con Estados Unidos, y el Reino Unido, la antigua colonia, Pakistán no tiene demasiados apoyos de otros países occidentales.

La sensación que tiene Pakistán es que sus aliados son interesados y que están de su lado siempre y cuando Islamabad haga lo que ellos quieren. Pakistán también sabe que el interés de Occidente en la región es temporal.

Pakistán cree que Occidente mantiene simplemente una relación de interés y que le deja tirado en cualquier momento. De esta circunstancia existen pruebas manifiestas en la historia. Después de la invasión soviética de Afganistán, cuando la URSS se retiró, EEUU se marchó, los dejaron solos.

Además, una de las grandes críticas de la sociedad pakistaní es que Estados Unidos, y por tanto Occidente, ha dado un apoyo mucho más abierto a los gobiernos militares que a los civiles.

Pakistán dice: vosotros sois los que lleváis la democracia a todo el mundo, pero en nuestro país habéis apoyado sobre todo a gobiernos militares, entonces, ¿qué tipo de democracia es la que promovéis? La sociedad pakistaní es muy crítica con esta doble moral.

Además, debido a la activa propaganda de la minoría radicalizada, existe la convicción muy enraizada en la sociedad de que el Islam está en peligro y que la guerra contra el terrorismo es la guerra contra el Islam.

Esta propaganda es un caldo de cultivo del antioccidentalismo y de xenofobia. Es una propaganda muy presente en los medios de comunicación en urdú que cala mucho en la sociedad.

En este escenario de rechazo a Occidente ¿puede China jugar un papel diferente?

Pakistán se acerca a China un poco como reacción a la aproximación de Estados Unidos a India. Es un aliado interesado y coyuntural y pienso que a Pekín no le interesa tanto Pakistán.

Además es una relación asimétrica porque Pakistán tiene mucho más que perder y China realmente es quien tiene la sartén por el mango en la relación.

A Pekín, la alianza con Pakistán le permite tener un estado colchón, un aliado vecino de India que le ayude a controlar la región.

Además es una apuesta geoestratégica para la salida de recursos de Asia Central. De hecho, China ya tiene prácticamente el control de un puerto nuevo en Pakistán, Gwadar.

Con su acercamiento a Pakistán, Pekín está pensando básicamente en sí mismo, en garantizarse la provisión de energía. Aunque Islamabad considere que el aliado chino le defenderá ante Estados Unidos o la India, no es así.

Pakistán, aparte de su situación geográfica o geoestratégica, tampoco tiene mucho que ofrecer como aliado…

No, pero podría jugar mejor sus bazas. Por ejemplo, cuando la invasión soviética de Afganistán, Pakistán tuvo muchas oportunidades y jugó muy mal sus cartas. Se alió con el yihadismo y en lugar de aprovechar esa posición geoestratégica para su propio provecho, para desarrollar el país, para crear infraestructuras y proyectarse mejor hacia el exterior, lo utilizó sobre todo el ejército para hacerse más fuerte y afianzar su posición en el plano interno.

En ese sentido es una oportunidad perdida y creo que Pakistán está perdiendo muchas otras oportunidades. No que no tiene grandes recursos económicos, ni energéticos, pero sí es un país clave.

Podría haber sido un país de renta media, un poco la Turquía de Asia y perdió su oportunidad. Es cierto que es un país que parte de una desventaja muy grande respecto a la India, es un estado sin nación y no tenía una infraestructura administrativa como la de Delhi, pero ha perdido oportunidades por sus políticas erróneas.

En los últimos tiempos se han dado pasos para un acercamiento entre Pakistán y la India. ¿Pueden cambiar realmente las relaciones y superar los conflictos territoriales?

Ojala mejoren las cosas, el problema es que a los militares no les interesa. Si hay paz con la India pierden su poder y su hegemonía. No hay ninguna oligarquía en el mundo que ceda sus derechos y privilegios voluntariamente.

¿Qué potenciales tiene Pakistán para convertirse en una economía emergente como India?

Si lo comparamos con India, Pakistán puede ofrecerse como un país más pequeño y, por tanto, más controlable.
India sigue siendo un país enorme con muchísimas diferencias y también con numerosos conflictos internos, pero consigue vender una imagen de estabilidad.

Pakistán podría vender que tiene la posibilidad de desarrollarse más, pero no lo consigue. El conflicto ahuyenta la inversión extranjera.

Es un país todavía demasiado agrícola y el problema es que se está urbanizando muy rápidamente y se ve muy afectado por el cambio climático. Posiblemente, en el plano económico, tenga poco que ofrecer al mundo.

Pero en un escenario de resolución del conflicto afgano y ante la necesidad de salida de recursos energéticos de Asia Central… Pakistán puede ofrecer dos puertos y cobrar tasas de tránsito.

La posición geoestratégica le ha perjudicado, pero también le podría beneficiar. El problema es que ha establecido alianzas con países que no le aportan nada económicamente y no le han ayudado a desarrollarse.

¿Tiene potencial humano?

Pakistán tiene unas élites y una clase media alta con muy buena formación académica y con espíritu muy crítico, muchos y muy buenos profesionales que pudiendo emigrar han elegido quedarse porque creen que hay que trabajar para sacar al país adelante.

Hay mucho potencial humano y si Pakistán invirtiera en educación superaría a la India con facilidad en recursos humanos, porque es un país más pequeño, mucho más manejable y es mucho más fácil que progrese.

Aún así, ¿podemos asistir a una disgregación del país en el futuro? ¿La zona fronteriza con Afganistán, las Áreas Tribales bajo Administración Federal (FATA), de mayoría pashtún y sobre las que el estado no tiene prácticamente control, pueden acabar siendo independientes?

Yo pienso que no, no se va a consentir… De hecho el concepto que tenemos de los pashtunes en Occidente está bastante equivocado. Los pashtunes de las zonas tribales se deben a su tribu, no a un proyecto pashtún internacional.
La lealtad de un pashtún es con su tribu, con su clan, con su subclan… en su distrito, en su zona. Y con la tribu de al lado no quiere saber nada. En ese sentido, la unión entre tribus es muy difícil.

Pero, el control del estado pakistaní sobre estas zonas, que tienen amplia autonomía, es casi inexistente y muy difícil…

Bueno es difícil porque Pakistán no ha intentado controlarlas. Eso es un fallo del constitucionalismo pakistaní.

Pakistán debería haber incluido estas zonas dentro de la provincia limítrofe de Jáiber Pastunjua y debería haber desarrollado la región, en vez de hacer suyos todos los estereotipos heredados de la antropología colonial británica que los define como tribales salvajes. Pakistán debería haber dicho: formáis parte del país y vamos a incluiros.

También hay otro problema, Afganistán nunca ha reconocido la frontera. Si Pakistán incluye FATA en la provincia de Jáiber Pastunjua o decide crear una nueva provincia, Afganistán protestará y e intentará evitarlo. Probablemente, como ya hizo en el pasado, empezará a infiltrar guerrilla para hacer la guerra a Pakistán.

Entonces, a medio o corto plazo, el conflicto en esta parte de Pakistán va a seguir…

A no ser que aparezcan políticos competentes en todo el mundo, el conflicto va a continuar y de momento no se ven políticos competentes ni en Kabul, ni en Islamabad, ni en Washington, ni en la ONU. No hay nadie que sepa solventar este problema de una forma razonable.

Únicamente el paso del tiempo puede limar asperezas y mejorar las relaciones. Bueno, se ha dado algún paso. Desde el año pasado la ley de partidos se empieza a aplicar en estas zonas y los partidos políticos ya pueden concurrir a las elecciones. Es un paso adelante para incorporar las FATA a la realidad del país.

Poco a poco deben producirse gestos que trasmitan el mensaje a la población de estas tribus que forman parte de Pakistán, que en Islamabad se preocupan por ellos.

Siempre se ha prometido desarrollo, que se iban a crear escuelas, infraestructuras… pero nunca se ha hecho.

El día que los habitantes de las áreas tribales empiecen a ver que realmente el estado pakistaní provee y les da algo, a cambio tal vez digan: bueno, nosotros seguimos con nuestra semi-autonomía, con nuestro estilo de vida, pero aceptamos pertenecer a Pakistán. A partir de ahí esas zonas podrán evolucionar.

Además, insisto en que tenemos una imagen estereotipada y colonial de estas tribus. Son colectivos indignados porque, no sólo son los que más están pagando las consecuencias de la guerra contra el terror ya que les han echado de sus regiones y les están masacrando -los talibanes y Al Qaeda están matando tribus enteras-, sino que además tienen que convivir con este estereotipo que los describe casi como salvajes, un apriorismo que no solamente tenemos en Occidente, también persiste en Pakistán.

Tiene que cambiar la visión dentro y fuera del país y tiene que haber una política un poco más responsable con ellos.

En los últimos tiempos han aumentado las tensiones entre el ejército y el gobierno civil; incluso se han escenificado con un cruce de declaraciones entre el primer ministro Gilani y la cúpula militar y se han disparado los rumores de golpe militar. ¿Cree que es posible que se pueda materializar una tentativa golpista?

El ejército está enviando señales. Se están repitiendo pasos y conductas que ya se dieron cuando se produjo el golpe militar de 1999.

Los militares han lanzado advertencias que mayores interferencias del gobierno civil puede tener consecuencias catastróficas para el país…

No sé si esta escalada retórica lleva a algún lugar o no. Pero en la actualidad el ejército debe refrenarse un poco porque Estados Unidos aprobó una ley que condiciona la ayuda económica a que haya un gobierno civil. Así que Washington ya ha dicho directamente a los militares que si dan un golpe no va a haber dinero.

Puede que estemos asistiendo a una nueva modalidad de golpe de estado, que no va a ser un golpe directo como en el pasado, sino que el estamento militar va a mover los hilos para conseguir su objetivo poco a poco.

Los militares están utilizando al poder judicial y a algunos políticos para quitarse al presidente Zardari de en medio. Con el escándalo del “memogate” han conseguido la dimisión del embajador en Washington al que odiaban profundamente…
De producirse algún tipo de involución, podría ser la instauración de un gobierno militar, pero con una fachada civil, como antes, pero todo mucho más sofisticado y menos evidente.

¿Podemos llegar a ver a Musharraf de regreso a Pakistán y con opciones de volver a presidir el país?

No, Musharraf ya no es militar y ya no tiene poder. En el momento en que dejó el uniforme acabó su poder, ya no controla el ejército.

Puede decidir volver y acabará en la cárcel o no. De todas formas si Musharraf se presenta a las próximas elecciones, desde el exilio o desde la cárcel, obtendrá con suerte algunos escaños, pero poco más. Soy de la opinión que el periodo Musharraf se acabó definitivamente.

En la breve historia de Pakistán se han sucedido los golpes militares. ¿Hay alternativa en Pakistán a este regreso cíclico de los militares?

El problema es que el ejército es la institución más poderosa. Tiene que haber un gobierno civil prolongado en el tiempo y apoyado de forma clara desde el exterior para que las cosas cambien. Debe haber un gobierno que realmente “provea”, que dé un servicio y haga funcionar la administración.

Es cierto que la corrupción es un problema, pero con que haya un poco menos ya sería suficiente. La corrupción duele, pero si le puedes dar al interruptor y se enciende la luz, duele menos.

Cuando el estado provee, la corrupción se sobrelleva y es entonces cuando los militares pierden poder.

Hay quien ha llegado a hablar de Pakistán como un estado fallido…

No, no es un estado fallido, no es un término que se le pueda aplicar. Yo creo que Pakistán tiene un estado que funciona, mejor o peor, depende del área, pero hay un estado que mantiene el control.

El problema es a dónde se dirige. Pakistán se tiene que definir, debe decidir entre dos opciones opuestas: ser la Corea del Norte o la Turquía del Sur de Asia.

¿Puede sobrevivir sin la ayuda económica exterior de Estados Unidos?


No, Pakistán depende de la ayuda económica. Pero, sobre todo debe cambiar la mentalidad. Debe abandonar la paranoia que tiene con la India y cambiar. Pakistán es un estado a la defensiva, es un estado “securitario”. Cuando los militares dejen de marcar la política exterior e interior, entonces cambiaran o mejoran las cosas.

Pero Pakistán no puede seguir teniendo su sensación actual de soledad, de que ninguno de sus aliados le va a proteger. Desde la primera guerra con la India, el sentimiento general en Pakistán es que está solo.


* Ana Ballesteros es especialista en el sur de Asia y el sectarismo islámico
Es investigadora del Taller de Estudios Internacionales Mediterráneos (TEIM) de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y del Observatorio Electoral TEIM


Libro:

Pakistán, Ana Ballesteros
Editorial Síntesis

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